La castaña fía su futuro a las nuevas plantaciones y al control de las plagas

La castaña ourensana vive un momento de transición, en el que comienza a dejar atrás la plaga de la avispilla del castaño, que desde 2014 mermó la producción, mientras mantiene la alarma por los nuevos patógenos, como el hongo que causó daños irreparables en la cosecha de este año. Para el presente curso, los productores se las prometían felices, pero el mal tiempo y las infecciones echaron por tierra las mejores previsiones, que apuntaban a superar en un 15% las 103.729 toneladas de 2020. En solo un mes, se pasó de la alegría a la tristeza, ya que los productores creen ahora que la cosecha caerá un 50%. Los agricultores descubrieron que este año muchas de las castañas que recogieron tenían un color negro por dentro, consecuencia de un hongo para el que todavía no hay nombre, pero del que se temen las consecuencias. Sin embargo, el hongo no es tan nuevo, ya que “estuvo siempre, lo que pasó este año es que por las condiciones climatológicas hubo más cantidad de hongo y causó más daño”, explicó Carmen Salinero, directora de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro. En este centro encuentran remedio para casi todas las plagas, aunque en el caso de este hongo están por el momento atados de pies y manos, ya que necesitan que el Ministerio de Agricultura apruebe algún producto para combatirlo. Climatología También recomiendan aguantar, ya que se desconoce si lo de este año fue un caso aislado o será tendencia en el futuro. “Tendremos que esperar, porque quizás este hongo llegó para quedarse y a partir de ahora tenemos una población importante, o a lo mejor el año que viene se da un verano mucho mejor y no hay tanto. Puede que el clima lo controle y no sea necesario aplicar tratamientos”, agregó la experta. El sector también contempla que aumente la superficie cultivada, una petición que la Xunta recogió en su nuevo Plan Forestal, que contempla la creación de 16.000 nuevas hectáreas para la plantación de castaño, si bien todavía se desconoce cuantas corresponderán a Ourense y, de estas, cuantas se destinarán a la producción de castaña y cuantas a la explotación maderera. Lo que está claro es que “hai un compromiso de plantación de novas hectáreas e recuperación dos soutos”, como indicó Manuel López, secretario de la Indicación Xeográfica Protexida Castaña de Galicia, quien también espera que comiencen a dar fruto las plantaciones de los últimos años. “Hai máis de 5.000 hectáreas de nova plantación feitas en Galicia desde que hai IXP e que van entrar en produción: algunhas xa están entrando pero aportan pouco, irase incrementando”, agregó. Ourense aglutina el 50% de los más de seis millones de castaños gallegos, y en cuanto al número de hectáreas cultivadas para la producción de fruto, la provincia cuenta con 13.812, lo que representa el 55% de las 24.990 que existen en Galicia y el 36% de las 37.779 españolas. La lucha contra la avispilla es “efectiva aunque tardía” En 2014 aparecieron los primeros ejemplares de la avispilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus), y ese año la producción mermó cerca de un 10%, pasando de las 98.609 toneladas de 2013 a 89.186 el siguiente año. Los siguientes años la producción del fruto se mantuvo estable en torno a las 89.000 toneladas, aunque en 2017 volvió a superar las 100.000, retomando la senda anterior. La avispilla todavía permanece, aunque su efecto se mitigó, en gran parte gracias al plan de lucha biológica que potenció la Xunta, que asentó desde 2015 en los sotos gallegos el parásito Torymus sinensi, depredador de la avispilla. La pasada primavera liberaron en 7.394 puntos de la geografía gallega un total de 7.619 cajas con 210 individuos cada una del depredador, lo que supuso 1.599.990 ejemplares liberados. Desde la Estación Fitopatolóxica creen que el remedio fue “efectivo”, aunque “tardío”. “La avispilla lleva pocos años, pero fue muy fuerte porque no se luchó con armas biológicas al momento”, afirman.