El pop art, arte sensorial, sugerente, retazo de lo cotidiano, inspirado en la cultura de masas. Su visión de la realidad sexual ha provocado encontronazos. En el Centro Cultural da Deputación, una muestra.

Arte para la revolución sexual

Robert Indiana representó así el amor.  (Foto: Xesús Fariñas)
Cuando Tom Wesselman se cansó de los desnudos femeninos se pasó a las naturalezas muertas.
A partir de ahí centraría su mirada en el entorno doméstico, en las habitaciones y baños de viviendas de la clase media. Erradicaría de sus pinturas la fantasía directa, la ilusión, como la que había reflejado en 'Bathub 3', 1963, donde aparecían pintados todos los elementos de un baño junto a la silueta de una mujer rubia secándose la espalda en una toalla a rayas. Pintaría ya en detalle otras obras, como 'Still life nº 20', un fragmento de una cocina con un Mondrian en la pared y sobre la mesa, entre un pan de molde, una coca-cola y unas cervezas, sobresalen unos plátanos y unas manzanas. Mientras en 'Bathtub 3', la figura femenina es una silueta plana, de la que sólo define el pubis dibujado y los minúsculos pezones, ahora las connotaciones sexuales quedarían reducidas al encuentro nada casual de plátanos y manzanas.

Para el inglés Allen Jones, 1966, el ideal femenino figura en un tríptico vertical, 'Perfect Match', donde unas estilizadas piernas se mueven a imagen y semejanza de las de 'Desnudo bajando una escalera', 1912, de Marcel Duchamp, iluminando, en potente claroscuro, una de las pantorrillas. En la parte central del tríptico, las caderas y nalgas quedan cubiertas bajo una minifalda de pliegues transparentes, en mera insinuación; en la parte superior resaltan unos labios rojos y unos pechos de artificio con pezones prominentes, en un rostro sin más detallles que una melena ondulada. En todo el cuadro no se descubre ni un ápice de la personalidad del autor, salvo el pulcro acabado, muy pop, y en la pulsión sexual descrita.


PIN-UPS Y PUBLICIDAD

En Mel Ramos no hay preámbulos. Las imágenes de pin-ups eran con lo que que soldados, operarios y camioneros decoraban su entorno más próximo. Muchas actrices de Hollywood se iniciaron como pin-ups, Marilyn Monroe, fue una de ellas. Los soldados, en un horizonte sin demasiada perspectiva, evadían su imaginación con aquellas estampas de chicas de mirada seductora, piernas largas y bocas entreabiertas en actitud sensual. Una de las dos bombas atómicas desplegadas sobre Japón llevaba incrustada una excitante imagen de Rita Hayworth. Mel Ramos aproximó a ellas su mirada, inspirada en dos elementos de la cotidianeidad, las pin-ups y la publicidad. La vida para el californiano, de Sacramento, se centró en representar exhuberantes mujeres a caballo, con conocidos artículos de consumo, una Coca-Cola, un Cohiba, queso Velveeta, etc... Si la publicidad representaba el acceso a una sociedad más placentera y sencilla, la dualidad -mujer y objeto publicitario- dibujada por él, adquiría, en medio de aquel despertar sexual que años más tarde describiría Gay Talese en 'La mujer de tu prójimo', una dimensión extraordinaria y surreal. La combinación de dos elementos tan dispares, una mujer desnuda, en actitud insinuante, y aquellos reconocidos artículos de consumo, reproducidos con tipografías y formas en rabiosa naturalidad, transmitía un mensaje ambiguo y cínico. Mel Ramos siempre tuvo claro que lo suyo era una crítica de raíz, con el mismo lenguaje de la publicidad y mucho fuego.

Mel Ramos, Allen Jones, Tom Wesselmann, los tres, se instalaron en el disparadero de los colectivos feministas, que en plena efervescencia pop, encontraron en ellos -dada su repercusión- un lugar para la batalla. Al menos, tal como ha desvelado en más de una ocasión Mel Ramos, hasta que aparecieron ciertos fotógrafos -Helmut Newton- que sobrepasaron con creces los límites sicológicos; porque una de las claves aportadas por este arte en esencia capitalista inspirado en el 'American way of life' es la superación del denominado arte retiniano, por otro más de concepto, dejando rienda suelta a la ficción y a la pura fantasía.

Ya la considerada primera obra pop, '¿Qué es eso que hace los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?', del inglés Richard Hamilton, 1956, está cargada de actitudes. Hablamos de un collage en el que aparece una pareja desnuda, él, musculoso culturista, de pie, cubriendo sus intimidades con un gigantecsco chupa-chups y la palabra pop incrita sobre una envoltura en rojo; ella, reclinada sobre un sofá, en una pose frívola de claro artificio; al fondo un amplio catálogo de carteles y pequeños electrodomésticos -reproductor de sonidos, una tele, una radio-, junto a un mobiliario despersonalizado.


TODO UN ICONO

Incluso para Andy Warhol, cuya sexualidad, igual que la de Jasper Johns o Robert Rauschenberg -ambos pareja en una época- difería de la de los otros artistas citados, impregnó sus piezas, sus frontales y solicitados retratos en Polaroids de urgencia, de rabiosa sensualidad, a veces incluso cruda y no apta para todos . Sin embargo fue él quien transformó una imagen, promocional de Marilyn, la bomba sexual por antonomasia, en todo un icono del S. XX, muy pop, aunque no exenta de otros poderosos significados.

Te puede interesar