PASÓ LO QUE PASÓ

Pasó lo que pasó | Échale huevos, pero regístralos

Las gallinas son una de las aves que deben estar registradas en como explotación avícola de autoconsumo (L.M.)
photo_camera Las gallinas son una de las aves que deben estar registradas en como explotación avícola de autoconsumo (L.M.)
El análisis de la semana en Ourense, de la mano de Antonio Nespereira

Antonio Nespereira ofrece su visión de lo que ha sucedido en Ourense a lo largo de esta semana.

Era todo “da casa”

Se ha escrito aquí que Ourense es una ciudad llena de coches con los maleteros abiertos el domingo por la noche. Patatas, huevos, chorizos o grelos llegan de la aldea, ese gran centro de producción de la marca “da casa”. Según el Instituto Galego de Estatística, más de un tercio de la población ourensana ahorra en la cesta de la compra gracias a los alimentos de la huerta, casi siempre regalados por padres o parientes. La tendencia es que la artrosis y los años provoquen el abandono del autocultivo, pero algo resiste al menos mientras que los burócratas no entren en la despensa. Para ejemplo, lo del registro de las gallinas según el número que tengas, que se publicó estos días. Como aquí queremos ir muy por delante, anticiparemos algunas medidas de la Administración para poner coto a ciertos desmanes no regulados. Veamos: ¿Están tributando ustedes por los huevos? Chistes no, que esto es muy serio. ¿Y sobre los chorizos que pululan por doquier? De nuevo abstenerse de respuestas fáciles. Lo de las gallinas es economía sumergida de manual. Esto es muy poco europeo, hay que limitar este tipo de desmanes porque corremos el riesgo de perder los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea. Y es una pasta.  De hecho, ya hay inspecciones para erradicar el dinero negro que supone la explotación de las aves de corral que hay en el pueblo. Controles que se extienden a patatas, cebollas, tomates y demás. A la Administración no se le escapa una. Hay docenas de actividades profesionales que se burlan del fisco, pero habrá tiempo de entrar ahí. De momento, empecemos por el gallinero. Una forma de cacarear como otra cualquiera.

Todo controlado

Empiezan los controles por lo tanto. Los inspectores son como los comerciales de Vodafone, que siempre llaman en los momentos que más molestan, como la hora de la comida. Timbran a la puerta atraídos por ese aroma a tortilla de patatas hecha con materia prima casera. Abre la puerta la señora y el funcionario se identifica como representante de la Inspección Superior de Tubérculos y de Sanidad Ovolactovegetariana del Ministerio de Papeles, Pólizas y Vuelva Usted Mañana, y le pide registro de procedencia de los productos con los que hace la tortilla, un certificado de convivencia con el donante de los huevos, la trazabilidad del aceite y la factura de haber pagado la sartén. La señora, por supuesto, tenía todo eso debidamente guardado porque, siguiendo instrucciones de otra administración, todo lo que pasa en casa está auditado, incluidos los hábitos higiénicos. Es más, muy precavida, contrató de su bolsillo una agencia debidamente acreditada por la autoridad competente que le controle todo, incluso las pruebas de paternidad de sus hijos por si también se las exigen cuando los lleva al cole. Nunca fue tan útil la burocracia.

El casamentero

Se han descrito también actividades inspectoras en la ciudad. Jácome, el alcalde, sin otra cosa mejor que hacer, ha decidido darle algo de curro a los haraganes que tiene como asesores. Ha creado la Patrulla del Amor, cuyo principal objetivo es ir a la caza de parejas casaderas que quieran contraer por lo municipal y disuadirlas de que oficie la ceremonia cualquier concejal que no sea el regidor. En las reuniones preparatorias, Jácome exhorta a su Love Patrol de élite: decidles que si les casa Luis Seara sus hijos hablarán el dialecto gallego. Si lo hace Natalia González, que se separarán pronto porque el PSOE es un partido que solo defiende a separatistas. Si lo hace Ana Méndez, su pareja puede salirle como la de Isabel Díaz Ayuso. Confirmaremos pronto si, como se barrunta, creará una empresa pública municipal para hacer de enterrador. Se llamará Mortajas D.O. Sociedad Muy Limitada, y tendrá como lema de lanzamiento: le enterramos a usted con la misma eficacia que a la ciudad.

Los buses

Y como llevamos 30 años esperando por el transporte metropolitano, el regidor ourensano, harto, abre un expediente no para buscar soluciones, sino para mirar a quién echarle la culpa. Se subió a un autobús para hacer él mismo los controles. Debe ser gafe, iba en uno de los “nuevos” y se quedó averiado al salir de la parada. Manda huevos, creo que dijo, como Federico Trillo.

El portafotos

Carlos Rodríguez, presidente del Consello Regulador da Indicación Xeográfica Protexida do Pan de Cea

Carlos Rodríguez es el presidente del Consello Regulador da Indicación Xeográfica Protexida do Pan de Cea, uno de los productos con más personalidad, identificativos de la provincia y más sabrosos. En días pasados alertó de la delicada situación del sector, sin relevo generacional y abocado al estancamiento o a la desaparición, salvo milagros. Hay censados 13 hornos desde el 2018 y la cifra se tambalea. Desde el organismo y las instituciones con competencia en la materia han sacado el botiquín de urgencias para parar la hemorragia del desinterés por el curro. Pero en el maletín solo hay tiritas cuando hace falta un desfibrilador para reanimar a este y a otros muchos gremios. No nos engañemos, hay trabajos que están condenados porque requieren una dosis de dedicación y sacrificio que la gente ya no está dispuesta a hacer. La alimentación quedará en manos de laboratorios que harán pastillas de caldo de grelos y en la construcción trabajarán los robots. En todo caso, buen intento Carlos, un valladar en la defensa del exquisito pan de Cea. Sigamos así y pronostiquemos el resurgir del rural. A ver si con los incendios del verano quiere trabajar alguien en la tierra y el monte. Ahí sí se apuntan.

Al poner la lupa

Un local cerrado
Un local cerrado

Este año no hay bono comercio, allá ellos

Las persianas bajadas, como el telón, demuestran que no hay función. El cambio de modelo de negocio, del patrón de consumo, la falta de relevo generacional y tantos otros factores dejan a la ciudad con decenas de bajos desocupados, aunque es un hecho no solo imputable a Ourense. El asociacionismo comercial pasó por mejores épocas y muy poco latido queda para hacer actividades que dinamicen el sector. En días pasados los comerciantes del centro lamentaron que el Concello de Ourense desmantelase la Concejalía de Comercio. No sé si esperaban otra cosa de este gobierno local salvo convertir todo vergel en arena. Hace un año el alcalde sacaba pecho con la regalía del bono comercio, que ayudó a levantar la paletilla al sector y a él a ganar las elecciones en mayo. Este año no hay bono de cien pavos y el gobierno  local viene a decir algo así como que le vayan dando al comercio. Ya no lo necesita, este año no hay elecciones a las que presentarse. Que se las arregle el comerciante.

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