Energía y combustibles disparan el IPC en Ourense hasta rozar el 11%

Nada embrida la inflación, que sigue tensionando las economías de familias y empresas. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) certifican un 10,9% de incremento de los precios en Ourense frente al 9,8% del conjunto de España. En el último mes el incremento ha sido del 3,4%, equivalente a todo un año medio antes de la pandemia, y desde que arrancó el ejercicio la tasa es ya del 3,8%. Ninguna sorpresa sobre la responsabilidad del aumento: son la energía y los carburantes, ya que en el apartado de vivienda, agua, electricidad y gas el aumento rompió todos los registros hasta situarse en el 42%. Solo en el último mes ha subido un 12,6%. Por su parte, los costes de transporte crecieron un 18,7% desde hace un año y un 7,1% en el último mes. El tercer capítulo con los precios más caros ha sido la alimentación, con un 8,4% de subida interanual. Carmen Sampayo, decana del Colegio de Economistas de Ourense, ve que el dato del IPC provincial “é malo porque supera en máis dun punto o incremento dos prezos a nivel nacional”. Explica que “aínda que sexa motivado polo aumento do prezo da enerxía e do combustible, e o núcleo da inflación esté en niveis moderados, este incremento tradúcese en que os ourensáns perden máis poder adquisitivo que a media nacional”. Es decir, la brecha entre ingresos por salarios y gastos se sigue ensanchando. Para explicar este incremento, sobre todo el diferencial ourensano, Alberto Vaquero, profesor de Economía Aplicada en la Facultad de Empresariales, aprecia condicionantes demográficos en el consumo de alimentos y bebidas no alcohólicas, con tasas de crecimiento, “en zonas con población de cierta edad, como ocurre con Ourense”. Incide también la huelga del transporte, que “ha encarecido no solo los productos que se han vendido sino que ha provocado una falta de existencias e incluso un cierre temporal de la actividad”. Cita “los problemas que ha tenido Coren o Aceites Abril, entre otros”, en el sector agroalimentario, también en el maderero, el pizarrero de Valdeorras o las auxiliares de automoción. Vaquero alude a que a todo esto “hay que añadir la falta generalizada, antes del parón del sector de transporte, de algunos suministros, algo patente en economías como la ourensana, con una fuerte dependencia de materias primas”. De ahí la subida. Pocas excepciones El incremento ha sido generalizado en casi todos los grupos de productos analizados. Únicamente han bajado los precios el último año en Ourense en las comunicaciones (-0,5%), y en vestido y calzado (-2,6%). David Martínez, economista y presidente de los empresarios y profesionales autónomos, alude a un aumento de los costes en una provincia “con los mayores precios del combustible en las gasolineras y la dependencia de las materias primas de Ucrania y otros entornos afectados por la guerra”. También crecen los costes para las empresas, obligadas a repercutir la subida en el cliente final. Es ahí donde se produce una espiral peligrosa, según Martínez, ya que se demanda “un incremento salarial, como ha sido el SMI y de nuevo se genera un incremento de costes empresariales”. Percibe que la escalada de precios “puede ser peligrosa, ya que luego no hay techo y además, si no se mejora la producción y el PIB provincial decrece, podemos entrar en una estanflación”. De cara al futuro todos los analistas creen que el IPC se mantendrá al alza. Sampayo lo da por hecho, “porque xa tiñamos unha inflación alta e a invasión de Ucraína o que fixo foi empeorar o punto partida, no que se estaba intentando controlar que a inflación non fose un tema estrutural e se quedase só en coxuntural”. Por lo tanto esperan meses duros: “Os máis perxudicados serán as familias máis vulnerables, que terán que moderar o consumo en enerxía ou en alimentación”, dice la decana de los economistas. Victoria López: “O compro aceite o compro detergente” Victoria López reconoce llevar “muy mal” la inflación, una situación que, asegura, se puede incluso percibir en su rostro. “Ya tengo hasta mala cara