Creatividad y conciencia medioambiental son la base de un original belén, construido por los alumnos y padres a partir de materiales reutilizables

Los Magos son de tetrabrik en el colegio Miraflores

Los escolares diseñan las figuras del belén. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
La infancia es una de las épocas en la que más se disfruta de las fechas navideñas. La curiosidad, la emoción y la sorpresa iluminan las miradas de los más pequeños y, por consiguiente, contagian a sus padres de una ilusión que parecía dormida. Reparando en todos estos elementos, la Asociación de Nais e Pais del colegio Miraflores ha promovido la construcción, entre padres e hijos, de un belén a partir de materiales que se desechan diariamente.
'La actividad está dirigida a toda la familia con la intención de desarrollar la creatividad de los pequeños en compañía de sus padres', explica la presidenta de la Anpa, Olga Ansias. Para conseguir que este proyecto saliese adelante, el primer paso fue pedir la colaboración de los padres para conseguir los materiales. Tapas de botellas, envases de tetrabrik, palillos, retales de tela, papel o cartón se convirtieron en la materia prima óptima para una construcción libre, 'sin ningún patrón predefinido'.

Los niños, de entre 4 y 11 años, fueron diligentes e involucraron a sus padres en la recogida de un material que entregaron limpio y listo para su clasificación. El viernes, día 2, 26 familias -en torno a 35 niños con sus padres- comenzaron a crear este particular belén. Los materiales se ordenaban por tipos y los niños cogían aquello que necesitaban para crear el personaje elegido, todo, con suma concentración.

Muchos padres no daban crédito ante la creatividad que desbordaban sus hijos. El oro de las coronas de los Reyes Magos dejó paso a los envoltorios de bombones, un material igual de noble para los pequeños. Ayer, en torno a otras 15 familias remataron una obra 'que derrocha originalidad', en palabras de la presidenta.


RESPETO POR EL MEDIO AMBIENTE

Pero más allá de la creatividad, esta actividad inculcó valores de colaboración, compañerismo y conciencia medioambiental a través del juego, un entorno en el que los niños se vuelven mucho más permeables. Además propició un punto de encuentro para padres, hijos, educación y ocio. 'Los niños comprobaron una vez más que sus padres también tienen ingenio y forman parte del juego', cuenta Olga Ansias, orgullosa del resultado de la iniciativa. No fue necesario inscribirse de forma previa, ni acudir a ambas citas, simplemente se requería abrirle la puerta a la imaginación y dejar que ésta fluyese, tanto en alumnos como en padres.

Ahora, cuando estos pequeños creadores terminen un cartón de leche en el desayuno, su cabeza pensará en qué otro uso pueden darle a ese envase. Reducir, reciclar y, sobre todo, reutilizar, esa es otra de las lecciones que se trasladó a través de una actividad tan sencilla como hacer un belén. Y esta cultura de respeto al medio ambiente no sólo ha llegado a los niños, sino a los mayores que, quizás, remoloneasen ante la idea del reciclaje.

Si el contacto entre niños fuera de las aula es vital para su desarrollo emocional, los padres también salen enriquecidos del contacto con otros padres y de ver como sus hijos interactúan en su ambiente.

Participantes y organizadores, satisfechos con el resultado, están convencidos de que repetirán. Han estrechado lazos paternofiliales, fomentado la creatividad y plantado la semilla para un mayor respeto al medio ambiente. No esperarán todo un año para organizar nuevas actividades. La próxima fecha a la vista, el Carnaval.

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