El aumento de la colonia de cigüeñas blancas en A Limia -que es el área natural de la provincia donde proliferan con mayor intensidad- sorprende a lugareños y visitantes y abre un espacio de esperanza a la recuperación ambiental.

La hora de las cigüeñas

El constante incremento anual de la población de cigüeñas en la comarca limiana, y de forma aislada en otros municipios ourensanos, es un hecho.
Siempre cerca de los campos arados, en busca de comida, estas aves, vinculadas a la recuperación medioambiental, llaman la atención de vecinos y visitanes de la vieja Lagoa. Pero el aumento de la colonia también quedó reflejado en el estudio 'Las aves esteparias en la avifauna de la ZEPA de A Limia', realizado por encargo a biólogos. Esta hazaña no sería posible sin la intermediación de la Sociedade Galega de Historia Natural, que se ha encargado desde los años 80 -cuando la población de estas aves apenas superaba la docena de parejas- de instalar soportes artificiales para que las cigüeñas pudiesen construir sus nidos. A pesar del ingente trabajo de la Sociedade, 'la población de cigüeñas blancas todavía se encuentra ligeramente por encima de la mitad de ejemplares que sobrevolaban la Lagoa de Antela a mediados del siglo pasado', explica Serafín González, presidente de la institución ambientalista.

La recuperación total de esta especie todavía no se ha producido, pero las imágenes que estos días se pueden contemplar en los campos agrícolas de la zona con numeros grupos de hasta 40 o 50 cigüeñas ha sorprendido. Allí donde haya un tractor, su presencia está asegurada y es que la base de su alimentación son los insectos y reptiles, que quedan a la vista sobre la superficie de los campos tras el arado de las tierras. Su función trófica no es desconocida para los agricultores, ya que son 'un insecticida natural, gratuito y que no provoca intoxicaciones alimentarias', destaca González. A pesar de ello, las grandes bandadas observadas hacen desconfiar a los ambiantalistas sobre ciertos cambios en los hábitos migratorios, provocados, principalmente, por el cambio climático.

El comportamiento de estas aves se ha vuelto 'disperso' porque 'migran menos' y 'en diferentes épocas', cuentan los responsables en A Limia de la SGHN. Antaño, comenzaban a construir sus nidos en enero, mientras que ahora se han adelantado uno o dos meses. Asimismo, en agosto ya comienzan a escasear, cuando antes no migraban hasta septiembre u octubre.


POCOS CONTROLES

Uno de los principales problemas del control del censo de la cigüeña blanca es que éste no se realiza anualmente, sino con un intervalo temporal de 10 años. El último recuento censal con carácter internacional llevado a cabo en la comarca se remonta al año 2004, cuando el número de nidos de esta especie avícola era de 62 parejas. Durante este tiempo, se calcula que se han incrementado alrededor de 10 nuevos nidos, aunque las cifras no son oficiales. A pesar del aumento, los biólogos todavía sueñan con que la población siga repuntando hasta alcanzar la misma cifra de parejas existentes antes de producirse la desecación de la Lagoa de Antela (alrededor de 120 parejas). Para ello, las campañas de concienciación se focalizan en los centros educativos. El pasado viernes, se presentó con este objetivo el libro-cuento 'A historia de Antela contada por unha cegoña', en cuya presentación varios alumnos del IES Lagoa de Antela escenificaron algunas partes del relato. La conclusión es evitar 'la persecución directa que sufrían antes las cigüeñas' y que, con el inicio de la desecación de la Lagoa, se dio la estocada final a su supervivencia.


PROTECCIÓN

A las cigüeñas las ampara la 'Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas', conocida como Convenio de Ramsar, suscrito por España y otros 158 países para ahondar en 'la conservación y el uso racional de los humedales, recuerda Serafín González, que pone en entredicho su cumplimiento por parte de las autoridades.

Si este convenio se tomase en serio, explica el presidente de la SGHN, se recuperarían los beneficios que estas zonas aportan al ser humano, como es la depuración de aguas residuales para 'evitar problemas como el sucedido estos días pasados en el embalse de las Conchas (Concello de Bande)', que González relaciona con 'residuos mal depurados de las granjas y poblaciones'.

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