Historias de un sentimental

El perfil sociológico de los que fuimos a los Salesianos y nuestra cordial camaradería

Alumnos salesianos de los años 60 en la vieja clase.
photo_camera Alumnos salesianos de los años 60 en la vieja clase.

Cuando nos encontramos, incluso tras años sin vernos, nos saludamos como si hubiésemos estado juntos la tarde anterior

El fallecimiento a los cien años de edad del salesiano don Jesús Morán, tan vinculado a Ourense, al que ha dedicado un precioso obituario nuestro compañero José Carlos Fernández Otero, ha reavivado en todos los que fuimos sus alumnos una catarata de recuerdos de tan querido profesor de varias generaciones de ourensanos, por su singular personalidad. Como recordaba José Carlos era nuestro “queridísimo lipoides”, mote cariñoso con que, como es costumbre los estudiantes bautizan a los profesores y que, en este caso, al serlo de Ciencias Naturales, y a sus métodos didácticos dio lugar a que le cantáramos una canción de cuya letra recuerdo el pasaje: “Grasas y albuminoides forman todos los lipoides”. Tenía a veces mal genio, pero su clase siempre era interesante, pues no sólo abordaba la materia reglada, sino la actualidad. Recuerdo el comentario que hizo el día que asesinaron al presidente Kennedy, aquel 22 de noviembre de 1963, sobre el alcance de aquel crimen que dijo que era “como si mataran al Papa”.

Un dato, que yo creo sociológico, es que los que fuimos alumnos de los Salesianos de Ourense en aquellos años sesenta, tenemos un perfil muy semejante como tipos humanos y conservamos fresca la camaradería y la amistad de aquellos años compartidos, de suerte que, cuando nos encontramos, incluso tras años sin vernos, nos saludamos y reconocemos como si hubiéramos estado juntos la tarde anterior. Esa camaradería se mantiene porque todos los años, con otras generaciones posteriores, nos reunimos en el colegio y celebramos una comida de hermandad. Previamente, en el acto religioso, recordamos los nombres de todos los compañeros que se han ido yendo junto al querido  “lipoides” y don Bosco.

Hace unos años, antes de jubilarme como profesor titular de la Universidad de Vigo, me cupo el honor de presidir en la Facultad de Comunicación de Sevilla, el tribunal que hubo de juzgar la tesis doctoral del director del Boletín Salesiano, en un solemne acto al que asistieron las máximas autoridades de la comunidad salesiana en España. Antes de intervenir, dando la palabra a los otros miembros del tribunal y de emitir mi propio juicio, con enorme orgullo, manifesté a los presentes que estaba allí porque yo era uno de tantos alumnos que pasaron por las aulas de los Salesianos, y que este hecho fue determinante en mi vida, como en la de los otros compañeros.

En ese sentido, recordé que en los Salesianos de Ourense naciera mi vocación por la comunicación que me condujo primero a la radio, luego al periodismo en general y por fin a la docencia universitaria. Recordé que en los Salesianos de Ourense teníamos una emisora de radio que emitía a las aulas, que celebrábamos funciones de teatro y zarzuela, recitales, el cine de los fines de semana y en suma, todo aquello que nos iba perfilando, aparte del deporte, como futuros hombres de bien. Es evidente que los Salesianos conservan el perfil original que quiso darle San Juan Bosco en cuanto dirigirse precisamente a la educación de las capas menos favorecidas de la sociedad. Los Salesianos eran el colegio de las clases medias y bajas, por lo general, frente a otros centros de otro nivel. Nuestra vinculación con el colegio era tal de que, hasta de vacaciones, acudíamos al centro a practicar deporte o asistir a los actos religiosos de modo natural.

Estoy seguro de que con José Carlos y conmigo, otros muchos compañeros habrán recordado con cariño al singular don Jesús Morán, “el lipoides”, a sus clases y a la ternura de su mal genio cuando no sabíamos responder qué era eso de “la cristalización” que nos había explicado con detallado esmero y notable paciencia. Yo ya lo voy entendiendo.

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