Reportaje

La ourensana que fue testigo del 11-S en su luna de miel: "Fue caótico"

Arantza Fernández posa en el Campus de Ourense, ayer, dos décadas del atentado. (Xesús Fariñas)
photo_camera Arantza Fernández posa en el Campus de Ourense, ayer, dos décadas del atentado. (Xesús Fariñas)
Cuando se cumplen 20 años del atentado que dio la vuelta al mundo, Arantza Fernández recuerda su desdichado viaje a Nueva York. El miedo quedó muy atrás, y ya piensa en regresar

Hace veinte años, cuando se produjo el atentado de las Torres Gemelas, la ourensana Arantza Fernández Iglesias estaba de luna de miel a pocos kilómetros de ellas. Nueva York “siempre nos había llamado la atención”, recuerda Fernández, refiriéndose a ella y a su pareja, Luis Requejo Joga. 

En teoría, les esperaba un viaje tranquilo que combinaría esta gran ciudad con las paradisiacas playas dominicanas de Punta Cana. Hasta el día 11 por la mañana, cuando decidieron coger un metro para visitar las Torres Gemelas. Entonces, mientras se encontraban en el transporte público, sucedió el atentado y el vehículo quedó retenido en un túnel. Les dejaron salir poco después, y la pareja pensaba que habría ocurrido un accidente cualquiera. Hasta que hicieron aparición el humo y los policías y vieron cómo caía un edificio. No sabían que era la última de las Torres Gemelas, porque la otra ya se había volatilizado. El polvo empezó a acumularse, y “tuvimos que echar una carrera por Nueva York para que no nos alcanzara”, recuerda Fernández. A partir de ese momento, se vieron obligados a permanecer cinco días prácticamente encerrados, encadenando suspensiones de vuelos e intentando salir del país por distintos medios, cuando la ciudad ya era “un desierto, donde quedábamos los turistas y poco más”.  

En las fotos de aquellos días, se puede ver cómo vamos perdiendo peso poco a poco”, revela Fernández

Lo único que pudieron hacer durante ese tiempo, que se suponía su luna de miel, fue “ir del hotel a la embajada española y de la embajada al hotel, o, con suerte, a Central Park, el único lugar donde se respiraba algo de serenidad, esperando una llamada que nos permitiera salir de allí”. Y al final lo consiguieron, subiendo a un avión que no era el que tenían reservado en un principio, por lo que quedó anulada la visita a Punta Cana. La ourensana asegura que en las fotos de aquellos días “se puede apreciar cómo vamos perdiendo peso poco a poco”. 

No obstante, reconoce que “nuestra familia y amigos vivieron peor el 11-S que nosotros”. De hecho, mientras que en España se enteraron al momento por televisión, Fernández solo supo del alcance del atentado bastante después, cuando le consultó a un kiosquero americano que vendía fotos de la ciudad. La pareja había acudido a Nueva York sin teléfono, solo con una tarjeta de “España Directo” para llamar desde la cabina, así que, como este servicio estaba colapsado, les llevó su tiempo decirle a su familia (que sabía de su visita a las torres) que estaban bien. “Si hubiéramos cogido el metro 30 minutos antes, nos quedábamos allí”, asegura la ourensana. 

Fernández aún recuerda cuál fue, sin duda alguna, el peor momento del viaje. Estaban alojados en un hotel muy cercano al Madison Square Garden cuando fueron desalojados por una aviso de bomba. “Fue caótico”, resume. Aparecieron de repente, “como en las películas”, docenas de policías armados con chalecos antibalas y ametralladoras que rodearon el hotel, el cual ocupaba una manzana entera, y les hicieron correr por las calles de Nueva York, “solos, sin saber si iba a reventar todo, si caería una bomba. Nos dijeron que corriésemos hacia el río, y obedecimos, pero no sabíamos qué hacer al llegar a él. Eran las doce de la noche”. 

Con los días, la angustia fue aumentando mientras “la ciudad se vaciaba, con un servicio de metro que ya solo funcionaba para sacarte de la ciudad, y veías ambulancias y excavadoras por todas partes”. Aún conserva una fotografía suya en una Quinta Avenida totalmente vacía. Las calles, eso sí, estaban llenas de imágenes de bomberos que habían fallecido y pequeños altares improvisados. La pareja estuvo intranquila hasta que salió del país, por la posibilidad de nuevos atentados. La situación contrastaba como el día y la noche con lo vivido jornadas antes: el día 10 se había celebrado un concierto de Michael Jackson en el Madison Square Garden. 

Recientemente, Fernández y su marido intentaron regresar a EEUU con sus hijos, y se lo impidió una nueva catástrofe, la pandemia. El confinamiento no les pilló por sorpresa: ya lo habían conocido veinte años antes, en Nueva York. Y ahora, cuando cuentan su historia, la gente no se la cree.

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