Benposta no sale bien parada de la comparación que Matilde Fernández realiza con el centro de Vallecas, además de cuestionar la participación de la familia de Silva en el proyecto.
¿Cuáles son las principales diferencias que hay entre la ciudad de los muchachos de Vallecas y la de Ourense?
Todas. El modelo de Vallecas nace en 1941 en el contexto de una España empobrecida que acababa de salir de la Guerra Civil. Su historia está más ligada a este núcleo madrileño que a los propios muchachos que han pasado por sus muros. Es una organización que responde a los intereses y a las demandas de los propios vallecanos y que ha estado muy comprometida con la lucha social de Vallecas. En el caso de Benposta, es una ciudad que responde únicamente a los ideales del padre Silva, no de la sociedad ourensana, de la que ha ido alejándose progresivamente.
¿Hay diferencias entre los niños acogidos en Vallecas y en Benposta?
En Vallecas acuden sobre todo los niños del barrio. Son niños marginales en el sentido de que viven en un barrio marginal. En el caso de Ourense el acceso es de forma voluntaria, a lo cual contribuye ese mito de ciudad democrática y un banderín de enganche tan poderoso para una mente infantil como es la oportunidad de trabajar en el circo.
¿Cuáles son las expectativas para los niños que han sido educados en estas organizaciones?
Benposta ha sido un lugar que ha capacitado muy bien a los niños con potentes ramas de Educación Profesional a las que se han acogido casi todos. Aunque teóricamente también se tiene acceso a la Universidad, a mí me han comentado que han sufrido grandes trabas. La evolución de Vallecas ha sido hacia un colegio más de la ciudad, sobre todo desde que asumieron su control los Salesianos. En estos momentos se parece más al resto de las ciudades de los muchachos que a la identidad vallecana.
¿Qué diferencias o similitu des existen entre los fundadores de la ciudad de los muchachos de Vallecas y la de Benposta?
Entre las coincidencias destaca el carácter religioso de ambos fundadores. El padre Medina forma parte de la orden religiosa de los Asuncionistas y como vecino de Vallecas decide apostar por un modelo, aunque es uno más de la orden. En el caso del padre Silva es una organización creada según sus criterios y en las que el trabajo es una constante durante todos estos años. Yo no he logrado entender por qué tenían que trabajar tanto cuando recibían ayudas públicas y privadas, y además tenían diferentes negocios en funcionamiento y una escuela homologada por el Ministerio de Educación. Sin embargo, creo que lo peor de todo no ha sido que se les explotara laboralmente, sino que se explotara su imagen.
Benposta ha cerrado sus puertas. ¿Es éste el destino que les espera al resto de las ciudades de los muchachos?
No lo creo. Muchas de estas ciudades se han revelado como algo vivo, mientras en sus orígenes se nutrían de jóvenes con pocos recursos o niños de barrios marginales, ahora cumplen una función de acogida para los emigrantes. También es cierto que las elevadas cifras de niños inmigrantes en estas ciudades pueden provocar que acaban convirtiéndose en guetos.
¿Ha podido entrevistar al padre Silva para su investigación?
No, no he podido. He intentado algún acercamiento pero hasta ahora ha sido imposible. El padre Silva era un idealista que empezó Benposta siendo muy joven, tendría alrededor de 23 años y cometió muchas imprudencias que está pagando ahora. Una de las principales fue involucrar a toda su familia, poniéndolos a trabajar como profesores y en diferentes actividades. Aunque él seguro que no se daba cuenta, lo cierto es que estaba creando una especie de negocio familiar. Estoy segura de que ahora lo está pasando mal, y por eso cuando me preguntan ¿en qué ha cambiado el padre Silva? siempre contesto que el problema es que no ha cambiado en todos estos años.
Todas. El modelo de Vallecas nace en 1941 en el contexto de una España empobrecida que acababa de salir de la Guerra Civil. Su historia está más ligada a este núcleo madrileño que a los propios muchachos que han pasado por sus muros. Es una organización que responde a los intereses y a las demandas de los propios vallecanos y que ha estado muy comprometida con la lucha social de Vallecas. En el caso de Benposta, es una ciudad que responde únicamente a los ideales del padre Silva, no de la sociedad ourensana, de la que ha ido alejándose progresivamente.
¿Hay diferencias entre los niños acogidos en Vallecas y en Benposta?
En Vallecas acuden sobre todo los niños del barrio. Son niños marginales en el sentido de que viven en un barrio marginal. En el caso de Ourense el acceso es de forma voluntaria, a lo cual contribuye ese mito de ciudad democrática y un banderín de enganche tan poderoso para una mente infantil como es la oportunidad de trabajar en el circo.
¿Cuáles son las expectativas para los niños que han sido educados en estas organizaciones?
Benposta ha sido un lugar que ha capacitado muy bien a los niños con potentes ramas de Educación Profesional a las que se han acogido casi todos. Aunque teóricamente también se tiene acceso a la Universidad, a mí me han comentado que han sufrido grandes trabas. La evolución de Vallecas ha sido hacia un colegio más de la ciudad, sobre todo desde que asumieron su control los Salesianos. En estos momentos se parece más al resto de las ciudades de los muchachos que a la identidad vallecana.
¿Qué diferencias o similitu des existen entre los fundadores de la ciudad de los muchachos de Vallecas y la de Benposta?
Entre las coincidencias destaca el carácter religioso de ambos fundadores. El padre Medina forma parte de la orden religiosa de los Asuncionistas y como vecino de Vallecas decide apostar por un modelo, aunque es uno más de la orden. En el caso del padre Silva es una organización creada según sus criterios y en las que el trabajo es una constante durante todos estos años. Yo no he logrado entender por qué tenían que trabajar tanto cuando recibían ayudas públicas y privadas, y además tenían diferentes negocios en funcionamiento y una escuela homologada por el Ministerio de Educación. Sin embargo, creo que lo peor de todo no ha sido que se les explotara laboralmente, sino que se explotara su imagen.
Benposta ha cerrado sus puertas. ¿Es éste el destino que les espera al resto de las ciudades de los muchachos?
No lo creo. Muchas de estas ciudades se han revelado como algo vivo, mientras en sus orígenes se nutrían de jóvenes con pocos recursos o niños de barrios marginales, ahora cumplen una función de acogida para los emigrantes. También es cierto que las elevadas cifras de niños inmigrantes en estas ciudades pueden provocar que acaban convirtiéndose en guetos.
¿Ha podido entrevistar al padre Silva para su investigación?
No, no he podido. He intentado algún acercamiento pero hasta ahora ha sido imposible. El padre Silva era un idealista que empezó Benposta siendo muy joven, tendría alrededor de 23 años y cometió muchas imprudencias que está pagando ahora. Una de las principales fue involucrar a toda su familia, poniéndolos a trabajar como profesores y en diferentes actividades. Aunque él seguro que no se daba cuenta, lo cierto es que estaba creando una especie de negocio familiar. Estoy segura de que ahora lo está pasando mal, y por eso cuando me preguntan ¿en qué ha cambiado el padre Silva? siempre contesto que el problema es que no ha cambiado en todos estos años.
