El gallego Ramón Campos es uno de los dos fundadores de Bambú Producciones, una compañía instalada en Madrid y responsable de grandes éxitos de la ficción en España
El gallego Ramón Campos, uno de los dos fundadores de Bambú Producciones, una compañía instalada en Madrid y responsable de grandes éxitos de la ficción en España, considera que conocer al público y saber "dónde darle" es la verdadera fórmula que está detrás de esta nueva "época dorada" de la televisión y el cine.
"Hoy estamos viviendo uno de los mejores momentos de la ficción española en televisión y eso está creando una industria, que es la que debe sustentar la parte más 'autoral' del cine", sostiene en una entrevista concedida a Efe, y en esta tendencia sitúa "taquillazos" como los de 'Ocho apellidos vascos', 'El niño' y 'La isla mínima'.
Este entusiasta productor y guionista está convencido de que en este 2014 se ha "dado el paso y se ha conseguido la clave, por eso me esfuerzo en decir que hemos llegado a un tiempo parecido al que se vivía aquí en los años setenta, con un cine de industria que no tenía complejo en ir al público", -sería el caso de 'Ocho apellidos vascos'-, y un cine de autor que iba directamente a la crítica y al público más selecto.
"Si conseguimos de nuevo que esto pase, pues es maravilloso, ya que nuestro cine se convierte en potente".
Ramón Campos defiende esta convicción pero vive más "la tele" que el séptimo arte, y para ejemplificar su vocación recurre a un símil deportivo: "Dicen por ahí que el cine es como las carreras de coches de época y la tele la Fórmula Uno, a toda ostia, y eso es lo que me entusiasma".
Su compañera en Bambú Producciones y en la vida es su pareja, Teresa Fernández-Valdés, a la que conoció por trabajo y con la que mantiene una perfecta conciliación laboral y familiar, hasta el punto de que los consejos de administración de la empresa "se celebran en casa, mientras cenamos, puesto que somos los dos únicos socios", dice sonriendo.
Series televisivas como 'Bajo sospecha', 'Gran Reserva', 'Velvet' y 'Gran Hotel' llevan el sello de Ramón y Teresa y del equipo de una factoría que pretende conjugar experiencia y talento para sorprender en cada una de sus apuestas.
Los fundadores la conciben como una "boutique" y controlan todo lo que de ella sale, incluso en vacaciones, como les sucedió en una piscina de Sri Lanka, en la que aprovecharon para leer unos textos.
"En Bambú somos muy de 'concepto', si nos lo compran empezamos a desarrollarlo, y tenemos una hermandad importantísima, sabedores de que la rueda tiene que girar porque hay más de trescientas personas que dependen de nosotros", razona Ramón Campos, un creador que percibe la televisión como "un ente muy vivo" que requiere una atención total.
El público televisivo es mayoritariamente femenino, observa, y de nuevo recurre a una elaborada metáfora, esta vez "en forma de tarta" de cumpleaños.
"El bizcocho son las mujeres, de 45 años en adelante; la nata, los hombres, las guindas los jóvenes y las velas los niños. Uno puede hacer tartas sin nata, guindas y velas, pero nunca sin bizcocho porque se derrumba. El que intente hacer una serie televisiva sin mujeres está hundido".
Esto no se limita a este mundo, porque "las novelas que están arrasando van a por las mujeres, lo cual habla muy mal de los hombres españoles", bromea, y vaticina que en un plazo de quince años estos porcentajes van a mudar.
Se impondrán esas generaciones que en la actualidad ven las series por Internet y tienen una "cultura audiovisual muy potente" y, cuando eso pase, ofertas como 'Black Mirror' se situarán a la cabeza en España, algo que tendrá su reflejo, igualmente, en los libros.
En lo que "tocará trabajar" es en esa parte de "evento social" de las series televisivas, que todavía aguarda por un remedio que Ramón Campos desconoce: "La soledad del espectador nunca es agradable y en el ordenador hay algo de comunidad que vemos que se pierde. Somos seres sociales y todos tenemos en mente cuando en el intermedio se producían llamadas telefónicas de: ¿has visto eso?... Las típicas".
La vorágine de la producción no le deja demasiado tiempo libre, pero sí el suficiente para seguir maquinando una receta que corrija esta carencia.
