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Sancho Gracia: ‘Me encanta y me halaga que me llamen gallego’

El actor Sancho Gracia.
Felix Angel Sancho Gracia es un actor de raza, miembro de toda una generación de grandes intérpretes con los que esta sociedad aún tiene algunas deudas pendientes. Estará siempre unido al personaje de Curro Jiménez, pero a lo largo de su trayectoria, ha sido muchas más cosas que ese bandolero andaluz, con aires románticos, que tantos corazones rompió. Ahora llega a Ourense como Genaro, maitre del Hotel Palace.
Acudirá a la ciudad vestido de riguroso esmoquin y con maneras impecables. Es lo menos que se espera del maitre de un gran Hotel como el Palace, de nombre Genaro, por muy extraña que sea la situación a la que se enfrente. Pero antes fue Benito, un cura complejo y lleno de contradicciones en ‘El crimen del padre Amaro’; o Julián, el rudo especialista de cine, en ‘800 balas’; o ‘Jarabo’, el cruel y chulesco asesino que fue real en una España de posguerra. Sancho Gracia ha sido tantos y tan diferentes personajes que sería interminable enumerarlos uno a uno. Pero en todos, este gallego con raíces en Mondariz, emigrante en Uruguay y retornado a España, mantuvo su capacidad seductora.

¿Qué le cautivó de la obra ‘La cena de los generales’?


Sobre todo, que es una obra que tiene mucha gracia y con un final de alguna forma de reconciliación, de consideración y de reconstrucción de aquella época de la Guerra Civil. Además no me podía negar sabiendo que iba a estar dirigida por Miguel Narros, con quien yo ya he trabajado en cuatro ocasiones. Sabía perfectamente que iba a tener muy buen gusto para dirigirla.

Usted es el maitre, ¿qué componente sentimental le une a este personaje?


Bueno, mi padre trabajó como maitre del Hotel Palace, y yo hago de maitre en el Hotel Palace, del señor Genaro. Está claro que hay un vínculo más personal, porque es algo que viví en mi infancia, es un trabajo que yo vi de cerca cuando era pequeño.

La obra transcurre con la Guerra Civil de trasfondo. Hay quien afirma que se hace demasiado teatro y cine con la contienda. ¿Qué opina usted?

No, yo creo que no. Todavía nos queda mucho por recorrer tanto en cine, como en teatro, como en televisión. Puede suceder que a lo mejor se han hecho ahora muchas cosas a la vez, a un mismo tiempo, a raíz de que se han cumplido los 50 años de la guerra, pero no por eso se ha saturado nada. Fíjate la cantidad de películas que los americanos han hecho del oeste, y no se termina nunca. En cualquier caso esta obra es en tono de comedia y eso es algo que el público agradece mucho.

Precisamente la guerra civil motivó que su familia emigrara a Uruguay siendo un niño, ¿cómo vivió esa experiencia?

Bien, bien, porque yo la verdad es que tuve mucha suerte. Fui muy bien acogido y me integré enseguida. Es cierto que además, es que me dejaron integrar, así que Uruguay es un país al que quiero mucho y con el que todavía ahora mantengo muy buenos lazos.

¿Fue tal vez más difícil el retorno en el año 1963?


Si, sí, fue un poco más difícil porque regresé con 27 años y lógicamente yo no había vivido las vicisitudes que se habían vivido en España, y creo que por eso me resultó más difícil integrarme. Pero bueno, con el tiempo también lo conseguí.

¿Cree usted que este país ha valorado suficientemente a sus emigrantes o aún tiene alguna deuda pendiente?

Creo que, en general, hay gente que no se dio cuenta, que no se da cuenta todavía, de que en este país durante muchísimos años hubo una aportación muy grande de todos los emigrantes, sobre todo de Galicia, que ha sido la Comunidad con mayor número de emigrantes, especialmente hacia América. Ellos aportaban sus dineros a sus familiares de aquí y algunos inclusive volvían con el trabajo que habían hecho e incluso con algún pequeño capital, y de eso, en estos momentos, el pueblo no sabe nada o no sabe mucho, y si lo sabe, no sé si lo ha apreciado lo suficiente.

¿Qué siente cuando le llaman gallego?


Me encanta, me divierte y me halaga. No sólo tengo origen gallego, lo que me enorgullece, sino que además es un idioma que hablo perfectamente.

Actualmente produce una serie de películas sobre los libertadores de América, ¿cuál es el objetivo?

En realidad es una parte de la historia que siempre me ha interesado, sobre todo esa época del siglo XIX que considero fue muy rica y en la que hubo gente muy preclara y con mucho talento que, de alguna forma, sacaron adelante esos países que hoy en día son independientes. Sin olvidar que tienen una cosa muy importante en común con nosotros que es el idioma, ¿no?

¿Tenemos una visión real de lo que es Hispanoamérica?


Algunos sí y otros no. En los últimos tiempos estamos teniendo una emigración de vuelta y estamos un poco en contra, no todo el mundo ¿eh? no todo el mundo, pero hay gente que está un poco en contra de la inmigración. Supongo que influye que estamos pasando una época mala en España y en Europa en general, y nos sentimos desbordados. Pero es lo que comentaba antes, el pueblo tiene que reconocer la cantidad de emigrantes que fueron para América desde España.

