Obituario | Mariano Marcos Abalo: el Conxuro se queda "huérfano"

Mariano Marcos Abalo, más conocido como Mariano a secas, como firmaba, acaba de fallecer en Vigo a los 85 años. Su paso por la vida dejará con toda seguridad una huella indeleble: suyo es el Conxuro de la Queimada, escrito hace más de medio siglo y que quizá el pueblo cree nacido en la noche de los tiempos. Pero no: tenía autor reconocido, el que celebraba hasta hace bien poco como Bruxo Maior de Galicia la ceremonia que acompaña al bebedizo. A pesar de no haber ganado dinero con el texto, al menos logró que se reconociera legalmente que era suyo. Estampa inconfundible la de este empleado jubilado del Banco Pastor: pipa de lado, sonrisa permanente… 

Mariano Marcos Abalo había nacido en Pobra do Caramiñal, pero era vigués ejerciente desde 1960. Y en Vigo fue donde compuso el Conxuro “case máis coñecido que o Himno galego”. La célebre frase miles de veces repetidas de “Mouchos, curuxas, sapos e bruxas” brotaría de su imaginación en 1967. Lo contó mil veces y hoy toca repetirlo una más. La idea surgió con la finalidad de dotar de cierta ritualidad a las queimadas que organizaba Marcos y un grupo de amigos durante los años 60, década que describía como “a época dos guateques”. “Empecei a facer as queimadas na discoteca Fausto nos anos 70 e a partir de ahí empezaron a coñecerme, e a facer moitas queimadas por toda Galicia”, contaba Mariano orgulloso. Destacaba también que su Conxuro no era el único, “hai outros cinco ou seis Conxuros dunha época parecida, pero non tiveron a saída que tivo este e xa non a poderían ter agora”.

En 1974 Marcos añadió dos estrofas al texto, la de los gritos de las brujas y el fuelle durante una asamblea de turismo galaico-portuguesa en la que una empresa anotó el Conxuro y empezó a comercializar copias. Y, ay… ahí se perdió su firma y con ello su autoría. A cambio, empezó a circular anónimo por toda Galicia, razón por la cual se  asimiló un origen popular. “A empresa vendía o Conxuro nunhas telas de terciopelo que costaban 199 pesetas. Falei con eles e dixéronme que me ían a dar unha peseta por cada copia que venderan. Cando pasou un ano fun por alí e a empresa xa pechara”, se lamentaba, aunque sin darle mayor importancia.

Tres décadas después logró demostrar que el Conxuro era suyo y registrarlo como propiedad intelectual, consiguiendo así que en adelante tendría que ser difundido siempre bajo su firma aunque sin beneficios económicos. “É un orgullo que o Conxuro ande por todo o mundo aínda que non gañe un euro por el”, aseguraba. Marcos llegó a construir toda una ceremonia alrededor del fuego que duraba veinte minutos. “Conto a historia da queimada, como se fai e como é, algúns chistes, as diversas acepcións do verbo “carallo” e para rematar recito o Conxuro”, explicaba Mariano.

“Escribo poesías pero non son poeta, xa que son cousas distintas”, advertía una de las últimas veces que pude hablar con él. Además de escribir, Marcos también se sentía y ejercía como artista, actor y dibujante-humorista, además de especialista en heráldica. Su casa era un museo, con dos curiosidades por encima de todas. Una, que había hecho otro Conxuro, que pude leer y no quiso hacer público. Otra, que coleccionaba esquelas, pero sólo de las personas fallecidas con “alcume” (apodo). Tenía miles recortadas y guardadas.

Te puede interesar