Este verano es el mejor invierno

El mes y los otros once de mal tiempo Sea culpa del cambio climático o de los presagios del primo de Rajoy, este año la canícula está pasando desapercibida. No sé si fue una meteogalicia o una aemet de estas que pronosticó unos meses de julio y agosto de cuidado, pero en Ourense esto no da ni para canción del verano. Flojos, muy flojos los termómetros en las últimas semanas en los que ya ni Sabina resulta anacrónico: “más raro fue aquel verano en el que no paró de nevar”. Aquí somos muy de invierno, muy de nieblas colgadas en las hojas de los carballos. El verano, corto, es una estación que cuando la esperamos, ya se ha ido. Entra agosto y parece la castañeira, ese ensayo otoñal, con los erizos tambaleándose antes de caer. En Ourense somos más de cocidos que de gazpachos, más de churrascos que de ensaladilla. Somos de estirpe calórica, nada de flojedades mediterráneas. El verano ha sido siempre una estación por la que hay que pasar en espera del invierno, una especie de reválida o de oposición en espera de la placidez. Es muy creíble por lo tanto que desde la calle se oigan voces que claman por el invierno desde las terrazas o la sombra del parque. La meteorología pública que soportamos es como aquella definición del año en el norte: once meses de inverno e un de mal tempo. Tan acostumbrados estamos al chocolate con churros que detestamos el granizado de limón, una cursilería como pocas. Este verano es propio del cambio climático, no del cambio político, que no muda jamás. Yo encuentro cómoda a la gente que pasa este invierno de julio y agosto en la ciudad, por ejemplo. La veo feliz disfrutando de la nada cultural, del gélido ambiente festivo, de las nulas dotaciones termales, del descuido urbano. Quedan en la urbe escapando de villas y ciudades de todo el orbe que son capaces de regatear el virus y al menos hacer una programación de mínimos. Pero es una lata, reconozcámoslo. ¡Y lo que se suda! Mejor este gélido ambiente municipal, dónde vas a parar. Qué bello es este invierno nuclear que nos envía la Plaza Mayor. De Valdeorras se ríe todo dios Pero la tiritona que nos está entrando no es por la falta de festa rachada, tampoco consecuencia de la reacción de la vacuna. Es para meterse en el iglú en el que nos obligan a vivir estos esquimales. Contaba el periódico que las comunicaciones con Valdeorras por ferrocarril son una burla, con sus casi siete horas pola beira do Miño hasta Vigo cantando la de Andrés Dobarro. A la comarca más exportadora de la provincia y con más empleo industrial de Galicia por cada cien habitantes se le ríe a la cara todo dios. La N-120 es un embudo, la A-76 está solo dibujada, la circunvalación de O Barco con el carretillo pinchado. Y, claro, el tren también pita a lo lejos, tanto que parece no llegar nunca. Lo denunció una vez más este periódico, mientras los empresarios (bueno, sí, los orgánicos), los sindicatos (ay, compañeiros do metal) o los militantes de la partitocracia se bajaban un buen godello de la comarca fresquito a la caída de la tarde, viendo como el sol enfilaba hacia el ocaso. Aconsejando a los valdeorreses buenas prendas de abrigo como receta para seguir soportando el invierno eterno. Ni malas palabras ni buenas acciones En la Tierra Media en la que habitamos todo nos parece bien porque a lo mejor todo está bien. En las películas, cuando pillan al otro o a la otra con otra o con otro (o con todos los otros, por aquello de las etiquetas y los géneros) siempre se oye como disculpa: cariño, no te precipites, esto no es lo que parece. La Encuesta de Población Activa (EPA) salió esta semana y nos mandó a comprar ropa de abrigo porque el invierno llegó ya en el segundo trimestre. A lo mejor no es lo que parece pero hay 1.300 parados más entre marzo y junio, con la tasa de ocupación por el suelo y con A Coruña y Pontevedra en vuelta rápida y el resto de España adelatándonos por la derecha, la izquierda y por tierra, mar y aire. Ignorando que muchos empresarios se están cansando de pertrecharse para pasar este invierno político. Sonriendo a las instituciones y a las organizaciones gremiales, pero diciendo para sus adentros: ni una mala palabra, ni una buena acción. Viviendo en Ourense, pero con la cabeza en otros mercados. Haciendo de la provincia una ciudad dormitorio. Aquí dormir, comer en otro sitio. Y diciendo: que os den por la EPA. No hay verano, pero sí cigarras La Seguridad Social ha dicho que lo de la ciudad es una penita, que es la urbe gallega donde la afiliación es una herida abierta para la que en no quedan ni tiritas. Vaya, lo dijo el día que el alcalde estaba apuntándose a un cursillo del antiguo Inem para ser enfermero y merecedor de la medalla de Galicia, como el colectivo al que vituperó. Verano no habrá, pero sí cigarras como él cantando a diario. Es lo que queda de este estío invernal, echar de menos a Georgie Dann. Viene nuestra Patrulla Águila Los entusiastas del género valoran mucho las acrobacias de la Patrulla Águila, un grupo del Ejército que estuvo el 25 de julio volando en Santiago. El espectáculo concitó interés, aplausos, también alguna crítica. La estela con los colores la bandera de España enardece a varios de los congregados. Luego hay otros vuelos que dejan una estela de agua sobre las llamas, muy habituales por aquí en las últimas décadas. Deben gustar mucho en Ourense, no hay verano que no haya patrulla de estas por aquí. Eso sí, águilas de las de verdad ya quedan muy pocas. Chamuscadas. El portafotos Isabel Pardo de Vera Posada es secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno. Esta ingeniera lucense nacida en el año 1975 viene de presidir entre junio de 2018 y julio de este año el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif). Bajo su gestión se impulsaron los últimos proyectos de la alta velocidad ferroviaria. Si quiere cumplir con su tierra, le quedan deberes en su nueva mesa. Hay que cumplir con la variante exterior del AVE, impulsar las autovías con Lugo y Ponferrada, amén de otras actuaciones que proceden ya de la anterior glaciación, como la variante norte de Ourense, entre Eirasvedras y la entrada de la carretera de Lugo. En noviembre del 2018 fue ponente en el Foro La Región y, entre otras cosas, dijo que el AVE es "una actuación que impactará en la actividad económica y calidad de vida" de Ourense. Aventuró que la estación del Empalme pasará de mover 322.000 viajeros en 2010 a superar los 1,2 milones en 2025. También percibió que "será posible avanzar en materia demográfica, hacia un crecimiento poblacional". Para ello invitó a las instituciones a planificar una estrategia de desarrollo para ese AVE que ya está aquí. Y, claro, fieles a su costumbre, instituciones y agentes sociales no están haciendo nada. Eso no es culpa de Isabel.