Reacción en política monetaria

Hoy, tras un lustro del inicio de la crisis financiera que asola a Europa, el BCE aprueba el uso de una herramienta conocida como flexibilización cuantitativa o Quantitative Easing

Hoy, tras un lustro del inicio de la crisis financiera que asola a Europa, el BCE aprueba el uso de una herramienta conocida como flexibilización cuantitativa o Quantitative Easing (QE). Dicha herramienta consiste  en la compra de deuda pública y privada en mercados secundarios por el BCE con el fin de contribuir a elevar la oferta  monetaria y a la relajación de los intereses exigidos a la deuda objetivo, además de incidir directamente en la depreciación del euro. Pero, ¿por qué ahora, en éste preciso momento?

Tal vez, muchos tengan la respuesta en la mente: la deflación. A caso, ¿no se podía prever en el año 2010 que las medidas de austeridad iban a conducir a esta situación? Parecería lógico pensar que las políticas de austeridad serían un freno a la demanda interna y  que las  exportaciones no actuarían como sustitutas en una economía globalizada con débil crecimiento y dada la fortaleza del euro. Dadas estas circunstancias parece normal que se produjeran los efectos conocidos y explicados por la ley de la oferta y demanda: caída de precios y ajuste de la oferta; con todos los inconvenientes que en el actual modelo económico conllevan.

Si realmente se podía prever que las decisiones adoptadas iban a conducir a esta situación, como diría un exentrenador de un importante equipo de futbol español,“¿Por qué?”.Las respuestas pueden ser múltiples: desde la visión cortoplacista en el ámbito político dominante, intereses confrontados en el seno de UE, falta de instrumentos, carencia de un marco jurídico adecuado, y todo tipo explicaciones de lo más variopintas dependientes del interés subjetivo u óptica de análisis. La relación de los hechos y sus efectos, a posteriori,  ayuda a profundizar en la cuestión y posiblemente a ofrecer una visión más objetiva.

La crisis financiera que afecta a los países del sur de Europa, desde 2010,tiene su detonante en la sospecha y posterior confirmación de la falsificación de las cuentas públicas griegas bajo el asesoramiento de Goldman Sachs, cuyo presidente para Europa era el Sr. Marío Draghí (sí, el mismo que hoy preside el BCE). Acontecimiento que provoca que se dispare la prima de riesgo del país heleno y merme su capacidad para financiarse en los mercados financieros, rápidamente la especulación en los mercados de deuda pública se extiende  a Portugal, Irlanda, España e Italia. Las explicaciones mayoritarias que sustentaban tal grado de desconfianza ponían el énfasis en  que  estos países eran unos manirrotos, y el detonante  del contagio era en unos casos su alto déficit público y en otros, su elevada deuda pública. ¿Por qué el BCE no intervino en ese momento comprando deuda pública de los estados? Si, ya sé, su principal objetivo era la estabilidad de precios y en ese momentos la inflación rondaba el 2%, además no estaba en su mandato la compra de deuda ,y todo ello se reforzaba con una premisa moral: los ahorradores no pueden financiar a los derrochadores o mejor dicho, los países manirrotos debían purgar sus pecados. La aceptación de este argumentario nos lleva hoy en día a preguntarnos:¿ahora está en el mandato del BCE la compra de deuda pública?, ¿ya es ético que los estados ahorradores financien a los estados manirrotos?, ¿por qué el BCE tiene prohibido comprar deuda directamente a los estados?, y en el fondo de todas ellas subyace tal vez la cuestión más importante:¿a quién beneficiaron y a quién perjudicaron las acciones e inacciones llevadas a cabo por la UE y el BCE?

A fin de avanzar  en la respuesta es necesaria una aproximación simplificada al concepto de tipo de interés y a las características de los títulos de deuda pública. El tipo de interés como muchos recordaran, no es ni más ni menos que el precio del dinero, o con más precisión, el precio que se paga por utilizar dinero ajeno durante un tiempo determinado. ¿Por qué exigir más interés a un prestatario que a otro si el tiempo y la cantidad son iguales? Si, falta otra componente: el riesgo,  determinado por la capacidad de que el prestatario pueda hacer frente a los compromisos asumidos. En la deuda pública europea se utiliza como medida del riesgo el diferencial exigido con respecto a la deuda pública alemana, y se denomina prima de riesgo. Los estados se financian mediante la emisión de títulos de deuda pública, que dependiendo del vencimiento se clasifican en: letras (c/p), bonos (m/p), obligaciones (l/p).En los mercados financieros tanto a los títulos a medio plazo como a largo plazo se les denomina bonos. Los bonos reportan al poseedor un interés explicito además de la posibilidad de negociaren el mercado secundario. El precio en el mercado secundario de estos títulos varía entre otros factores: ante el grado de riesgo percibido, tiempo que reste para el vencimiento del cupón y/o del bono, así como rentabilidades de otros activos financieros alternativos.

