José Ramón Sánchez: "En el Casco Vello, un incendio podría convertirse en gran siniestro"

José Ramón Sánchez en el parque de bomberos. (MIGUEL ÁNGEL)
photo_camera José Ramón Sánchez en el parque de bomberos. (MIGUEL ÁNGEL)

 José Ramón Sánchez es el jefe de bomberos de Ourense

El verano ha llegadocon timidez a la ciudad. Las noches son todavía relativamente frías y de día las máximas se resisten a alcanzar los 30 grados. Sin embargo, 2022 está siendo un año muy seco, algo que el jefe de los bomberos de Ourense, José Ramón Sánchez, no puede obviar. Reconoce que el problema de la falta de personal del parque tiene una solución que está siendo ralentizada por la Administración y destaca la prevención -sobre todo los desbroces-, todavía insuficientes, como algo determinante para evitar los incendios urbanos y periféricos. 

Usted ya era el jefe del parque de A Chavasqueira hace dos décadas pero en 2012 se fue a dirigir el de Santiago de Compostela. El año pasado volvió  a su puesto en Ourense, ¿Qué cambió  desde entonces?

Prácticamente nada. Bueno sí, una cosa: se fue yendo personal que nunca se reincorporó. A nivel material se están intentando conseguir más cosas, pero todo va muy lento. La administración es muy lenta en trámites burocráticos. Está todo muy fiscalizado y es un tedio pedir cualquier cosa. 

¿En qué se diferencia el parque y la gestión ourensana con la de Compostela?

A nivel operativo son comparables, aunque en Santiago había más actividad preventiva que yo estoy tratando de mejorar aquí. Por ejemplo, visitas formativas a colegios, simulacros de evacuación de centros relevantes, prácticas, etc. Aquí hay mejores instalaciones que en Santiago, aunque todo es mejorable también, tenemos un edificio que tiene carencias porque se ha quedado corto para que el servicio pueda mejorar. 

La Unión Europea recomienda tener un bombero por cada 1.000 habitantes, lo que significa que en Ourense debería haber 71. ¿Cuántos bomberos hay operativos?

Hay 53 bomberos operativos pero cinco están de baja, algunas de ellas de larga duración.  Aquí al menos debería haber 11 bomberos en activo por cada turno -hay nueve- porque si uno es el telefonista, me quedan diez. Son las personas justas para abordar dos salidas simultáneas a incendios  y un accidente. Pero si se complica una de las dos cosas, nos veríamos obligados a establecer preferencias. 

El 2022 se está pareciendo mucho a 2017 climatológicamente, es uno de los años más secos de la historia. ¿Le preocupa que pueda haber más incendios?, ¿Estamos preparados?

Todos los veranos son preocupantes, este también aunque de momento estamos teniendo bastante suerte porque las noches están siendo bastante frescas. Eso sí, no sabemos cómo va a venir julio. El tiempo cambia constantemente y estamos en alerta porque la maleza crece muy rápido. Si viene un episodio de calor excesivo y empiezan a sucederse los incendios, la situación puede volverse compleja. Falta prevención.

¿Cómo se previene?

Hay que desbrozar, la Xunta debería difundir más la protección y la quema de franjas en núcleos de población. Es lo básico para que la emergencia futura sea de menor intensidad. Los incendiarios seguirán estropeando el medio ambiente, pero al menos tener protegidas las vidas humanas. 

En el rural hay perfiles concretos que pueden caracterizar a los incendiarios. ¿Cuál puede ser la motivación en la periferia de la ciudad?

Las justificaciones de antes están cada vez más obsoletas, sobre todo por la centrificación. Los incendiarios lo son de forma patológica, como mucho puede haber un tema de mala vecindad. 

Los incendios en casas abandonadas u okupas son recurrentes en Ourense, ¿Qué gravedad puede llegar a adquirir esta emergencia, dado que, por ejemplo, el Casco Vello está  repleto de solares en desuso-?

Sí, de hecho, hace poco hubo uno en un narcopiso de Eiroás, en una casa okupada. Nosotros nos comunicamos con Urbanismo para que tapien las viviendas e impedir así que sigan accediendo a ellas, aunque acaban entrando igual. Somos temerosos con el Casco  Histórico, las casas son muy pequeñas, están muy pegadas y por nuestro servicio y nuestros vehículos, un incendio podría provocar un efecto dominó y convertirse en un siniestro bastante grande. Los materiales de muchas de estas viviendas fueron muy nobles en su día pero ahora mismo suponen un riesgo. 

Otra emergencia que supone pérdidas son las inundaciones. En junio del año pasado llegaron a cerrar negocios por los estragos del agua. ¿Por qué nunca sale bien?

El alcantarillado es prácticamente medieval. Las calles Colón y Cervantes son las más perjudicadas. Es un problema que no se soluciona y encima ahora las lluvias son más torrenciales. Cada vez que se saturan las alcantarillas acaban desbordadas, porque tienen cerca de cien años. 

Siendo jefe del parque de bomberos de Santiago vivió  el accidente del Alvia. ¿Cómo se gestiona una tragedia mayúscula?

Haciendo de tripas corazón. Esa noche eran las fiestas y estaba en el operativo de seguridad. Es un día de afluencia masiva, con casi 15.000 personas en el Obradoiro. Habíamos colocado tres dispositivos alrededor de la zona vieja para acudir rápido en caso de emergencia. Cuando ocurrió estabamos trabajando 16 bomberos, mejor cubiertos que otro día. Cuando se produjo fuimos inmediatamente, salimos disparados, en tres minutos lleguamos a Angrois. 

¿Cuántas horas pasaron allí?

Entré un miércoles a las 20,45 horas y salí el viernes a las 11,00 horas de la mañana. De vez en cuando arrimabas la cabeza al coche para dormir unos minutos.  

¿Qué  se aprende o que reflexión hace de lo sucedido?

Me llevé cosas positivas de aquella experiencia. Desde que llegué vi una solidaridad increíble, en cuestión de 40 minutos prácticamente todos los bomberos del servicio estaban allí para trabajar y los que estaban fuera de vacaciones llamaron. Tenía a 45 bomberos más otros servicios de emergencias, todos a una. Hacían falta taxis para llevar a la gente que quería ir a colaborar.

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