Dieciocho ourensanos cumplen condena en prisiones de otros países, la mayoría por tráfico de drogas

Privados de libertad en cárceles extranjeras

La cárcel de Guimaraes (Portugal), en la que cumplen condena dos ourensanos.
Cuatro ourensanos fueron detenidos en el último año en Portugal, Venezuela y Argentina como presuntos autores de tres de delitos de tráfico de drogas y el restante por estafa. Los cuatro, tras prestar declaración en el correspondiente Juzgado, ingresaron en prisión y están en la actualidad a la espera de juicio. Pero no son los únicos, dado que otros 14 vecinos de la provincia ya fueron juzgados y cumplen condena en centros penitenciarios extranjeros, la mayoría de ellos por tráfico de sustancias estupefacientes.
Las fuerzas de seguridad portuguesas, venezolanas y argentinas detuvieron en el último año a cuatro ourensanos, tres como presuntos autores de un delito de tráfico de drogas y el cuarto por estafa.

Los cuatro, que fueron arrestados tras viajar a los citados países, ingresaron en prisión de forma provisional tras prestar declaración ante las autoridades judiciales y en la actualidad están a la espera de ser enjuiciados.

En caso de ser condenados elevarían a 18 el número de ourensanos que cumplen condena en prisiones extranjeras, la mayoría de ellos, diez, en centros de Portugal. Los otros ocho están privados de libertad en Marruecos, Holanda, Venezuela, Argentina, Colombia y Francia.

De los 18 reclusos, según datos facilitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, 16 son hombres y dos son mujeres. Entre los delitos por los que fueron condenados predominan el tráfico de drogas, pero también los hay por robo con violencia e intimidación, estafa e incluso por una agresión sexual. ‘La mayoría fueron detenidos durante un viaje. Sólo tres de los reclusos estaban residiendo temporalmente en el país en que fueron arrestados’, afirmaron en Asuntos Exteriores.

Alguno de ellos ya lleva cumpliendo condena desde el 2003 y el 2004 y, de momento, aún no tiene beneficios penitenciarios que le permitan ser trasladado a una prisión española. ‘Al menos con dos de ellos ya se solicitó el traslado, pero el juez lo denegó’, apuntaron fuentes ministeriales.

Cerca de dos millares

Pero no son los únicos, dado que otros 1.892 españoles están recluidos en prisiones de Portugal, Egipto, Tailandia, Venezuela, EE.UU, Alemania, Francia, Turquía, México y Colombia. Al igual que los 18 ourensanos, la mayoría fueron detenidos durante un viaje vacacional, entre los meses de junio y septiembre. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores recomendaban esta semana a todas las personas que tengan previsto viajar al extranjero prudencia y no coquetear con las drogas. ‘Hay narcotraficantes que pagan a turistas para que, al regresar a sus países, traigan una carga de droga. En el otro extremo tenemos jóvenes que ven una oportunidad de ganar dinero’, añadieron en Exteriores.

‘Mi hijo niega haber traficado y lo creo, sólo quiero que vuelva a casa’

Los españoles que están presos en el extranjero cuestan al Ministerio de Asuntos Exteriores más de 1.800.000 euros cada año. El dinero se va en asesoría jurídica, asistencia social, desplazamientos de familiares y atención personal y gestiones burocráticas con la Justicia y fuerzas de seguridad de los distintos países en que fueron detenidos. Pero el dinero quizás no sea la parte más importante si se compara con el drama que viven sus familias, sobre todo los de aquellos reclusos que cumplen condenas de muchos años.

Alberto González Rodríguez es un vecino de la ciudad, al que en la mañana del 18 de octubre del 2008 le comunicaron que su hijo había sido detenido en Portugal como presunto autor de un delito de tráfico de sustancias estupefacientes. ‘Tiene 27 años y aún no entiendo lo que sucedió’, afirma.

Siempre que su tiempo se lo permite se desplaza al país vecino, junto con su mujer y su otro hijo, ‘para verlo. Estar un rato con él, que sepa que tiene una familia que nunca lo va dejar de lado’, añade.

Alberto González contrató a un abogado portugués para que defienda a su hijo en los tribunales de Justicia. ‘El niega que traficara con droga. No se cansa de repetir que es inocente y lo creo, aún no leí las diligencias, ni tengo pensado hacerlo. Lo único que quiero es sacarlo de la cárcel’, lamenta.

Ana Calvo Ferreiro es natural de O Carballiño y tiene a su hijo mayor privado de libertad en una cárcel de Venezuela. Su situación es diferente a la de Alberto González dado que no puede visitar con frecuencia a su hijo, aunque disponga de todo el tiempo del mundo. ‘Cumple condena desde hace dos años y ya lo fui a visitar, pero hay que entender que es muy lejos y nuestra economía no permite viajar mucho. Lo llamo toda las semanas, hablamos entre dos y tres minutos, lo que nos permiten, que siempre saben a poco. Me asegura que está bien, pero con ganas de salir de allí’, explica, añadiendo que ‘es triste no poder estar con él, verlo para saber cómo está y poder animarlo. Desconozco sí le cogieron droga o no. A mí me asegura que lo engañaron, que es inocente’.

Ana Calvo recurrió, al igual que otros muchos ciudadanos, al Ministerio de Asuntos Exteriores y a la Embajada de España en Venezuela para defender a su hijo ante la Justicia ‘porque no dispongo de medios económicos para contratar a un abogado, ni en Venezuela ni en España’, lamenta.


Te puede interesar