La víctima reconoció al hombre al que acusa de agredirla cuatro años después en una discoteca

Un acusado de violar a una joven de 17 años asegura que no la forzó aunque había bebido

El acusado, en el juicio celebrado ayer en la Audiencia.  (Foto: Xesús Fariñas)
Una relación consentida, tal como insinúa el acusado, o un violación. Estas dos versiones son las que deberá cotejar la sala que juzgó ayer a Ramón R.V. por una agresión sexual por la que la acusación particular reclama 12 años de prisión.
José Ramón R.V., 43 años, no niega haber mantenido una relación sexual con una joven de 17 años a comienzos de julio de 2003 pero sí que haya empleado la violencia y la intimidación para consumarla, tal como asegura ella. El acusado, que ayer por juzgado en la Audiencia de Ourense por un delito de agresión sexual, aseguró a la sala que en el momento de los hechos se encontraba en proceso de separación y solía salir de noche a menudo y que en un contexto de alcohol y diversión era posible que hubiera estado con la joven.

La víctima denunció haber sido violada la misma noche de los hechos, el 9 de julio de 2003, pero no fue posible la detención del encausado hasta cuatro años después cuando la joven se encontraba en una discoteca de la calle Valle Inclán y vio al presunto agresor.

Los hechos, según relató a la sala, acontecieron cuando a las 2,30 horas de la madrugada se dirigía su domicilio y caminaba sola por el Puente Romano. Allí -explicó- fue abordada por un hombre que no conocía de nada y que, al tiempo que la amenazó, la arrastró por los pelos hasta las inmediaciones de la capilla de Os Remedios y forcejeó con ella hasta que le introdujo el pene en la boca.

Los peritos del Instituto de Toxicología de Madrid confirmaron, vía videoconferencia, que los restos de semen analizados de una cazadora, el pelo y la boca de la joven pertenecían al acusado (el mismo ADN espermático).

Poca colaboración del Ejército

La fiscal reclama una pena de 9 de años de prisión y 6.000 euros de indemnización que la acusación particular eleva a 12 años de reclusión y 28.000 euros en base a los trastornos psicológicos y el trauma que padeció la joven años después. El abogado que representa a la víctima echó en falta la remisión por parte del Ejército (la joven estuvo algo más de dos años alistada) de los informes psicológicos que acreditarían esta circunstancia, pero no hubo, según dijo, colaboración. La defensa argumentó que la joven en dos ocasiones señaló que el violador tenía los ojos azules (el acusado los tiene marrones) y puso en duda que la erosión que sufrió en una de las manos sea compatible con la descripción de los hechos (haber sido arrastrada y el forcejeo). El Ministerio Público, por contra, descartó la inmediatez de la denuncia presentada por la víctima y la coherencia de la joven a la hora de relatar la agresión sexual en sus distintas comparecencias tanto en comisaría como en el juzgado instructor.



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