El acusado la había conocido por Internet y la convenció para que viniese a visitarlo a Ourense

Juzgado por agredir a la joven brasileña que días más tarde otro hombre mató de dos tiros

María Socorro da Silva, joven brasileña a la que mataron en 2009. (Foto: Archivo)
Juan Bautista C.B., de 39 años de edad, fue juzgado por un delito de maltrato a su ex pareja, María Socorro da Silva, joven brasileña a quien conoció por Internet, y que el 26 de febrero apareció muerta en el río Avía, con dos tiros de escopeta. El principal sospechoso del crimen, Ramón Fernández, permanece en prisión desde hace casi un año. La fiscal reclamó nueve meses de prisión para el hombre que, a los pocos días de conocer a la víctima, presuntamente la maltrató.
El juicio podría pasar sin pena ni gloria, entre las decenas, los cientos de causas que genera la violencia de género. Pero no pasó. No, porque Juan Bautista C.B. estaba acusado de haber agredido a María do Socorro da Silva, una joven brasileña de 26 años, que encogió el corazón de la provincia en febrero de 2009, cuando su cadáver apareció en el río Avia, con dos disparos de escopeta. Por estos hechos, Ramón Fernández Álvarez permanece en la prisión de Pereiro de Aguiar como principal sospechoso del homicidio. Pero esta es otra historia. Juan Bautista C.B., a quien la Guardia Civil había llegado a investigar en relación a la muerte de María do Socorro, comparecía ayer para dar cuenta de una discusión, el 10 de enero de 2009, en el interior de un vehículo, que habría derivado, según la fiscal, en una agresión a su pareja, María Socorro, que le provocó una erosión en una mano, así como distintas contusiones. Por todo ello, el Ministerio Público reclamó pena de nueve meses de prisión.

Juan Bautista C.B. y Socorro da Silva se habían conocido por Internet. Él le propuso que viniese a España. Ella aceptó y dejó Bocabal, su pueblo natal, para emprender un sueño que el destino tiñó de tragedia. Él le pagó un billete de avión de ida y vuelta. Ella se embarcó y nunca regresó. Después del episodio de maltrato, en los primeros días de la relación, la joven lo abandonó, no sin antes denunciarlo. Se fue a vivir con una amiga, pero lo necesidad la abocó a prostituirse para sobrevivir. El 10 de febrero la mataron con una escopeta y la arrojaron al río. No apareció hasta pasadas dos semanas, en el embalse de Cabanelas. Su cuerpo permaneció otros quince días en una gélida sala del tanatorio por decisión judicial. Su familia, en Brasil, no disponía de los 8.000 euros que costaba repatriar a su hija. María do Socorro da Silva, enterrada en un anónimo nicho municipal, en Santa Mariña, no tiene familia que se acuerde de llevarle flores.

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