El principal defensor de la eutanasia en Hong Kong, el paralítico Choi Wan-fung, falleció en la ex colonia británica el 28 de diciembre tras 16 años de dolor físico que, según sus familiares, podría haberse evitado si la eutanasia fuera legal en el territorio. Según informa hoy el diario 'South China Morning Post', Choi pidió a sus cuidadores que comunicaran su muerte a los periodistas que le habían entrevistado.
El hongkonés, de 57 años, quedó paralítico de brazos y piernas al caer por una escalera mecánica en 1993, y vivía recluido en una vivienda pública de la ex colonia después de ser abandonado por su mujer y sus hermanos tras el accidente, y quedar sólo al cuidado de una enfermera indonesia y de otros familiares.
Choi aseguraba que si tuviera movilidad para suicidarse, lo habría hecho.
Desde el accidente, la salud de Choi empezó a empeorar y en noviembre fue trasladado al hospital porque no podía respirar, debido a que se había filtrado fluido en sus pulmones e intestinos, que tenía que ser drenado a través de perforaciones practicadas en su espalda.
Cuando los médicos recomendaron operar, Choi se opuso, según informó su sobrina, Kiki Choi Nga-yee, de 33 años, al rotativo.
'Habrían podido prolongar su vida, pero esto no lo habría hecho más feliz. Firmó un documento en el que declinaba ser operado', y rechazó la operación por segunda vez cuando ya casi no podía respirar y la piel empezó a deteriorarse, explicó este familiar.
Choi aseguraba que si tuviera movilidad para suicidarse, lo habría hecho.
Desde el accidente, la salud de Choi empezó a empeorar y en noviembre fue trasladado al hospital porque no podía respirar, debido a que se había filtrado fluido en sus pulmones e intestinos, que tenía que ser drenado a través de perforaciones practicadas en su espalda.
Cuando los médicos recomendaron operar, Choi se opuso, según informó su sobrina, Kiki Choi Nga-yee, de 33 años, al rotativo.
'Habrían podido prolongar su vida, pero esto no lo habría hecho más feliz. Firmó un documento en el que declinaba ser operado', y rechazó la operación por segunda vez cuando ya casi no podía respirar y la piel empezó a deteriorarse, explicó este familiar.
