REPORTAJE

Arrugas que enamoran

Puxedo. 24-08-17. Provincia. Reportaxe sobre os grafitis feitos polo artista Mon á Señora Remedios na aldea de Puxedo no concello de Lobios.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Remedios Cabanelas posa ante el mural en que se la retrata y por el que dice, es la envidia de Puxedo, en Lobios.

Remedios Cabanelas, de 92 años, es la protagonista del último graffiti realizado por Mon Devane en Puxedo. Tras las pintura, el reflejo de una mujer "entrañable" y fuerte, que vive el hoy como una veinteañera. 

Puxedo es una aldea perdida en el corazón del Xurés. Curva tras curva por una de esas carreteras comarcales que se disfrutan con la ventanilla bajada y la mirada perdida en un paisaje privilegiado se llega a este pueblo. Pequeño, de casas de piedra que en muchos casos se han ido modificando con ladrillo y hormigón, a 700 metros de altitud en la ladera de la montaña y con los ojos puestos en la sierra 

En este pueblo se desarrolla un proyecto de puesta en valor financiado por la Dirección Xeral de Xuventude, Participación e Voluntariado y que la Asociación de Xóvenes do Xurés ha logrado por tercer año consecutivo gracias a su proyecto "Do gran ó pan". Este grupo de jóvenes, con Pablo Rodríguez a la cabeza, decidió recuperar el patrimonio material del ciclo del pan y con ello parte de la tradición. Han rehabilitado molinos, "eiras", hórreos y el horno comunitario. Pero también han querido lavar la cara de su pueblo e invertir contra el feísmo y el hormigón. Así fue como se pusieron en contacto con Mon Devane para que con sus esprais y visión artística del mundo rural cubriese esos muros acementados que afeaban Puxedo. Éste es ya el tercer año en que ha pintado en esta aldea. En 2015 hizo cuatro murales sobre el ciclo del pan: la siega, la malla, la molienda y la hornada. En 2016 retrató a Perfecto, gaiteiro de Puxedo. Este año el homenaje fue a la mujer labriega y la cara elegida la de Remedios Cabanelas.

Remedios está sentada en un banco frente a su casa. Una mujer pequeñita, con una larga trenza blanca que le cae por la espalda bajo un pañuelo, de ojos azules y una de las miradas más vivas y entrañables que se puedan disfrutar. 

Hacen falta a penas cuatro palabras para que Remedios haga la primera broma y comience a hablar de su vida. Lo maravilloso, habla del hoy. Tiene 92 años y habla de hoy, ni de ayer ni de mañana. Sin guion ni preguntas cuenta que se encuentra "como una de 20" y lo demuestra saltando repetidamente a pies juntos. También baila, dice que le encanta, desde pequeñita cuando ya bailaba con las sombras de los candiles. "Só penso en comer, traballar e durmir". Dice que no toma medicamentos, que come lo que le "veñe de gusto", lo más lejos que ha llegado a desplazarse ha sido a Ourense y una boda en Braga, se levanta casi siempre antes de que amanezca, ya tiene almacenada la leña para el invierno y no se preocupa por mañana. Siempre fue una mujer labriega. Ahora trabaja con esmero su huerto, algo sin lo que dice no podría vivir pues "cómpre o tempo para traballar", sonríe de nuevo y afirma: "O campo dame fartura, máis do que preciso".

La cara del costumbrismo

Todo esto es lo que Mon Devane buscaba pintar y de hecho dejó plasmado en el graffiti en que retrató a Remedios (aunque ella dice que parece más joven al natural) en un muro de la plaza de Puxedo. "Hacía tiempo que me apetecía abordar la temática costumbrista gallega. Reflejar, lo que yo llamo, economía de subsistencia, de esa gente que vivió toda la vida en una aldea que le proporcionaba prácticamente todo lo que necesitaba", explica Mon. "Cuando se lo comenté a Pablo me habló de la mujer perfecta para ello, me enseñó la foto de una señora y pensé que no podía ser más perfecta para trabajar sobre la temática tradicional con la que estoy y seguiré desarrollando". Esa fue Remedios. 

Siguiendo ese estilo tan personal marca Devane; de murales realistas y monocromáticos, en este caso azul, un color a priori frío; Mon capta la cálida expresión de una mujer viva, sonriente, amable, buena, de las que ya están de vuelta de todo, camina con las manos a la espalda y no pierde ni un segundo en nimiedades, exprime el día… "Tiene un rollo súper entrañable –afirma el artista– dan ganas de achucharla". Pero también quiso reflejar a una mujer fuerte en el sentido más amplio. Una vida de dedicación al campo no necesita de explicaciones. También de dedicación a los suyos y al pie del cañón en momentos muy duros, según cuentan dos vecinas durante la visita, porque Remedios sólo habla de hoy sonriendo con todo el cuerpo y un rostro con arrugas. Como dice Mon: "Arrugas que enamoran, arrugas de vida".

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