Con el rescate de Grecia muchos opinan que se benefició principalmente a los griegos, personalmente tengo  mis reservas; a los que no cabe duda que ha beneficiado fue a los prestamistas que habían aceptado un tipo de interés en el que implícitamente asumían el riesgo de la inversión, sobre todo en el primer rescate. Con este rescate se produce una  socialización de la deuda entre los distintos estados de la  UEy por ende a sus ciudadanos. Si bien es cierto que, unos cambiaron una mayor exposición privada de su sector financiero por una menor exposición pública, como es el caso de Francia y Alemania y otros, como en el caso de  España, acudieron al rescate en aras de la solidaridad o para calmar a los mercados financieros y así poder financiarse. En los momentos previos al rescate la inacción y  posteriormente las acciones limitadas del BCE (LTROs)  permitieron la especulación con la deuda de Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia; lo que se tradujo en mayores cargas para los ciudadanos a través del incrementodel coste de la deuda pública  y curiosamente en la asunción del componente de riesgo, trasmitido por las entidades financieras a través del BCE. Recuérdese que los programas LTROs permitieron a las entidades financieras realizar carry trade, es decir, aportar la deuda pública como garantía en el BCE  a cambio de liquidez y por lo tanto, obtener un beneficio derivado del diferencial entre la rentabilidad de la deuda pública aportada y el coste de la financiación obtenida del BCE.

Para que nos hagamos una idea: en España, en el año 2010, las emisiones brutas deuda pública a medio y largo plazo alcanzaron un total de 93.963,3 millones (Banco de España, 2011) y el vencimiento medio ponderado fue de 9,78 años, aproximadamente el 40% de las mismas fueron adquiridas por entidades financieras a un tipo interés medio que rondo el 5%. Si realizamos una sencilla operación y aplicamos el diferencial del 4%, obtenemos que cada año las entidades financieras se embolsarán 1.653 millones de euros, coste que asumirán los ciudadanos vía contribución impositiva o recorte de derechos. Y que en el peor de los casos si el estado quebrará esa deuda estaría en el BCE, entidad pública, como aval de la operación. Extrapólenlo a otros  estados y hasta el momento que el BCE en el que del Sr. Draghi realizó la ya famosa declaración:“El BCE hará lo necesario para sostener el euro. Y créanme, eso será suficiente”; pero sobre todo hasta que se especuló con la posibilidad de la QE.

¿Los efectos de la QE serán los mismos hoy que si se hubiese aplicado en 2010? No, su aplicación en 2010 hubiera servido como cortafuegos a otros países de la UE, se habría atenuado la destrucción de empleo, se habrían ahorrado costes a los estados y por ende a los ciudadanos, algunos no obtendrían los beneficios que han tenido y en definitiva no se  habría contribuido a incrementar la desigualdad. La mera expectativa de la QE, en el corto plazo,  ha contribuido a relajar los diferenciales  en las rentabilidades exigidas a la deuda periférica, mejorar la capacidad de financiación de los estados y a la depreciación del euro con la consecuente ganancia de competitividad exterior. También ha generado importantes beneficios para las entidades financiares como consecuencia de la mejora de precios de la deuda pública en los mercados secundarios  En el medio plazo su efecto puede no ser el deseado si la inflación se dispara y no lleva aparejado un incremento de la actividad y por consiguiente del empleo. Este escenario  conllevaría a profundizar en el incremento de la desigualdad, aumento de la tasa de paro, la pérdida de poder adquisitivo y mermaría  la capacidad de pago en sociedades altamente endeudadas. La QE tal y como está diseñada llega tarde y sus efectos no serán los mismos que  si se hubiese aplicado en 2010, tal vez a estas alturas sería conveniente que estuviese ligada a políticas de inversión que generasen actividad y así favorecer el rescate de pymes y ciudadanos. Llegado a este extremo cabe cuestionarse si las instituciones europeas defienden los intereses de sus ciudadanos o los negocios de determinadas élites o lobbies.

Te puede interesar