La capilla del Santo Angel guarda en su interior los mausoleos más espectaculares de la ciudad

Los escondidos tesoros de un edificio histórico

Imagen del altar principal de la capilla. (Foto: Miguel Ángel)
El edificio noble del Santo Angel guarda en su interior una importante riqueza artística desconocida para los ourensanos y que la Fundación que lo rige pretende sacar a la luz. El recinto, con una capilla de relamido estilo neogótico, conserva quizás los mausoleos más impresionantes de la ciudad, obras de Asorey, Amaya o Higueras.
No es ni siquiera bonito pero llama la atención. Si no fuera porque está documentado, costaría atribuírselo a Vázquez-Gulías, por lo poco que encaja en su arquitectura habitual; pero el edificio que fue el origen de un colegio que contiene en su capilla los mausoleos más espectaculares de la ciudad, significa la obra cumbre de una mujer, Angelita Varela, marquesa de la Atalaya Bermeja, quien durante los 30 primeros años del siglo XX controló la vida social de la ciudad. A pesar de su espectacularidad y de su céntrica situación en el barrio de O Couto, el edificio del Santo Angel cuenta con un interior totalmente desconocido por los ourensanos, que no pasaron más allá de la capilla. Es en ese templo de relamido estilo neogótico donde están enterrados los tres personajes que hicieron posible la construcción del edificio: Isidoro Temes, marido de la marquesa; su tía, Dolores Varela, y ella misma. Los tres mausoleos, obra de los escultores Asorey, Amaya y Jacinto Higueras, son de estilos totalmente distintos. Todo el edificio está construido en piedra de las desaparecidas canteras de Reza y en él trabajaron distintos contratistas locales muy controlados por doña Angelita quien, según José Luis Cofán, buen conocedor de su vida, siguió la obra con la constancia, tenacidad e imposición que la caracterizaban.

El edificio fue construido para albergar niñas pobres y huérfanas, teniendo preferencia las originarias de la comarca de cea, de donde procedía don Isidoro, y las de padres emigrantes en Argentina, donde había nacido doña Angelita. Había una sala dedicada a biblioteca y otra para instalar el que sería el primer museo privado de Galicia, que contenía las piezas de arte familiares y, sobre todo, la magnífica colección de Sargadelos.

Contaba también con una habitación destinada a visitantes ilustres y recepciones oficiales, muy útil en una ciudad en la que no abundaban los buenos hoteles. En la torre del edificio, desde el que en 1909 -cuando adquieren los terrenos- se divisaba toda la ciudad y más, los canteros tuvieron el humor de poner caras de personajes conocidos a las gárgolas que la rematan, entre ellos el rostro de Rosalía de Castro. Seguramente lo más valioso y hermoso del edificio sean las vidrieras, sobre todo las del museo y la escalera, pequeñas pero con todo detalle, como exigía la marquesa. Aquí pastaban las vacas que todos los días cruzaban Ourense hasta el palacete de la calle Santo Domingo con el fin de ser orde ñadas para el consumo familiar y de los invitados de la casa.

Todo el edificio es hoy propiedad de la Fundación creada por la marquesa, aunque las monjas encargadas del colegio son las que ocupan parte de las estancias. Hace unos 20 años, el museo fue recogido, embalado y puesto bajo custodia de lo que era la Caja de Ahorros provincial, hoy Caixanova, que lo guarda en un almacén.

A excepción de la capilla, el edificio noble está sucio, descuidado y en no muy buenas condiciones. La parte más bonita del jardín, que contaba con altos y hermosos negrillos, fue destruida para instalar un parque infantil.

El órgano de la iglesia será restaurado gracias a una subvención del Concello y, sobre el resto del solar, se plantean cambios más o menos discutibles, que justificarían las jornadas dedicadas a Gulías en los últimos días.

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