La nueva Plaza coge forma con muchas piezas aún sin encajar

El edificio luce ya sus nuevas vidrieras, pero preocupa la distribución de puestos y la accesibilidad.

El nuevo edificio de la Plaza de Abastos número 1 de Ourense va cogiendo forma, con el objetivo de que las obras -con un presupuesto de unos 4,5 millones- estén finalizadas este mes de junio, el último plazo dado desde el Concello tras incumplirse flagrantemente las previsiones fijadas por la empresa constructora, Acciona, que prometió tener lista la reforma integral del inmueble en 18 meses para hacerse con la adjudicación del contrato.

El inmueble, todavía bañado por andamios, grúas y maquinaria, tiene ya sus nuevas vidrieras instaladas y permite hacerse una idea más o menos clara de cómo va a ser el resultado final. Asimismo, las obras de mejora son también ya visibles en el interior del recinto, como certificó esta semana pasada la arquitecta municipal encargada de escrutar la actuación.

Sin embargo, aunque el proyecto va dando pasos adelante, muchas (e imprescindibles) piezas del puzle no terminan por ahora de encajar, con el riesgo de que haya un edificio renovado pero diáfano sin que sea de utilidad para la ciudad, mientras la actividad de los placeros continúa en el edificio provisional de la Alameda, algo que seguirá siendo así al menos hasta el primer trimestre de 2023, según el cronograma anunciado hace unas semanas por el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome.

¿Qué falta?

Nada se sabe del proyecto que debe fijar los criterios para diseñar el interior del nuevo edificio, uno de los puntos que más inquieta a los comerciantes, recordando los riesgos de que el futuro espacio no sea útil ni funcional, con el fantasma de lo sucedido con el mercado de A Ponte, que lleva siete años cerrado tras su reforma millonaria. El alcalde ourensano aplazó, “si hay suerte”, a septiembre u octubre el inicio de las obras dentro del inmueble, que requerirán una inversión de unos 500.000 euros.

Asimismo, otro aspecto clave en el que inciden los placeros es la mejora del entorno y el rianxo, pero también la accesibilidad desde rúa Progreso, planteando una pasarela desde el Puente Murallón, o un aparcamiento subterráneo.

Mientras todo esto no salga adelante, tampoco será posible recuperar la Alameda del Concello para uso de los ciudadanos, ya que desde 2018 se ubica allí el edificio levantado para que la actividad de los placeros pudiese continuar mientras se realizaba la reforma del mercado. Los plazos, como en el conjunto del proyecto, se han ido alargando y llenando de dudas el futuro de un proyecto estratégico para la ciudad. 

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