La vida ha subido, eso es una obviedad, y también se nota en la feria. Los mercadillos se han convertido en un refugio para aquellos que intentan ahorrar, sobre todo en vestirse. Pero los feriantes tampoco están eufóricos con la situación, ya que, aunque sí que constatan un subidón de gente -que atribuyen sobre todo al parón por la pandemia, no tanto a la subida del coste de la vida- explican que el gasto por persona ha bajado. Por otra parte, esa subida del coste de la vida ha llegado también a los feriantes: algunos reconocen que han tenido que reducir los márgenes de beneficio y subir algunos precios.
Un feriante, que prefirió no identificarse, explica que “la gasolina ha subido muchísimo y eso a nosotros nos afecta”. Por esto, reconoce que algunas ofertas ya no son tan buenas como antes, aunque el precio no haya subido significativamente: “Por ejemplo, en los calcetines o la ropa interior igual se ha subido, como mucho 10 céntimos”. Además, algunas prendas que han mantenido el precio lo ha hecho a costa de “no ganarle casi nada”.
Iago da Cañiza acude a montar su puesto cada vez que hay feria en Ourense y coincide en que “si es cierto que hay más gente que en los últimos años”, aunque no cree que “haya la misma que antes de la pandemia”. Sobre la campaña estival indica que “aunque haya venido mucha gente, cada vez se gasta menos. Los que han venido de fuera no han traído un duro”, afirma.
Por otra parte, el principal atractivo que tiene la feria para los que deciden acercarse son los precios. Rosa Iglesias es una habitual del mercadillo, aunque advierte que la subida del coste de la vida está provocando que cada vez compre menos. “A pensión cada vez chega a menos, entón hai que comprar menos”, lamenta. Esta también es la situación de Luisa Domínguez, que afirma que “antes viña os tres días á feira e era raro que marchase sen comprar algo, por pouco que fora, agora veño só se me fai falla algo, sobre todo roupa, que aquí é moi barata e fai bo servizo; pero ás veces xa nin iso”.
