CON PRIMA DE RIESGO

La crisis y la conversión a la que nos ha sometido: Quién nos ha visto antes y quién nos ve ahora

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La dura y prolongada crisis ha provocado un cambio profundo en nuestras vidas

Los relatos de la crisis de 1929 hablaban de hombres y mujeres deambulando por la calle en busca de trabajo o de comida. Todo nace un jueves negro, el 24 de octubre de 1929, aunque para la historia comienza un martes negro, 29 de octubre de 1929, donde la bolsa americana se derrumba. Y es el comienzo de una pesadilla que dura, para algunos países, más de una década. Esa crisis provoca una fuerte caída del comercio mundial, y de los niveles de ingresos fiscales de los estados y de rentas de las familias. Y en último caso la pérdida de riqueza de las familias, sobre todo de la perdida de seguridad y de futuro. Aquellas descripciones “negruzcas” de ciudades paralizadas por la parálisis del sector constructivo y del sector industrial y la pérdida de miles de puestos de trabajo. En cierta manera se parecen con las crónicas de los años duros de la crisis, que ha dejado una huella devastadora en el imaginario de los gallegos y de los españolitos en general. 

En este año, donde se anunciará a bombo y platillo que España recuperará  el PIB previo  a la crisis o, dicho de otra manera, en el año donde  España certificará la pérdida de más de ocho años de su carrera económica hacia el bienestar de sus ciudadanos, es un buen momento para analizar cómo la crisis nos ha cambiado.

CAMBIO DE COSTUMBRES

Ahora el gallego ya es un “homo Económico”- si me permiten el chascarrillo-  es decir, ya usa la calculadora para tomar decisiones y ya meditamos las compras con frío y distante raciocinio. Un ejemplo: la compra de vivienda ya no es una prioridad, ahora somos más de alquilar, o como mucho, de alquilar con derecho a compra (por si la cosa mejora) ya que la inseguridad laboral condiciona la toma de decisiones. Eso sí, los gallegos hipotecados aún superan a los alquilados pero la tendencia es claramente al cambio. Mírenlo por el lado bueno, ahora sus amigos le invitarán a más cenas de inauguración de nuevas viviendas, alquiladas, eso sí. Y qué me dicen del coche. Antes la media de cambio de coche en España estaba en los cuatro años y medio, y realizar un cambio de coche con frecuencia era una muestra de que la vida te iba bien y en el caso de empresas de que el negocio marchaba viento en popa. Ahora la vida de los coches se estira con el objetivo de que nos dure hasta que se convierta en un clásico. 

En Galicia a lo largo de la crisis la edad media de un coche alcanzaba más de 12 años. Lo cual es un problema para un territorio que vive de fabricar coches  y de venderlos, claro. Además con la antigüedad de los coches vienen los problemas, caso de averías en urbes o por desgracia los accidentes por falta de mantenimiento.

Nuestros hábitos han cambiado, y se nota en espacial en el ocio. En un país donde nos gusta la calle y vivirla, vemos como el salir se ha convertido en un lujo o en un “gasto imposible”. Ahora somos más de tomarnos la copa en el bar del barrio el sábado por la noche que de salir al centro a la fiesta. 

También nos hemos convertido en los reyes de los canales cocina para organizar cenas en casa con los amigos y familiares para ahorrarnos el salir y sobre todo ya nos hemos convertido en los maestros de las marcas blancas, que dominamos con destreza las cualidades de cada marca blanca de cada cadena de súper o híper. 

Porque  al final la crisis nos ha convertido en un país low cost o, dicho en castellano viejo, en vida de bajo coste (o sea, de pocos recursos) y así es como viajamos. Las compañías low cost aéreas son las reinas del cielo de España y de Galicia; las ofertas de billetes baratos de Renfe se venden en pocas horas y qué les vamos a contar de cómo están los pueblos en verano con la vuelta por vacaciones que tantas alegrías dan a los mayores del rural.

La verdad es que la crisis ha provocado una serie de profundos cambios en el hábito de vida de nuestros vecinos, y en general en el conjunto de la economía del país, que ha visto como hemos pasado de comprar los pisos contra un cacho de papel (compra en planos) a la de comprar pisos que consideramos nuevos con cincuenta años de vida. 

Pero la crisis además de acercar el fantasma del paro a las familias también ha atraído una situación más problemática, el miedo al futuro, el miedo a tomar posiciones de riesgo y a no saber que puede pasar con este país. Esta situación es un grave riesgo para poder afrontar la salida de la crisis, porque de esta se sale trabajando y ahorrando pero también invirtiendo y comprando. 

La historia nos enseña que después de las grandes crisis suelen venir años de mejores condiciones económicas y de mejoras sociales, un ejemplo después de la gran Depresión vinieron años de prosperidad donde se puede afirmar que nació la clase media. Eso sí la, clase media consumista y derrochadora.

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