Feliciano Figueiró, el nigranés que construye reproducciones de catedrales y monumentos famosos, concluye estos días una réplica a escala y en madera del templo de A Veracruz de Carballiño.

Una Veracruz 'de bolsillo'

Feliciano Figueiró posa con su última de obra, que comenzó a construir en octubre. (Foto: FELIPE CARNOTTO)
La afición de Feliciano Figueiró queda clara nada más cruzar la puerta de su casa de Camos (Nigrán). Tras dar un par de pasos, al visitante le reciben de frente dos maquetas de los buques de la marina mercante en los que se embarcó a los 20 años y que tuvo que traer de México hace más de tres décadas. Cuando llegó con ellas a Galicia y vio como, poco a poco, se habían ido deteriorando sintió la necesidad de repararlas. La pena inicial se fue transformando en un gusanillo que 'engancha' tanto que Feliciano no ha parado en los últimos diez años, desde que se jubiló.
El 'Stanley Angwin' inglés y el 'Jubela' noruego son el anticipo de lo que aguarda en su sótano, donde sorprende encontrarse con la Sagrada Familia, la Catedral de la Almudena, la de Burgos, la Torre de Hércules, la iglesia de la Peregrina de Pontevedra, el Puente del Milenio de Ourense y, como no, el de Rande. Por allí ya no está la joya de la corona, su reproducción de la Catedral de Santiago, que ahora se muestra en el museo del templo compostelano.

Estos son sólo algunos ejemplos de una larga lista de monumentos a los que se acaba de unir la catedral de la Vera Cruz de O Carballiño, que también se expondrá en la basílica. 'Lo llevarán allí dentro de un mes aproximadamente', relata Feliciano, porque 'algunos vecinos' todavía pasan por su casa para ver esta obra de madera, de casi dos metros de largo, 70 centímetros de ancho y cuyo campanario roza el metro y medio de alto. En ella ha llegado a invertir 'hasta cinco o seis horas' durante muchas jornadas de invierno.

Las creaciones de este arquitecto de miniaturas no son improvisadas. Detrás de ellas hay un metódico trabajo. Feliciano visita los monumentos, los fotografía desde todos sus ángulos, diseña planos y los estudia concienzudamente. Su mujer le acompaña en esta pasión y hacen coincidir sus viajes con el siguiente objetivo. Ya han perdido la cuenta de escapadas y maquetas. Feliciano habla de '16 o 18'. 'No sé muy bien', resuelve. Lo que tiene claro es su próxima obra: la iglesia de Santa María de Baiona, la ex Colegiata. Se ciñe a lo que le queda cerca porque la edad le condiciona los desplazamientos, aunque de momento no le quita la 'ilusión' que tiene cada vez que empieza un nuevo proyecto, habitualmente en octubre, cuando el invierno le aleja de la huerta y de los animales, y le encierra en su pasión.

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