FIESTA TRADICIONAL

Laza se rinde a la primavera con la danza del Santo Cristo

03.05.14.LAZA.ENTORNO.DA.PICOTA.CELEBRACION.SANTA.CRUZ.
photo_camera Los danzantes del Santo Cristo ante numeroso público. (MARCOS ATRIO)

La villa escenificó un año más el Auto Sacramental con la Plaza da Picota abarrotada de público

Laza vivió ayer una de sus fiestas más tradicionales, el Santo Cristo, con la que se pretende rendir culto a la primavera y a los productos locales, pero también a la Cruz, a la Virgen del Rosario, a Adán y Eva y a Abraham, que para demostrar su fe ante los mandatos de Dios se dispuso un año más a sacrificar su hijo más querido, Isaac, en la Plaza da Picota.

La escenificación, que está llena de religiosidad, volvió a congregar un año más a numeroso público. "É unha das festas, xunto con Entroido, más importantes do municipio. Ademáis, é unha celebración moi vistosa, que os veciños viven e preparan durante moitos meses", apuntó el alcalde, Xosé Ramón Barreal.

Los actos comenzaron pasadas las once de la mañana cuando los "danzantes" -seis jóvenes de la localidad- se desplazan a una casa cercana a la Plaza da Picota a buscar a la joven que hace el papel de Eva, cuya identidad no es desvelada hasta que sale a la calle. En esta ocasión, la elegida fue Lorena González Blanco, que ataviada con el traje típico e hilando lana acompañó a los danzantes y a Adán para participar en la procesión del Santo Cristo.

Apostados en la puerta de la iglesia parroquial, la comitiva esperó a que salieran las imágenes, un Cristo Crucificado y la Virgen del Rosario, que fueron recibidos con una típica danza, baile que se repitió hasta en seis ocasiones durante el recorrido por las calles del pueblo.

En la Plaza da Picota llegó el momento más culminante con la representación de lo que se conoce como Auto Sacramental, que es el pasaje bíblico en el que Dios ordena a Abraham sacrificar a su hijo. Los vecinos ya tenían preparado el escenario y uno de ellos, Manuel Quintas, iba comentando cada uno de los pasos y cuando Abraham se disponía a clavar el cuchillo a su hijo, descendió desde una de las viviendas un ángel para pedirle que se detuviera y en lugar de su hijo sacrificara a un cordero, que los vecinos habían colocado en un lugar cercano. Tras la escenificación, la procesión regresó a la iglesia, en cuya entrada se enfrentaron en una lucha moros y cristianos.

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