Da por concluida la instrucción del caso y solicita a la jueza que el crimen sea enjuiciado por un jurado popular

El fiscal lleva a juicio al sospechoso de asesinar a sus padres en Taboadela

José Miguel Martínez Campos, en marzo de 2010. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
La muerte violenta de José Martínez (65 años) y María Teresa Campos (63) en Amendo (Taboadela) el 25 de abril de 2009 finalmente sí sentará a un inculpado en el banquillo: su propio hijo, José Miguel (40 años). El fiscal ha optado por mover peón y no archivar las diligencias previas practicadas a lo largo de estos últimos cuatro años. Una instrucción plagada de idas y venidas por la falta de pruebas concluyentes, que acabó jugando a favor del imputado en dos ocasiones con motivo de su excarcelación.
Pero ahora el fiscal del caso, Julián Pardinas, considera que existen indicios suficiente para atribuirle al hijo del matrimonio su asesinato a sangre fría con un arma de fuego. Por eso mismo, también, cuando llegue el momento, le acusará de tenencia ilícita de armas.

En este sentido, el representante del ministerio público , según pudo saber este diario a través de fuentes cercanas al caso, da por concluida la instrucción y ha reclamado al Juzgado de Instrucción 3 que el procedimiento penal sea enjuiciado por un tribunal del jurado. Según estima la fiscalía, hay base para llevar a juicio a José Miguel Martínez, quien el pasado mes ingresó en la cárcel pero para cumplir una condena de cuatro años y tres meses por coacciones a un amigo y tenencia ilícita de armas. Hechos que ocurrieron sólo ocho días antes del crimen de sus padres.

Por la muerte de sus padres estuvo en prisión preventiva en dos ocasiones, pero la Audiencia lo dejó en libertad por la inconsistencia de las pruebas en su contra. La última, en diciembre de 2011, al considerar que dos informes aportados a la causa en octubre de ese año 'no permiten sostener la existencia de indicios racionales de criminalidad en orden a una supuesta participación de José Miguel Martínez en los delitos que se le imputan'.

El fiscal, por contra, cree que hay base incriminatoria suficiente para sentarlo en el banquillo de los acusados. Y, aunque no tiene el arma del crimen -nunca apareció- y tampoco se halló el ADN del inculpado en el escenario de la muerte, sí tiene móvil -la enemistad con sus padres- e indicios como los restos de magnesio hallado en un pantalón (compatible con residuos de disparo, según la Guardia Civil) así como un estudio lingüístico que lo vincula con una carta anónima mecanografiada y con amenazas que guardaba en el bolsillo el padre cuando apareció muerto en el exterior de la casa.

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