Tras abandonar oficialmente su pontificado en Castel Gandolfo, Benedicto XVI dijo ser sólo un peregrino en su última etapa

El Papa, en su adiós: 'Soy un peregrino en su etapa final'

Benedicto XVI saluda a los fieles en la plaza de la Libertad de Castel Gandolfo en su último acto como papa.
'Me gustaría con mi corazón, amor y oración, con todas mis fuerzas interiores trabajar aún por el bien común, el de la Iglesia y de la humanidad y me siento muy apoyado por vuestra simpatía', dijo ayer Benedicto XVI en su última aparición pública desde el balcón del Palacio de Casten Gandolfo. Previamente, prometía ante los cardenales 'su incondicional obediencia' al próximo pontífice.

Benedicto XVI, 265 sucesor del Apóstol San Pedro al frente de la Iglesia, dejó de ser papa para convertirse en un 'simple peregrino que inicia la última etapa de su vida', que dedicará a la oración en el Vaticano, a pocos pasos del futuro pontífice, al que ya ha prometido 'respeto y obediencia'.

Este 28 de febrero de 2013 quedará como un día para la historia. Hasta ahora, los papas morían en su cama del Vaticano, pero ayer el alemán Benedicto XVI, de casi 86 años, abandonó el Vaticano por su propio pie, a bordo de un helicóptero y se trasladó a la residencia de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros al sur de Roma. Allí permanecerá unos dos meses hasta que concluyan las obras del monasterio de monjas de clausura 'Mater Ecclesia', que se levanta en los jardines del Vaticano donde se alojará.

Ayer se despidió de los cardenales. 144, de los 207 que forman el Colegio Cardenalicio, acudieron a la Sala Clementina. Sereno, sonriente, con buen aspecto, les dijo: 'Entre vosotros está el futuro papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia. Continuaré rezando, especialmente en estos días (del cónclave)'. Con esas palabras, según los observadores vaticanos, Benedicto XVI quiso dar seguridades de que el próximo pontífice no estará 'condicionado' por un papa emérito.

Con lágrimas, entre ellas las de su secretario y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein, que no pudo contener la emoción, le despidió el personal del Vaticano en el patio de San Dámaso.

En el momento de su adiós no hubo ceremonia especial, ya que, según establece el Código de Derecho Canónico, lo único que hace falta es que el papa renuncie en plenas facultades mentales y lo haga presente ante los cardenales, lo que ya hizo el pasado 11 de febrero. La única señal visible que anunció ayer al mundo que Benedicto XVI ya no era papa fue el momento en el que se escuchó, en el reloj de palacio, las campanadas de las ocho de la tarde e inmediatamente la Guardia Suiza cerró la puerta del edificio, dando por concluido su servicio al papa Ratzinger y abandonando el lugar.

A partir de ese momento, dio comienzo la Sede Vacante y el gobierno provisional de la Iglesia pasó a manos del camarlengo y secretario de Estado, Tarcisio Bertone, que selló el apartamento papa.n

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