La víctima, enferma y con minusvalías, relató entre sollozos: ‘Me violó por todos los agujeros que tenía’

Un acusado de agredir sexualmente durante una noche a una mendiga inculpa a un amigo

Carlos Paramos Díaz, quien está en prisión provisional, ayer en la Audiencia. (Foto: Miguel Ángel)
Carlos Paramos Díaz fue juzgado en la Audiencia por un delito continuado de violación, hechos por los que el Ministerio Fiscal reclama a la sala una condena de 15 años de prisión. Los hechos, según la víctima, ocurrieron en una sola noche.
Testimonios a medias, incluidas las verdades. Y las verdades a medias acaban derivando en contradicciones, cuando no en mentiras, que colocan a uno en una difícil tesitura. Y el primero en responder a este patrón fue el acusado Carlos Paramos Díaz (44 años), procesado por una violación continuada y una falta de maltrato en el que, según el fiscal, la víctima fue una mujer que en septiembre de 2006 ejercía la mendicidad en Ourense.

También fue un juicio duro, fiel testimonio del lumpen. ‘Me violó durante toda la noche por todos los agujeros que tenía’, aseguró entre sollozos, a través de videoconferencia, la víctima, aquejada de una minusvalía psíquica y física del 96%. Pero, aun con sus limitaciones, fue contundente a la hora de narrar lo acontecido en el piso de la calle Bedoya en donde ocurrieron los hechos: ‘Hizo conmigo encaje de bolillos, analmente, bucalmente y vaginalmente; me pegó un paliza que me reventó y hasta me puso una bolsa de plástico en la cabeza, diciéndome que me iba a matar’.

La denunciante difirió en algún que otro matiz con lo narrado por los testigos (acerca de si entró en el piso una tercera persona o la entidad de las lesiones) pero el fiscal lo justificó en una personalidad marcada por un ‘sufrimiento indeleble’. A los nueve años fue abandonada por sus padres; a los 12 comenzó a consumir heroína; fue víctima de malos tratos, perdió la custodia de sus tres hijos y está aquejada de numerosas enfermedades.

La afectación hasta estuvo presente en la declaración del acusado, quien comenzó con un ‘qué me muera si no es verdad’. Paramos Díaz no tuvo reparos en inculpar a un amigo suyo con quien vivía porque tenía una orden de alejamiento con respecto a su propia familia. Según el procesado, ‘la chica me dijo que mi amigo era un cerdo porque había abusado de ella’. Más aún, no dudó en confesar que su colega, como no quería ir a la cárcel, le había ofrecido dine ro si cargaba él con la culpa.

Cuando llegó el interrogatorio del supuesto amigo, éste ofreció una versión diametralmente distinta, eso sí, con pareceres hasta la saciedad. ‘Al parecer’, según dijo, vio como el acusado trataba mal a la chica. ‘Al parecer’, la obligó a bajarse la ropa interior delante de él. Y también, ‘al parecer’, Paramos Díaz le amenazó si contaba la verdad durante la instrucción.

Y, entre medio, hasta quedó clara la falta de empatía entre quienes no se la juegan. ‘Llegó a casa nerviosa y me dijo que la habían violado, así que le dije que si era así que fuera al médico’, aseguró a la sala el compañero de piso de la víctima en aquella época. Y hasta ahí, su respaldo.


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