El acuerdo para que se declare la Ribeira Sacra Patrimonio de la Humanidad, única coincidencia institucional en una semana en la que de nuevo pisamos por los charcos judiciales.
Lunes, día 10: El huerto de la señorita Pepis
El Concello de Ourense tomó de nuestros bolsillos más de tres millones de euros (más de 500 millones de pesetas para los lectores anteriores a la ESO) y los sembró en Montealegre. Y claro, no germinaron. Brotó, eso sí, una de las actuaciones municipales más chuscas de los últimos tiempos al pretender colar como jardín botánico una obra que no atraerá a la comunidad científica internacional. A cambio, la concejala de Medio Ambiente, que recibió el espacio público a modo de coche de cuarta mano y con el motor gripado, prevé hacer un huerto urbano, como el lunes contó La Región. El gesto le honra porque cuando menos se preocupa por su utilidad. Se construye para vecinos y para la Universidad, añadía la información. Se trata de que los ciudadanos cultiven sus productos, una iniciativa que parece tener mucha demanda. Hace algunos años un amigo definió con esta acidez nuestra ciudad: "Este es un sitio de coches con los maleteros abiertos el domingo por la noche del que bajamos patatas, vino, huevos, grelos y demás". ¿Quién no tiene aldea en Ourense? ¿Y huerta, suya o de familiares? La iniciativa municipal estará bien, pero no deja de sorprender que en la provincia en la que,según la Xunta,hay más de 109.000 hectáreas de "prados e pasteiros", o sea abandonadas, optemos solo por cultivar una especie de huerto de la señorita Pepis.
Martes, día 11: Que dios nos libre dun "xa foi"
Cuando los 27 concejales del Concello de Ourense tomaron posesión juraron o prometieron "por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de concejal..." Por si tiene dudas, detrás de estos puntos suspensivos no sigue "y me moveré sobre el filo de la legalidad, hasta perseguir una imputación judicial" como marchamo de una gestión acrisolada. Está por demostrar que los 58.139 ourensanos que votaron a esta corporación, pero también los 29.532 que se abstuvieron o los 1.156 que hicieron nulo su sufragio esperen de los ediles que midan el delgado límite de la legalidad bordeándola, según varios jueces. El Concello de la tercera ciudad de Galicia y su gobierno no puede estar a expensas de si llama el cartero a la puerta con la enésima imputación judicial, como en esta ocasión a cuenta de las obras de la calle Bedoya. Ahora bien, los jueces ni tienen la verdad revelada ni pueden actuar como si caminasen sobre las aguas. Es de esperar (¿exigir?) que manejen investigaciones escrupulosas y datos lo suficientemente sólidos que sustenten la gravedad de los hechos que se les imputa a los representantes de los ciudadanos, no sea que después de pasados los efluvios periodísticos todo se quede en un "que Dios nos libre dun xa foi". Y no es la primera vez que pasa.
Miércoles, día 12: Los monjes siempre lo tuvieron claro
Nos podemos quejar de muchas cosas, pero no de que la naturaleza haya sido tacaña con algunos parajes. Ourense comparte con Lugo una parte de los casi 700 kilómeros cuadrados de la Ribeira Sacra, un territorio espectacular. Desde el siglo VI se documenta presencia monástica con la fundación de cenobios como los de Santo Estevo, Santa Cristina o San Pedro de Rocas. Las órdenes religiosas que poblaron la zona siempre tuvieron claro que vivían en un lugar único. Los políticos tuvieron que esperar al 2014 para darse cuenta. El miércoles leímos que hubo apoyo unánime en el Congreso para lograr la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Queda aún mucho camino por recorrer, pero más se esperó desde el siglo VI.
Jueves, día 13: Una solución con urgencia y preferencia
Esta crisis se engulló miles de puestos de trabajo. Cada mes llegan los datos de paro y no los digerimos ni con antiácidos. En Ourense a mediados del 2010 (por tomar un dato aleatorio) nos poníamos tiritas con los 23.000 parados y en este 2014 sobrellevamos los 30.500. La crisis se paga con sacrificios individuales a base de paro, salarios más precarios, empresas más asfixiadas y servicios públicos más débiles. Eso sí, hemos tenido que ir a por la banca a inyectarle dinero público para que no se viniese abajo como un castillo de naipes. Mientras, sus gestores pactaban millonarias indemnizaciones y pensiones de otra galaxia, al tiempo que en el mostrador de la sucursal se despa- chaba a los pequeños ahorradores el "tocomocho" de las preferentes. El jueves La Región contaba que los nuevos dueños de Novagalicia Banco prometían una solución en mayo. Quedan 35.000 afectados en Galicia que no tienen arreglado su problema, mientras 40.000 se han echado de encima esa losa. Si la antigua caja arregla lo de las preferentes, bendita hora. Antes todos tuvimos que ir en su auxilio vía dinero público para evitar su debacle.
Viernes, día 14: Que se ponga, me va a oír
El periódico contaba que más del 6% de las consultas al médico de cabecera se hacen por teléfono. Supongo que los usuarios del servicio que amplió el Sergas esta semana lo harían por resolver cuestiones burocráticas o patología menor. Es posible que las autoridades sanitarias persigan ganar en eficacia con el sistema, pero es de esperar que no se acabe montando un Call Center privado para atender a los usuarios de la sanidad pública o que este tipo de prácticas sirva para que el gestor pueda lucir listas de espera más bajas.
Sábado, día 15: Réquiem por la OMIC municipal
Ayer fue el Día del Consumidor y cuanto más tenemos que protegernos contra los abusos, menos medios quedan. La OMIC del Concello de Ourense atendió en el 2013 más de 5.400 consultas sobre servicios tan básicos y tan propensos al exceso como la telefonía o la vivienda. Pero este organismo municipal podría estar herido de muerte porque el gobierno central prevé asumir todas las competencias en la materia. En nombre de la racionalización del gasto se están cuestionando prestaciones públicas cuando cada vez es mayor el fraude en los servicios y productos. ¿Un ejemplo? Estos días está en marcha una campaña contra los abusos sobre venta de billetes de avión. Cuanto más expuestos estamos al fraude, menos medios hay para combatirlo.
