La Confederación abrió una investigación para esclarecer este atentado ecológico, el sexto que padece el río en un año

Otro vertido llenó de espuma el cauce del Barbaña y tiñó de marrón el agua

El río Barbaña recibió ayer un nuevo vertido, que llenó todo el cauce de espuma, sobre todo en aquellas zonas en las que se forman pequeñas cascadas, además de teñir de marrón el agua.
Un particular alertó de la situación, pasadas las nueve y media de la mañana, a la Policía Local y a la Confederación Hidrográfica Miño-Sil que, acto seguido, movilizó a varios agentes fluviales para inspeccionar el curso del río entre San Cibrao y su desembocadura en el Miño. Los técnicos recogieron muestras de agua en diferentes puntos del río y, tras analizarlas, inicialmente no detectaron agentes contaminantes, aunque parte del agua y la espuma recogida fueron remitidas a un laboratorio para ser analizadas más en profundidad.

El vertido, al igual que en ocasiones anteriores, llegó a la depuradora de San Cibrao previsiblemente desde algunas de las empresas de los parques industriales de Pereiro, San Cibrao o Barreiros. 'El tramo del río comprendido entre la depuradora y el naciente en Taboadela está libre de espuma y el agua está clara', afirmaron en la Confederación.

El problema se planteaba en el curso del río a su paso por la ciudad, desde O Piñeiral hasta su desembocadura en el río Miño.

A la inspección se sumaron una patrulla de la Policía Local y otra del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), que en la tarde de ayer intentaban localizar la procedencia del vertido, sin descartar un posible origen en el lavado de depósitos industriales e incluso vehículos. 'Al ser fin de semana, es muy difícil localizar al autor porque la mayoría de las empresas están cerradas', afirmaron fuentes de la investigación.

Los agentes revisaron sin éxito todas las 'bocas' del saneamiento de las áreas industriales e incluso las de las calles de San Cibrao.

Este es el sexto vertido de espuma que recibe el río Barbaña en el último año, según la Confederación Hidrográfica, aunque los técnicos no detectaron en ninguno de ellos materiales pesados en el agua.

A ellos hay que sumarle otros dos, uno el 24 de junio del 2009, que está siendo investigado por el Juzgado, y otro dos meses antes, que sí ocasionaron daños. El primero mató a 17.300 peces y en el segundo, las consecuencias no fueron cuantificadas, al no aparecer peces muertos. En ninguno de los casos se identificó al autor de la contaminación.

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