y ojeras”, afirmó a la salida de la Plaza de Abastos, donde realiza su compra habitual, que a raíz del alza de precios incluye cada vez menos víveres. “Vengo de la carnicería, y lo que compraba antes no lo puedo comprar ahora”, agregó. Uno de los productos que más le está costando gestionar es el aceite, al que trata como si fuera un material precioso: “El aceite es oro y lo mido mucho, que no caiga ni una gota”. Su estrategia para que la inflación merme lo menos posible su calidad de vida pasa por distribuir las compras de los bienes más costosos. “O compro aceite o compro detergente, nunca en la misma semana”, aseguró. También echa mano de los consejos de otras épocas: “Me acuerdo mucho de mis padres y de la época de antes, el huesito hay que cocerlo tres veces”. “Estamos muy mal, hay que ir día a día, con lo justo y lo que se pueda”, concluyó. José Vicente Solarat: “Hay preocupación, pero no miedo” José Vicente Solarat vive la inflación “con preocupación, pero sin miedo”, ya que considera que “la humanidad ya ha sufrido etapas peores”. Para combatir los precios opta por reducir un poco las cantidades, aunque sin renunciar todavía a ningún producto. “Yo soy de los que dice que si antes el filete era de un kilogramo, ahora con la inflación lo comemos de 750 gramos”. Asegura que este encarecimiento del coste de la vida lo tomó por sorpresa, y todavía no consigue adaptarse a la nueva situación. “Yo todavía no he sido capaz de aclimatarme, es evidente que se nota la subida, a nosotros en casa nos cuesta sobre todo con el tema de la luz. En el resto también hay una diferencia de precios, principalmente en el pescado, y nosotros somos consumidores de pescado”, aseguró. A pesar de la situación, asegura no entender el sistema de precios de la energía, por lo que no busca las horas más baratas para concentrar el uso de electrodomésticos, como la lavadora, aunque sobre esta última sí pretende siempre “ponerla con toda la capacidad de carga”. Pepe Antonio: “Sales temblando del supermercado” Hacer la compra semanal se convirtió en una actividad traumática para muchos, como ocurre con Pepe Antonio, a pesar de que todavía no tuvo que dejar de adquirir ninguno de sus productos favoritos. “Sigues más o menos comprando la carne o el pescado de siempre, pero sales temblando del supermercado”, aseguró. Su situación no es de las más delicadas, y pide apoyo para quienes están teniendo más problemas para llegar a fin de mes. “Las familias en las que entran un par de sueldos en casa pueden ir tirando, mejor o peor, pero hay mucha gente que prácticamente no tiene ingresos, y tiene que comer igualmente”, destacó. Lo primero que se reduce cuando los precios se disparan son los gastos no necesarios, aunque hay algunos aspectos en los que es imposible ahorrar: “Al bar dejas de ir, pero a los niños hay que darles de comer sí o sí”, valoró. Teniendo en cuenta el alza en el precio de los combustibles, considera “normal” que la inflación llegue a todos los productos. David Rodríguez: “Recurtas e prívaste de moitas cousas” Para David Rodríguez la inflación implica reducir el gasto. “Recurtas e prívaste de moitas cousas”, aseguró, y destacó que el contexto se presenta ideal para realizar un cambio que ve necesario desde hace mucho tiempo. “Creo que o que está chamando á porta é un cambio de modelo productivo e de forma de consumo, non podemos seguir co mesmo sistema, sobre todo baseado nunha enerxía que desemboca en conflitos armados”, manifestó. Considera, además, que si la inflación provoca un descenso del consumo agregado, toda la economía se puede resentir, puesto que “nun sistema de mercado e de consumo é un problema que termina repercutindo no emprego e noutros aspectos”. Según su opinión, el principal problema reside en los precios de los carburantes, que actúan como resorte sobre el resto de productos. “O carburante repercute en todos os produtos agrarios, principalmente no gran”, destacó, y llamó a realizar un consumo “responsable, consciente e sostible”. Su visión no es del todo positiva: “Non imos poder cambiar se non é por colapso”.