El socialista Agustín Fernández, que se perfila como futuro regidor, busca el pacto con el BNG

La elección de alcalde abre una semana clave en la ciudad

Agustín Fernández con Pachi Vázquez, que lo avaló el miércoles. (Foto: M. ANGEL)
Comprometido ya el apoyo del BNG a la investidura, el aún concejal de Economía y portavoz municipal del grupo socialista, Agustín Fernández, se convertirá el miércoles en nuevo alcalde de Ourense si se cumple, como parece, el guión establecido.
Tendrá entonces casi tres años de mandato por delante, en los que deberá hacer frente no sólo al reto de ser un regidor que para los ciudadanos no era el candidato a alcalde en mayor de 2011 -él, en realidad, ocupaba el número tres de la lista socialista, que encabezaba Francisco Rodríguez-, sino también a la búsqueda de la necesaria estabilidad de su gobierno y a proyectos pendientes de la ciudad tan importantes como el nuevo Plan de Urbanismo o la integración de la alta velocidad en el casco urbano, si finalmente el Ministerio de Fomento adopta alguna decisión al respecto.

Comienza así una semana clave para la gobernabilidad del Consistorio de la ciudad, tras la salida del anterior regidor, imputado en la Operación Pokemon. Y esa,la de la gobernabilidad, será la primera cuestión en la agenda del aspirante a alcalde, que quiere al BNG en el gobierno porque un pacto con los nacionalistas -como el que disfrutaban hasta ahora- le permite disponer, aunque no esté exento de negociaciones entre ambos grupos, de la estabilidad mínima para navegar cómodo hasta los próximos comicios. En los últimos días, fuentes de la organización nacionalista dejaban abierta la posibilidad de no reeditar el pacto pero lo cierto es que la cuestión no se dirimirá hasta que hayan pasado las elecciones autonómicas.


VÍA LIBRE EN EL BNG

Así lo apuntó también la pasada semana en Ourense el candidato del BNG a la Xunta, Francisco Jorquera, quien en todo caso deja vía libre al consello local ourensano para adoptar esa decisión. De momento, sí está garantizada la investidura, apoyada por los tres ediles del Bloque oara evitar un gobierno del PP, la lista más votada hace un año.

Junto al pacto con los nacionalistas, la división del grupo municipal socialista no es un problema menor. Fragmentado entre partidarios del exalcalde (seis ediles más el propio Fernández) y de la dirección gallega (cuatro concejales), sus disputas no son nuevas. Sin embargo, la detención primero y la renuncia posterior del ya exalcalde Francisco Rodríguez, en el marco de la Pokemon, acentuaron la tensión, hasta el punto de que quedaron los afines a la dirección gallega del partido -Antonio Rodríguez Penín, Susana Bayo, María Devesa y Mónica Vázquez- al margen de los actos de apoyo a Rodríguez. Sólo la disciplina de partido tras el respaldo de Pachi Vázquez a Agustín Fernández, parece amortiguar las diferencias, pero el nuevo alcalde tendrá que manejar con mano izquierda una situación que se presenta complicada.

Las relaciones entre el gobierno municipal y los grupos de la oposición han sido tensas durante todo este mandato, a diferencia de lo que ocurría en el anterior donde las discrepancias políticas no se traducían en descalificaciones personales. Agustín Fernández, como portavoz socialista, protagonizó incluso alguna polémica en los plenos aunque ha sido uno de los pocos ediles socialistas que mantuvo la periodicidad semanal de las juntas de área, en las que los concejales de gobierno informan a los de la oposición. Fue, eso sí, duramente criticado tras entrar su hija a trabajar en el Concello. Reconducir la vía del diálogo con PP y DO se manifiesta, pues, también importante, si finalmente es elegido alcalde el miércoles.


PROYECTOS PENDIENTES

En plena crisis económica, Agustín Fernández tendrá que lidiar con una situación en la que no abundan las inversiones y en la que, posiblemente, deberá pelear por uno de los considerados proyectos estratégicos de la ciudad: la integración del AVE. El diseño que defiende su partido es el mismo que adjudicó Adif a finales del año pasado al arquitecto Norman Foster pero discrepa de la postura mantenida por el PP, ahora en el Gobierno de Madrid -y a expensas de lo que suceda el 21 d octubre con el de la Xunta-. En los próximos tres años deberá, además, quedar aprobado el nuevo Plan Xeral de Ordenación Urbana y sentadas las bases del desarrollo termal de la ciudad, principalmente en el entorno de As Burgas.

Acostumbrado a lidiar con los números tanto en su trabajo -es inspector de Hacienda- como en el Concello, los próximos años se perfilan también como los de las posibles indemnizaciones millonarias a propietarios como consecuencia de la anulación del Plan Xeral de 2003. Y deberá mirar hacia otros proyectos pendientes en la ciudad, que no dependen directamente del Concello, pero que son fundamentales, como la nueva depuradora de aguas residuales de Reza y la conclusión del Archivo y la Biblioteca de San Francisco, junto a la reanudación y terminación del Centro de Interpretación de Parques Naturales, paralizado por orden de la Xunta. Asimismo, deberá buscar vías de negociación con la Xunta para la implantación del transporte metropolitano, actualmente estancado por los problemas que el servicio presenta al transporte urbano tal y como lo concibe la Administración autonómica.

A estas obras se añaden las prometidas por los propios socialistas en las pasadas elecciones municipales, como es el caso de la ronda termal, para la que ya se han dado los primeros pasos, o la puesta en marcha de un tranvía aprovechando la vieja línea de tren, cuando se abra la de la alta velocidad.

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