Luis Gómez, juzgado por un tribunal popular, asegura no recordar nada porque estaba drogado

El acusado de parricidio dice que le falta 'coraje' para matar

El acusado responde a las preguntas de la fiscal. (Foto: Miguel Angel)
Poco se sacó en limpio del testimonio de Luis Gómez González, de 44 años de edad y acusado de asesinar a su padre tras cortarle el cuello la mañana del 7 de junio de 2008 con la intención de robarle el dinero que guardaba en una caja de caudales. 'Tengo muchos lapsus de aquel día', dijo ante los miembros del jurado popular que probablemente esta tarde, tras escuchar a forenses y psicólogos, emitirá su veredicto. La noche anterior al crimen 'tuve una recaída y comencé a consumir drogas'. De modo más o menos regular, 'lo hacía desde los 14 años'. La noche comenzó con unas rayas de cocaína, y 'se me subieron sensaciones y
'Tengo muchos lapsus de aquel día', dijo ante los miembros del jurado popular que probablemente esta tarde, tras escuchar a forenses y psicólogos, emitirá su veredicto. La noche anterior al crimen 'tuve una recaída y comencé a consumir drogas'. De modo más o menos regular, 'lo hacía desde los 14 años'. La noche comenzó con unas rayas de cocaína, y 'se me subieron sensaciones y enajenaciones'. La tendencia declarada a las alucinaciones fue el argumento de la defensa para demandar, en caso de que no se absuelva al acusado, para que se contemple la eximente de responsabilidad criminal de la acusación por el delito de homicidio.

Para calmar los fantasmas, aquella noche tomó el coche y comenzó a conducir por Ribadavia porque 'necesitaba metérmela en vena'. A partir de ahí, todo se le borraba. La droga le provoca alucinaciones transitorias. Veo caras en los árboles, discuto con ellos, veo monstruos y guardias civiles donde no los hay'. Apenas recordaba haber estado en Covadonga. El resto, son lapsus. No recordaba regresar a Ribadavia con un compañero; ni subir a la vivienda de sus padres, ni entrar en la habitación paterna, ni tratar de estrangularlo con una servilleta ni degollarlo, ni robarle dinero de una caja de caudales. Los recuerdos regresan cuando estaba en el hospital, al que llegó con una sobredosis, y del que pidió el alta voluntaria.

'A mi padre lo quería. No creo que yo tuviese el coraje de hacerle eso'. Las broncas y las discusiones entre ellos 'eran el pan de cada día'. Pero eso no modificaba el cariño. 'Cuando mi hermana me llamó por teléfono y me dijo que mi padre estaba muerto, quise irme con él para arriba de una sobredosis'.

La declaración del acusado estuvo seguida de la de cuatro hermanos, cuñados y sobrinos. Todos ellos abonaron una misma tesis que, según la fiscal del caso contradecía la versión mantenida en fase de instrucción. La tesis pasaba por señalar que Luis y su padre -Camilo Gómez Pallarés- se querían mucho y que en ningún caso le daban dinero para mantener su adicción a las drogas porque tenía un trabajo. El argumento común incluía señalar que la caja de caudales que Camilo Gómez guardaba en su habitación no sabían si tenía dinero. Como en una leyenda urbana, habían oído hablar mucho de la caja, pero nadie la había visto por dentro. Los agentes de la Guardia Civil que asumieron la investigación cuando la médico certificó que la muerte de la víctima no era por causas naturales, señalaron a la toma de declaración a los familiares como el momento clave para conducir las pesquisas hacia Luis Gómez. De hecho, la propia familia les comentó que sospechaban de él, porque en una conversación telefónica -antes de la detención- les había reconocido los hechos. El testimonio del hombre que lo acompañó por el viaje a través de las drogas aquella noche, lo situó en el lugar y a la hora del crimen.

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