Sancho Gracia para varias generaciones será siempre Curro Jiménez. ¿Le halaga o ha sentido deseos de matar al personaje?

Qué va, qué va, nada de matar. Al contrario, me siento muy halagado y después de tantos años que han pasado, ima gínate como me sentiré. No sé como llamarle, no quiero que parezca vanidad, pero está claro que después de tanto tiempo tengo un grato recuerdo de ese personaje que de alguna forma, no, de alguna forma no, que me lo inventé yo, me lo produje yo y lo he disfrutado yo.

Pero esa identificación Curro Jiménez-Sancho Gracia, ¿no le supuso un lastre como actor para poder interpretar otros personajes?

No, no, nunca. La gente recuerda eso, pero lo cierto es que he sabido abrirme camino a través de otros muchos personajes que he hecho a lo largo de mi carrera, aunque sin duda Curro caló mucho en el pueblo español y se ha quedado ahí, pero no es una carga.

Acaba de recibir un homenaje por toda su carrera en el Festival Cinevanguardia de Alcoy, ¿se ha sentido querido y valorado en este país?

Si, yo creo que cada uno tiene su sitio. A mí me parece muy bien lo de los homenajes y esas cosas, lo que pasa es que como yo sigo en activo, pues... Aunque los homenajes me gustan, sin ninguna duda, porque son un reconocimiento hacia ti. Pero no me preocupan, yo me lo tomo como una reunión con amigos y bienvenido sea ese reconocimiento.

Destaca usted que sigue en activo, sin embargo, recientemente ha asegurado que tendría que estar ya jubilado. ¿Sancho Gracia y jubilación son compatibles?

Yo creo que no, porque cada día que me presentan algo que me gusta, pues quiero hacerlo, por lo tanto, creo que no, creo que no me jubilaré.

Recientemente superó una grave enfermedad, ¿la vida se ve de diferente manera después de una experiencia así?

La verdad es que sí, la vida se ve de otra manera. Sobre todo en el momento en el que te dicen que tienes esa enfermedad y en el momento en que, además y por suerte, la superas. Estar rodeado de gente cariñosa, amigos y familiares que te quieren, es algo muy importante.

¿Con qué se emociona ahora Sancho Gracia?


A veces me emociono con cualquier cosa, con una simple mirada de un niño, con una simple mirada de..., yo qué sé, de cualquier cosa. Soy en ese sentido un tío, no te voy a decir que muy fácil, pero sí que se emociona con las cosas que emocionan normalmente, no tengo algo exacto, elegido.

Hablando de emoción. ¿Qué sintió cuando vio la imagen del Rey abrazando a Adolfo Suárez de espaldas y galardonada con el premio Gasset?

He sentido, por ejemplo, no haber estado ahí en ese momento. Tengo que decir, primero, que la foto es estupenda y segundo, que con Adolfo desgraciadamente hace tiempo que no estoy por razones de enfermedad.

No estuvo en ese momento, pero sí en uno de los días más difíciles probablemente para Suárez. Le acompañó en la Moncloa el día que presentó su dimisión como presidente del Gobierno, ¿qué recuerda?

Sí, estuve allí como amigo. No eramos muchos, pero recuerdo sobre todo, la gran entereza que mostraba Adolfo. Fue muy claro diciéndoles a sus ministros: ‘No os preocupéis, que esto es así, yo voy a dimitir y se acabó’. Tuvo mucha entereza y mucha fuerza. Fue un momento especial. Adolfo y yo siempre fuimos muy amigos.

El teatro gana espectadores y el cine español los pierde, ¿es cuestión de calidad?

No lo sé, creo que puede estar un poco relacionado con las historias, que éstas gusten más o menos. A lo mejor tenemos que reconocer que las películas que se hacen no están satisfaciendo a un cien por cien. Pero no se debe olvidar que no sólo están bajando las películas que se hacen aquí, sino también lo han hecho las que nos vienen de afuera, lo que quiere decir que, en realidad, lo que ha bajado es el cine, pero eso son etapas. Cuando dijeron que la televisión iba a matar a la radio fue mentira, no solamente no la ha matado sino que la radio tiene mucha fuerza, y lo mismo dicen ahora de que la televisión mata al cine, bueno, son etapas. La televisión ahora está más fuerte. Ahora eso sí, lo que está claro es que hay algo que nunca muere, como se decía antes, y ese algo es el teatro, es algo especial.

La nueva ministra de Cultura llega desde el sector cinematográfico, ¿eso será bueno o per judicial para el cine?

No lo sé, pero lo va a tener crudo. No será fácil enfrentarse a muchísimos problemas que hay, sobre todo con el audiovisual, con internet, etc, etc. Pero aunque yo creo que puede ser bueno, tampoco va a ser la panacea, porque en este mundo nunca es la panacea. De todos modos, hay que dar tiempo y tener un poco de esperanza de que las cosas vuelvan a funcionar bien.

¿Le molesta empezar a ser conocido como el padre de Rodolfo Sancho?


No me molesta para nada, creo que Rodolfo es muy buen actor que además está teniendo mucho éxito. Eso me halaga y como además fue una cosa que él eligió, yo no le dije: ‘nene, tienes que ser actor’, estoy satisfecho. Sabe que esto es muy difícil porque lo ha vivido desde pequeño.



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