Director del Centro Penitenciario de Pereiro

Manuel Arias Carral: ‘Vigilamos más fuera que dentro de la cárcel debido a los reos con trabajos comunitarios’

Manuel Arias. (Foto: Archivo)
Manuel Arias acaba de dejar la dirección del Centro penitenciario de Aguiar, en el que hay 450 reclusos, para ocuparse de la Secretaría General de la Subdelegación del Gobierno en Ourense. El ya ex director afirma que el mayor problema actualmente en la prisión es la vigilancia de las personas condenadas por diferentes delitos pero que no llegan a ingresar entre rejas y deben realizar trabajos en favor de la comunidad.
De trato afable, muy humano, abierto, siempre dispuesto a ayudar y preocupado por los reclusos. Estas son algunas de las virtudes que destacaban el viernes funcionarios del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar de su ya ex director, Manuel Arias, que a partir de esta semana se ocupará de la Secretaría General de la Subdelegación en Ourense. Arias Carral llevaba 16 años dirigiendo el penal y ya no se acuerda de sus comienzos y de la necesidades que había entonces en las instalaciones, pero tiene en la cabeza todas las obras realizadas y programas puestos en marcha para reinsertar a los reclusos en el mundo laboral y por extensión en la sociedad. Y es que Manuel Arias está plenamente convencido de que la reinserción social de los presos debe ser el principal objetivo de la cárcel.

De la dirección del Centro Penitenciario de Pereiro a la secretaría de la Subdelegación del Gobierno, ¿por qué el cambio? El cambio es muy satisfactorio. A nivel personal es una mejora sustancial y hay que enmarcarlo dentro de un contexto de vida familiar y personal, pero está resultando difícil dar el paso, no es fácil dejar el Centro Penitenciario, porque son muchos años. Llevo 16 años como director y tres como vicedirector y reconozco que me está costando. La plantilla de trabajadores es fabulosa, lo mismo que el ambiente que conseguimos en las instalaciones y resulta muy difícil despedirse.

¿Por qué la Subdelegación del Gobierno? Apareció la oportunidad y como llevaba muchos años en el puesto, ya me apetecía cambiar. El subdelegado, Camilo Ocampo, me dio esta oportunidad, me animó y estoy satisfecho con el nuevo destino.

¿Ya conoce el nombre de su sustituto? No lo sé, creo que aún no está designado y todo el proceso de nombramiento está abierto y es cuestión de Instituciones Penitenciarias. Desconozco quién será.

¿Y cómo afronta a su nuevo destino? De momento con optimismo y satisfacción, con la misma ilusión que acepté la dirección de la cárcel. Soy un trabajador y hay proyectos que salen bien y otros no tanto, pero así es la vida.

Aprovechó la entrega de diplomas a los presos que participaron en cursos de formación ocupacional para despedirse. ¿Cómo queda la cárcel? Funcionando perfectamente, en la cima más alta. Si hay ganas de sacar adelante a una persona que cometió un delito, ayudarla a que no vuelva a reincidir, siempre se consigue y en esto el Centro de Pereiro de Aguiar es en un modelo a seguir y punto de referencia para otras prisiones españolas. La plantilla de funcionarios, como decía antes, es fabulosa y puedo decir que gracias a ellos tenemos muchos casos de reclusos totalmente reinsertados, que tras pasar por la cárcel nunca más volvieron a delinquir. Puedo decir que tuvimos internos con hasta 40 delitos y en estos momentos están trabajando fuera de la prisión y ese éxito creo que es producto de un gran esfuerzo y de todos.

¿En qué consiste ese trabajo, qué hay que hacer para que un condenado no vuelva a cometer otro delito? El Centro Penitenciario tiene en estos momentos muchos programas en marcha. La educación, la autoestima, la amistad, deporte e incluso el medio ambiente son pilares fundamentales. Así tenemos programas educativos, de trabajo remunerado, para reinsertar a agresores sexuales, de violencia de género e incluso tenemos uno con animales domésticos, además de la Comunidad Terapéutica, que es modelo en toda España para que los reclusos que están enganchados a las drogas abandonen su consumo.

¿De qué trata ese programa con animales domésticos? Ese programa está destinado a las personas solitarias, con problemas de autoestima y sin apoyos familiares o de otras personas. Los animales que utilizamos son perros labradores, que se entregan por el día para que los cuiden y estén con ellos, se sientan responsables y así despertar lazos de cariño y amistad. Pero este es sólo un programa de rehabilitación más, ahora mismo hay 30 internos con becas de asalariados y otros salen todos los días a realizar actividades formativas. Si se quiere que las personas se rehabiliten hay que trabajar mucho, pero se consigue.

¿Tienen alguna estadística de personas rehabilitadas a lo largo de estos años? Son muchas, cientos de personas pasaron por los distintos programas de reinserción social, pero además de las terapias, hay que trabajar otros campos, como el que los reclusos habiten en unas condiciones dignas y tengan un trato humano. En la prisión cuidamos mucho los jardines y los espacios verdes y abiertos para que todos nos sintamos cómodos.

Y en cuanto a infraestructuras, ¿cómo está la cárcel? No nos podemos quejar, bien. En estos momentos se está remodelando el sistema de calefacción, construimos un gimnasio, una alameda, una cocina en la Comunidad Terapéutica, que utilizamos sobre todo para fomentar políticas de igualdad entre los internos condenados por violencia de genéro. También se realizaron obras en el departamento de mujeres, que lo dotamos de una peluquería y un salón de belleza. En estos momentos se acaba de realizar un curso de peluquería.

Durante estos años ¿siempre tuvo apoyo de la Administración? Siempre tuve apoyo, no me puedo quejar, aunque tenía que pedir para que me lo dieran.

¿Cuántos reclusos hay? En estos momentos hay 450, una cifra que está dentro de la normalidad, es el número adecuado para la capacidad de las instalaciones.

¿Quiere decir que no tienen ningún problema? Claro que hay problemas. Si una persona que está libre tiene 100 problemas, en una prisión esos mismos problemas se multiplican por 10, hay que entender que son personas que están privadas de libertad. Aparte del transcurrir cotidiano, las penas alternativas, las impuestas a personas condenadas a trabajos en beneficio de la comunidad suponen un gran problema porque el Juzgado los condena y nosotros somos los encargados del plan de ejecución, vigilar que se cumple la pena impuesta.

¿Cuántas personas hay en esa situación? La mayoría de ellos son por delitos de tráfico o quebrantamiento de condenas que tienen que realizar trabajos en beneficio de la comunidad y son 580, más que en la propia prisión y esto requiere un notable esfuerzo. Ahora que deja la prisión, ¿qué balance efectúa del apoyo de la sociedad al centro? Agradezco el apoyo prestado y la implicación de sus representantes políticos. Doy las gracias a todos los colectivos sociales y las personas que colaboraron de una u otra forma con la institución y a los ourensanos les diría que se sientan orgullosos, porque tienen una prisión que es punto de referencia en todo el territorio nacional.


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