Pontevedra, ciudad todopoderosa

No hay otro caso en toda España en la relación entre población y número y relevancia de altos representantes políticos: Pontevedra tiene poder y en aumento. Con apenas 80.000 habitantes, la proporción resulta apabullante, en buena parte con líderes de primer orden tanto en el PP –sobre todo con los populares- como en el BNG, y algo menos en el PSOE. Un despliegue a analizar que evidencia que la capitalidad ha servido además de para tener servicios públicos exclusivos como cantera inagotable de cargos públicos desde hace casi 200 años.
En primera posición indiscutible Mariano Rajoy. El jefe del Ejecutivo, aunque nacido en Santiago se siente plenamente pontevedrés, ciudad donde fue concejal y presidente de su Diputación Provincial. Ejerce de vecino y ya ha anunciado una visita institucional al consistorio que preside el nacionalista Fernández Lores, con vara alta en el BNG.

Es un caso similar al de Ana Pastor, la ministra más importante del Gobierno en su condición de titular de Fomento. Zamorana de nacimiento, es pontevedresa de adopción, municipio donde tiene fijada la residencia dándose la curiosa circunstancia de que su marido es el actual presidente del Puerto de Marín, organismo integrado en el propio Ministerio de Fomento. Pastor fue delegada de Sanidad en Vigo, entre otros cargos en la provincia.

Prueba del empuje del Lérez es que otro organismo con sede en Vigo, la Zona Franca, también tendrá a partir de ahora a una notable pontevedresa, Teresa Pedrosa, que fue vicepresidenta de la Diputación y, sobre todo, candidata a la Alcaldía de la ciudad. Es por tanto doblemente pontevedresa, y pese a ello dirigirá un organismo 100% vigués, dependiente orgánicamente del Ministerio de Economía. Como compensación, la subdelegación, antiguo Gobierno Civil, del Ministerio de Interior, tendrá de nuevo a un vigués de inquilino.

En la Administración central todavía hay que añadir otro pontevedrés que lo es por partida doble, el exalcalde Juan Luis Pedrosa, que acaba de asumir la dirección de Salvamento Marítimo, otro ente de Fomento, donde los naturales de la provincia de Rajoy pisan fuerte. Una viguesa, Lucía Molares, dirige la Sociedad del Suelo (Sepes).

Si en el aparato del Estado hay una importante presencia de pontevedreses, no es menor en la Xunta. Ni siquiera aceptando que Feijóo pueda ser considerado hasta cierto punto vigués por su domicilio oficial –aunque se siente ourensano- hay partido, pese a que Vigo tiene a dos de los suyos en la Xunta: Javier Guerra y Elena Muñoz. La presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, comparte ayuntamiento y comarca con dos conselleiros de peso, Alfonso Rueda –que además de titular de Xustiza vendría a ser una suerte de vicepresidente primero- y Agustín Hernández, que sería el tercero en el escalafón. Rueda incluso suena como sucesor de Feijóo en el hipotético caso de que el titular del Gobierno gallego dé el salto a la política nacional.

EL NÚMERO 1 DEL BNG TAMBIÉN PROCEDE DE LA CORPORACIÓN
En cuestión de pontevedresismo el BNG no se queda atrás y su actual portavoz, el número 1 de la formación frentista, es Guillerme Vázquez, quien no hace tanto era también el portavoz del gobierno local de Pontevedra. Vázquez , de UPG, acaba de ser reelegido al frente, y aunque no será el candidato a la presidencia de la Xunta, es a todos los efectos el cargo de mayor relevancia en la formación.

Quien en cambio ha decidido cambiar de aires es la exconselleira Teresa Táboas, quien en la anterior legislatura fue uno de los nombres que más sonaron como posible relevo de Quintana. Incluso se especuló con que podría ser candidata en Vigo debido a su fuerte vinculación. Ni lo uno ni lo otro, y acaba de dejar el Parlamento de Galicia como protesta por la división del BNG y el liderazgo de UPG. Puede tener un sitio en una nueva formación de corte nacionalista.

Menos peso tiene Pontevedra en el PSOE, aunque hasta hace apenas unos meses, uno de los concejales, Antón Louro, abandonó la Corporación de la capital para hacerse cargo de la Delegación del Gobierno. Recientemente, el PSOE se organizó en provincias, en vez de comarcas y pese al peso de Vigo, fijó sede en el Lérez, que así gana fuerza.

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