Asuntos globales

Póker de mentiras de la dudosa guerra

Soldados ucranianos realizando maniobras, en la región de Donetsk.
photo_camera Soldados ucranianos realizando maniobras, en la región de Donetsk.

Se dice que lo primero que falta después de una inundación es el agua potable y que la primera víctima de una guerra es la verdad. En estas vísperas de una guerra, la de Ucrania, que todavía no es guerra, asistimos a una salvaje partida de póker protagonizada por la escalada de mentiras por parte de los dos contendientes, que todavía no son contendientes, pero tienen los dedos dispuestos a apretar los gatillos de los fusiles y dar paso libre a los disparos de los tanques y a los bombardeos de los aviones. De toda esta luminosa verbena de mentiras hay ya millones de víctimas. Son los ucranianos. Mujeres y hombres. La angustia y el miedo domina todos sus movimientos y actitudes. Los ritos prebélicos se multiplican. En las escuelas se les enseña a manejar fusiles a niños de 14 años, Estados Unidos ordena a sus diplomáticos y funcionarios que no sean necesarios que abandonen el país, al tiempo que ordena el traslado de su embajada de Kiev a Lviv, ciudad situada en el extremo occidental del país.

La única explicación que dio el secretario de Estado, Antony Blinken para justificar estas decisiones, fue: “ No tengo mayor prioridad que la seguridad de los estadounidenses en el mundo y eso incluye a nuestros colegas que sirven en nuestros destinos en el extranjero”. Entre las ordenes que dio figura la destrucción de todos los equipos informáticos y de telecomunicaciones que operaban en la embajada de Kiev así como el desmantelamiento de sus líneas telefónicas. En las liturgias de las guerras modernas adquiere una notable relevancia la ciberseguridad y el gobierno de Ucrania es particularmente sensible a este problema. Hace unos días denunció ataques informáticos masivos contra las páginas web del Ministerio de Defensa y los bancos estatales. A pesar de que no denunciaron quien estaba detrás de estos ataques, todos entendieron que era Rusia quien los protagonizaba. No es la primera vez que los servicios de seguridad ucranianos denuncian ciberataques rusos. Este tipo de ataques pueden ser una de las formas más sibilinas de la guerra moderna, ya que no es necesario una invasión a gran escala para destrozar los servicios básicos de un país.

Fuentes allegadas a la presidencia de los Estados Unidos anunciaron con grandes altavoces que la invasión se produciría el pasado miércoles 16 enero. Los ucranianos pasaron el día conteniendo la respiración, esperando ver aparecer centenares de tanques por todas las carreteras en dirección a la capital Kiev y aviones sobre sus cielos. Los tanques no aparecieron y los aviones tampoco, pero la tensión entre los dos bandos alcanzó las cotas más altas y las amenazas más estridentes. 

La pregunta es ¿qué está en juego para tanto griterío político, diplomático y militar? La seguridad de Oriente y Occidente. Por un lado está el euroatlantismo, liderado por los Estados Unidos, que articula con músculo de hierro la OTAN, Biden aprovecha esta circunstancia para galvanizar el papel de la OTAN liderada por los Estados Unidos, un papel muy deteriorado después de la catástrofe de Afganistán. Los dos bandos se mueven en la estrategia de definir el mapa político del mundo en el tablero de la geopolítica. Joe Biden trata de establecer un cinturón de seguridad frente al expansionismo ruso en el este de Europa. En las últimas horas parece que han trasladado 8.000 soldados a las fronteras bálticas y Polonia y también el flanco sur, en Rumanía. La escalada rusa sobre Ucrania ha tenido el efecto de cohesionar la llamada Europa Occidental y articularla en la defensa del antes llamado mundo libre. Pero también ha dejado clara la debilidad de la vieja Europa en materia de defensa. 

El presidente de turno de la Unión Europea, Macron, ha si recibido por Putin en el Kremlin de una manera fría, frialdad que se visualizó, en la mesa de seis metros que los separaba. Putin juega a dividir a los europeos, quiere dejar las cosas claras tratando de situar la crisis en un duelo entre Rusia y Estados Unidos y Ucrania es el gran pretexto.

A pesar del anuncio hecho por diversos asesores y portavoces estadounidenses fijando el día D., de la invasión el miércoles pasado, 16 de enero; los ucranianos recelaron de tal anuncio. Disfrazaron el nerviosismo inundando las redes sociales de comentarios jocosos, burlándose de un posible ataque. Mientras los líderes estadounidenses y europeos elevaban el tono de la denuncia y la inminencia de una invasión, el presidente de Ucrania, Zelenski, llamaba a sus compatriotas a no caer en el pánico. Mientras tanto Rusia anunciaba una desescalada, anunciando que retiraría a sus tanques y que pondría fin a las maniobras que estaban haciendo sus ejércitos en Bielorrusia y en Crimea, mientras Biden y otros lideres occidentales sostenían lo contrario. Afirmaban que los tanques solo los había trasladado de lugar, pero demostraban con fotografías aéreas que el llamado repliegue continuaba el cerco.

Biden y sus aliados quieren acercar sus fuerzas a las fronteras rusas, mientras Vladimir Putin rechaza esa probabilidad, además pide que todo el armamento llevado a Ucrania lo retiren. Y por supuesto, jura ante sus Cristos barrocos, que nunca consentirá que Ucrania se integre bajo ningún concepto en la OTAN. Cualquier avance en ese sentido sería un casus belli, un motivo de guerra. Por ahora no ha habido invasión del país, peo en el este se reanudaron los combates en la zona este del Donbás, una guerra que dura ya ocho años y que se ha cobrado quince mil vidas.

¿Habrá una guerra de invasión a gran escala? Es difícil contestar a esta pregunta. Si los dirigentes fueran medianamente razonables y equilibrados, la descartaríamos, pero como no lo son, la guerra siempre es posible, solo tienen que buscar un buen pretexto.

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