Saxofones, clarinetes, flautas, pianos, trompetas, bombardinos, violines, tambores o gaitas sonaron por media provincia en la festividad de Santa Cecilia, quien desde el siglo XVI es patrona de los músicos.
Los pasodobles ya no son mayoría en los repertorios de la bandas municipales, como tampoco lo son, entre el público, los adultos que antaño colapsaban las salas en cada concierto de la agrupación local. Los nuevos tiempos han traído aires nuevos a las bandas municipales que buscan atraer a un publico más heterogéneo intercalando bandas sonoras con piezas más solemnes y, por el lleno en los conciertos de ayer en honor a Santa Cecilia, es un reto conseguido.
"¡Que rico el mambo!" puso el broche final a la concurrida actuación que la Banda Nova y la Banda Unión Musical de Allariz en un abarrotado salón de actos de la Casa da Cultura alaricana. Pese a la ampliación del escenario efectuada hace unos meses por el Concello, los 90 músicos estaban como sardinas en lata en el último pase que levantó de sus asientos al público asistente. "Esto va creciendo y nosotros también, y queremos tocar para todos los públicos", resaltaba el director de la banda alaricana, José Manuel Vega, que preguntado sobre el simbolismo de Santa Cecilia, reconocía que "es un día de fiesta, pero especialmente es un concierto para disfrutar nosotros, los músicos".
Doble sesión en Celanova
Con más de 165 años de historia y una larga trayectoria musical, la Banda Municipal de Celanova volvió a tirar ayer la casa por la ventana para festejar con sus socios la festividad de su patrona. Ataviados con sus mejores galas, los músicos hicieron frente a la lluvia para amenizar el despertar de sus convecinos con un pasacalles, antes de la doble actuación en la eucaristía del templo monacal y en el Auditorio Municipal Ilduara de la localidad.
En la vecina Vilanova dos Infantes, los festejos al igual que el día, estuvieron teñidos de un frío gris ante la notada ausencia del que fuera su párroco y fiel defensor en las últimas cuatro décadas, Adolfo Enríquez. Así lo destacaba el director de la Banda de Vilanova, Benito Fernández Villar, que dirigió una actuación llena de respeto y solemnidad en el interior del templo parroquial.
Para acabar el día, unos y otros compartieron, por separado, una divertida comida de confraternización con tiempo para las anécdotas y los recuerdos, especialmente las de los veteranos que ya no están.
