El fuego no pudo con Oímbra

photo_camera Las llamas han quemado en Oímbra más de 2.000 hectáreas y han dejado numerosos daños en su camino. El fuego obligó en los últimos días a decretar el nivel 2 por la cercanía de las llamas a algunos núcleos de población.
Las llamas ya devoraron 2.500 hectáreas en tres parroquias de este concello de Monterrei. La falta de medios obligó a los vecinos a salir a defender sus viviendas y, aunque lograron salvarlas, no pudieron evitar que el paisaje se tiñese totalmente de negro. 

Oímbra está desolada, pero sigue en pie. Las parroquias de Mandín, Rabal, Videferre y San Cibrao llevan una semana ardiendo y ya suman más de 2.500 hectáreas calcinadas. La propagación de los focos se sucedió de forma violenta: ardió el monte y se acercó a las casas. Los medios eran limitados y los vecinos no tuvieron más remedio que salir a defender lo suyo con lo puesto, con lo que encontraron. Tras dos días y una noche sin dormir, lograron salvar las edificaciones pero no muchas de las fincas, plantaciones o incluso galpones y vehículos. 

Ayer, por primera vez en días, el fuego dio tregua y los residentes de las zonas afectadas pudieron salir a evaluar los daños. En la puerta de casa se encontraron un escenario oscuro, negro. Los afortunados salvaron su finca, pero en el horizonte solo se atisban pinos sin vida.

En Mandín, desde la primera casa hasta la última hay un pasillo de ceniza. Entre casa y casa, tierra quemada y todavía humeante. El fuego se llevó por delante el cable que les da acceso a la televisión y a internet, dejándolos parcialmente incomunicados. Desde por la mañana, algunos residentes trabajaban para intentar restaurarlo. 

“El fuego se llevó por delante todo hasta el pueblo de al lado y no funciona nada. El fuego estaba en Portugal y en menos de media hora se había propagado hasta aquí. Salimos con cubos y mangueras e hicimos lo que pudimos”, relata Domingo, uno de los vecinos de la localidad. Suma otras pérdidas: “Se quemaron miles de pinos y varias viñas. Da pena ver esto”, lamenta mirando a su alrededor. Domingo señala con su bastón lo que antes fue maleza y habla de lo que sabe: “Esto pasa por no tener los alrededores de las localidades limpios. Si estuviesen bien desbrozados el problema iría al monte, al menos las zonas residenciales se salvarían”.

 FECES, AL LÍMITE

Carretera adelante, desde Mandín hasta Feces de Cima (Verín), se pueden encontrar algunos focos en activo. De manera lineal huele a chamusquina y los aviones emiten un zumbido sin descanso. Nadie los controla, la madera cruje y las silvas contagian las faíscas ampliando terreno. Si se consulta la situación con la aldea más próxima indican que “xa ardeu todo, agora xa está, xa non temos medo ningún”. 

Una vecina, Mari Carmen, relata que lo peor fue lo vivido en la parte sur y en las zonas más altas de la parroquia: “Se quedaron rodeados por las llamas. Ardieron las fincas, se derritió alguna persiana y a un vecino se le quemó toda la leña apilada”, recuerda. 

En su caso, la intervención de un grupo de jóvenes -entre ellos su hijo- fue crucial para salvar las casas: “Aquí no vino nadie. Los bomberos nos preguntaron, pero pasaron de largo. Mi hijo y otros dos jóvenes salieron a apagar y a segar para evitar que siguiese prendiendo”, explica. 

 Donde sí estuvieron los servicios de extinción fue en las últimas casas de la aldea.  Rosa tiene la casa llena de leña cortada. A menos de un metro se puede observar hierba quemada. “Tuvimos que salir con la manguera a ayudar a apagar lo que se pudiese. Estuvimos regando sin parar la entrada de la casa, pero no era suficiente porque el fuego se extendía por los cuatro costados”, recuerda. “A punto estuvieron de quemarse las casas”, añade. 

TREGUA EN SAN CIBRAO

Cerca de ocho vecinos pasaban la hora del vermú en el bar de San Cibrao. Aún permanecía en sus pieles los restos de ceniza y humareda, resultado de horas apagando el fuego. En la barra se sentaba Iván, que contó que “fueron momentos de angustia, de impotencia y de no poder hacer nada”. Él y otros compañeros pasaron dos jornadas de intenso trabajo: “Vimos que las llamas se acercaban a las casas y fuimos a por las motosierras y excavadoras para cortarles terreno y que no las devorasen”, explica. En el pueblo tienen una antigua bomba de gas y les preocupaba que pudiese explotar. “Cortamos su avance, hicimos lo que pudimos y luego llegaron las brigadas”, dice Iván.

 

Arden ya 4.000 hectáreas en O Invernadoiro y  tiene un total de 5.000

El Parque Natural de O Invernadoiro, en la parroquia de Pradoalbar (Vilariño de Conso) sufre un incendio que ya devoró 4.000 hectáreas. En total tiene una extensión de 5.000. 

Su interior es salvaje y virgen, unas características que dificultaron a la Brif de Laza las tareas de extinción. Sin embargo, este equipo logró salvar la parroquia ubicada a los pies de la montaña la madrugada del martes. Es un núcleo de 13 habitantes que cuenta con pequeñas explotaciones ganaderas. El fuego se acercó pero los bomberos forestales fueron más rápidos.

 

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