Pasó lo que pasó

El Imserso gana a Jácome

Gonzalo Pérez Jácome (MIGUEL ÁNGEL).
photo_camera Gonzalo Pérez Jácome (MIGUEL ÁNGEL).

Hay cosas más importantes

No hay margen alguno para la sorpresa aquí. Es de entender que en los medios extramuros de Galicia se hayan escandalizado por un nuevo altercado protagonizado por el alcalde Jácome, esta vez con una sindicalista. Prensa, tele y radio allende el Padornelo se preguntaban contritos cómo semejante prenda puede llegar a un cargo que tiene el tratamiento de Ilustrísimo Señor, con lo zafio que aparenta. Sin embargo, nadie en Ourense se ha sorprendido, menos engañado, porque aquí soportamos la halitosis desde las municipales del 2019. Hace años, al acercarse a Marín, apestaba el olor de la celulosa, pero los de allí estaban acostumbrados, no se tapaban la nariz. Si algo tiene de bueno esta ciudad es administrar las preocupaciones y los escándalos. Lo que entretiene fuera de Ourense, aquí aburre. La capital tiene perfectamente identificados con nombre, apellidos y cargo a sus canallas, pero no va diciéndole nada por la calle, como tampoco escupen a los dirigentes del PP por venderse a cambio del puestiño. Los ourensanos jamás se moverán porque tengan un alcalde maleducado, porque también los ha tenido muy finos de hechuras y han sido unos incompetentes. Lo único que pasó el martes es que Jácome se pasó con el sujétame el cubata que yo a esta tía le entro. A otro la chulería le supondría entregar el fuerte de El Álamo, pero él ahí sigue con su menguante grupo de harapientos manteniendo la bandera de la ignominia a salvo. Pero, insisto, la ciudad ha superado esa etapa, ha cronificado esa patología, ya no quiere que le extirpen el tumor y prefiere preocuparse por lo importante. El martes, el día del altercado protagonizado por Jácome, la opinión publicada sacaba munición gruesa, pero la opinión pública estaba preocupada por el paradero de unos pensionistas ourensanos que, camino de Levante, se quedaron tirados en el aeropuerto barcelonés de El Prat. Así lo demostraron los lectores con el seguimiento que hicieron de ambas informaciones.

A Berlanga   

El cineasta Luis García Berlanga incluyó en casi todas sus películas la palabra “austrohúngaro”. Sea cual sea la temática la mención al viejo imperio creado en la segunda mitad del siglo XIX estaba en el guion. Sea cual sea el papel político que toque interpretar en Ourense siempre se cita a “Jácome” con la misma frecuencia del “austrohúngaro” de las películas del fallecido director valenciano. Y con la misma utilidad: ninguna. Cuando socialistas y populares, en vez de hablarse, se mandan recados a través de los medios de comunicación para ver si hay posibilidad de cambiar el alcalde, están interpretando un papel, diciendo “Jácome” como quien dice “austrohúngaro”. Ya lo dijo Berlanga: “Al llegar a mi cuarta película comprobé que en las dos anteriores, por azar, había metido la palabra austrohúngaro, y había salido de una manera lúcida. Entonces me dije, voy a adoptarla como fetiche, como palabra talismán”. Los partidos sistémicos, PP y PSOE, dicen que deberían pactar una alternativa. Como quien dice “austrohúngaro”.

Entre tiernos y bienintecionados 

Luego llegó el pleno del viernes y como principal acuerdo la oposición se unió para pedir la dimisión del alcalde y el PP se abstuvo. Es todo tan tierno y bienintencionado que pudieron haber metido en la misma petición el fin de la guerra en Ucrania, que se acabe el hambre en el mundo, que no haya delincuencia y que, ya de paso, Marco encuentre a su mamá.

Escapar de la mirada del ofidio

El personaje es como las serpientes, que hipnotizan a sus víctimas y una vez que le anula la voluntad se las papa. La política municipal es también una auténtica burundanga, con su consiguiente sumisión química. Hay que ser muy fuertes para salir de ambas amenazas. Desprendidos de la hipnosis del ofidio y de la pérdida de voluntad ante la droga, debemos recuperar lo importante. Efectivamente, no ha sido lo único que ha pasado durante la semana, hubo los habituales datos del paro con el gélido relato de los porcentajes o, por ejemplo, un caso de puesta en circulación de moneda falsa en la zona de Santa Teresita. Pareció de lo poco verdadero dentro de lo equívoco y circunflejo que es todo aquí.  

Al poner la lupa: ya es primavera y la calle ya lo sabe

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Hay una ciudad que no vive entre el paréntesis de las elecciones municipales, son bastiones que resisten la zafiedad institucional, que le resbala todo por el plumaje social que están vistiendo ya desde hace un tiempo, con galas de pavo real. Gentes y colectivos que quedan muy al margen del trilerismo de la Praza Maior, que salen en tropel a la calle, no para la protesta y la algarada, sino para su disfrute, como quien va de la cocina al salón y viceversa. Sale para tomar los espacios haciéndolos suyos, sobre todo después de dos años de pandemia y reclusión forzosa. Y ahí estaba la calle y las tradiciones esperando pacientemente. Pasó con el magosto, lo hace con el entroido, también con los maios y sus coplas. El legado cultural se transmite, la creatividad se estampa contra los maios y la ironía y el sarcasmo inspiran las coplas. El sol se alía y la primavera ha estallado definitivamente.  La gente está en la calle, va donde le peta, no siempre donde se la convoca.

El portafotos
Elena Rivo, profesora de la Facultad de Empresariales y Turismo del campus de la capital, iba en la candidatura de Manuel Reigosa al rectorado de la Universidad de Vigo como vicerrectora en Ourense. Las elecciones, sin más, proclamaron a la única lista que optaba al cargo y se le abren las puertas a Elena de la máxima responsabilidad universitaria en territorio ourensano. Confiesa que le gustan los cargos de gestión y asumir responsabilidades, cuestiones ambas que tiene bien acreditadas en su amplia trayectoria en las aulas y en los despachos. Ha hecho una fugaz incursión por la política como concejala en la época de Manuel Cabezas, pero ya ha llovido desde entonces. Reparó en que el cultivo de las potencias del saber y la transmisión del conocimiento son divisas que merecen más la pena que la exposición pública bajo el caprichoso escrutinio del voto. Entre los retos que tiene Elena Rivo está el seguir proyectando un campus al que parece que siempre le falta algo. La historia de la Universidad en Ourense, al menos desde el punto de vista público, ha sido siempre la de tener que pelear para no quedarse de plato de segunda mesa, incluso de tomar menú reseso. Empeño no le faltará para cumplir objetivos. Tampoco interlocución con el rector.
Elena Rivo (MARTIÑO PINAL).
Elena Rivo (MARTIÑO PINAL).

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