Las pulsaciones de Sampaio

Jose Manuel Galán es de Jaén y vivió toda su vida en Madrid pero hace cuatro meses llegó a la aldea ourensana de Sampaio (Montederramo) para quedarse. Durante toda su vida trabajó como Policía Nacional en la capital y cuando llegó el momento de jubilarse buscó la forma de poder trasladarse al rural. Buscó por toda España opciones asequibles para su pensión y la más barata surgió en este concello. Así, sin relación alguna con Galicia, está en plena inmersión cultural. “No me esperaba este contraste de vida”, afirma, y más tras su abrupta llegada: Nada más establecerse la madre de su vecina -son siete vecinos repartidos en tres casas- falleció de un infarto. No es la primera vez que Galán se enfrentaba a un episodio como este, durante sus años de patrullero vio morir a gente y en numerosas ocasiones se remangó para ejecutar una maniobra de reanimación ante un infarto. También vivió la llegada de los desfibriladores, que cambiaron totalmente la forma de actuar. Con ello en la memoria y vista la muerte de su vecina, a la que los servicios de emergencias no pudieron salvar por no llegar a tiempo -debido al difícil acceso que presentan los caminos de la aldea-, Galán decidió invertir en un desfibrilador para la aldea. “Yo lo compré pero como vivo solo, está en otro de los domicilios, con un matrimonio que tiene la habilidad para usarlo, es algo para todo el pueblo”, explica el expolicía. Le sorprende el aislamiento al que están sometidas aldeas como la de Sampaio cuando ocurre una emergencia: “Nunca se me habría pasado por la cabeza que algo así podría suceder, que existen este tipo de dificultades para acceder a los servicios de emergencias”. Durante sus años en Madrid, “era increíble la cantidad de gente que moría en el intento de ser salvada, durante un ataque al corazón”, señala. “Es algo estremecedor, en mis 35 años de servicio aún se me ponen los pelos de punta al acordarme”, afirma Galán. Recuerda los tiempos en los que había menos ambulancias y tardaban más en llegar: “Antes éramos nosotros los que hacíamos de ambulancia. Llamaban al 091 antes que a la ambulancia y muchas veces teníamos que actuar”. Ahora, sabe que tanto él como sus vecinos están más protegidos: “En Galicia, he visto que hay falta de desfibriladores incluso en algunos centros de salud”, lamenta. Coincide su reincidencia en materia de desfibriladores con la del Sindicato Unificado de Policía de Ourense, que piden tenerlos incorporados en las patrullas para poder intervenir a tiempo. Tras años de peticiones, aún continúan esperando una respuesta.