A la mayoría de los jóvenes que tienen que estudiar en vacaciones le resulta muy difícil concentrarse

Un verano entre libros y apuntes

El deber de superar las materias que se han resistido en junio convierte el verano de muchos estudiantes en un suplicio. El calor, el ruido o ver que otros disfrutan impiden la concentración necesaria. El nivel de alumnos en las academias experimenta un incremento considerable.
La llegada del verano es para la mayoría sinónimo de disfrute. Sin embargo, hay otros a los que no le resulta tan divertido el periodo estival porque no disponen del tiempo libre necesario. La falta del cumplimiento de obligaciones a lo largo del año condena a algunos estudiantes a un verano rodeado de libros y apuntes, reduciendo su campo de acción a la sala de una biblioteca o a su habitación.

Superar los exámenes de septiembre puede convertirse en una tortura, teniendo en cuenta los numerosos factores que se vuelven en su contra, como el calor, el rudio, un ambiente festivo, que los amigos disfruten... lo que impide que el estudiante se concentre. A esto hay que añadir el estado de nervios y angustia que puede generar el miedo a suspender por ser la última oportunidad que tienen para superar el curso.

Para estudiar en verano, la mayoría de los jóvenes buscan el apoyo de academias. Estos centros ven incrementado su nivel de alumnos en esta etapa, sobre todo en el mes de agosto, el más próximo a las pruebas.

Los chicos de Secundaria y Bachillerato, que deberán someterse a los exámenes los días 1 y 2 de septiembre, son los que más recurren a este método, que además de apoyo en las dudas, les marca una horario que en casa no cumplirían. Muchos de ellos opinan que al quedarse en casa, se levantan tarde, se distraen con facilidad y no consiguen concentrarse. Otros, simplemente acuden porque les obligan sus padres.

Falta de tiempo

Las asignaturas más demandadas en las academias de la ciudad suelen ser Matemáticas, Inglés y Lengua Española. La mayoría de los docentes coincide en la falta de tiempo para prepararlas. ‘En un mes pretenden conseguir lo que no han podido en todo un año’, afirma Montserrat Barja, profesora de la academia Ancora, en el centro de la ciudad. Aunque también depende del niño, ‘si continúa trabajando o no cuando llega a casa’, comenta.

Sin embargo, el ambiente en casa en los meses de verano no es propicio para el estudiante, que ve como la mayoría de su entorno disfruta del tiempo libre, mientras él tiene que hincar las codos. Los alumnos de una clase de apoyo de segundo de Bachillerato de la Academia Postal de Ourense, se quejan del escaso tiempo libre que les deja el estudio, ya que pasan la mayor parte del día en el centro. Entre cuatro y seis horas pasan la mayoría en la academia para intentar recupar esas materias que se les han resistido en junio. Generalmente acuden por la mañana a las clases y aprovechan una parte de la tarde para quedar con los amigos e ir a la piscina.

En cuanto estado de ánimo de los chicos cuando se enfrentan al estudio, los profesores reconocen que hay de todo, pero en una parte importante de los casos están un poco asustados porque ‘si no aprueban, repiten curso’. Esto hace que estén más atentos y con más ganas que durante el año.

Aunque parece que a veces, los chicos acuden por otros moti vos. María José Vila, profesora de Galego de la Academia Postal, cree que ‘veñen máis que nada porque lles gusta o ambiente da academia’. Añade que ‘no se lles nota nerviosos, eu máis ben diría que están tristes por deixar as clases’.

Aunque el número de usuarios de las academias de apoyo de la ciudad suele aumentar en los meses de verano, a lo largo del curso se mantiene un nivel considerable de alumnado que necesita ayuda porque lo que le ofrece su colegio o instituto no es suficiente.

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