En su penúltimo ángelus dominical, denunció 'a los que instrumentalizan a Dios para fines propios'

El papa insta a renovar la Iglesia y a huir 'de egoísmos'

Benedicto XVI saluda a los fieles desde el apartamento papal. (Foto: CLAUDIO PERI)
Unas 100.000 personas, según el alcalde Roma, asistieron ayer en la plaza de San Pedro al penúltimo ángelus dominical de Benedicto XVI como papa, que 'suplicó' a los fieles que recen por él y por el próximo pontífice e invitó en este tiempo de Cuaresma a toda la Iglesia a la renovación.
'Viva el papa' y 'Benedicto, Benedicto' fueron los gritos de los fieles que, desde varias horas antes del mediodía, esperaban la aparición en la ventana de su apartamento del santo padre, quien presentaba buen aspecto físico, aunque el algunos momentos su tono de voz era bajo.

El pontífice hizo votos para que en este tiempo de Cuaresma la contemplación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo ayude a los fieles a seguirle más de cerca, subrayó que la Cuaresma es tiempo de conversión y penitencia y que la Iglesia 'llama a todos sus miembros a renovarse y a renegar del orgullo y del egoísmo y vivir en el amor'. Benedicto XVI exhortó a los fieles a no instrumentalizar a Dios para sus propios beneficios, en palabras que muchos analistas han interpretado como clara referencia a las luchas de poder que se libran en la cúpula de la jerarquía católica, a las que muchos expertos atribuyen un papel fundamental en la renuncia del papa.

La Cuaresma, prosiguió el papa, es un tiempo favorable para descubrir de nuevo la fe en Dios y para luchar contra el espíritu de mal, 'que se opone a la santificación de los hombres'.

'El tentador (el diablo) es un falso, no empuja directamente hacia el mal, sino hacia un falso bien, haciendo creer que lo que importa es el poder y lo que satisface las necesidades primarias. En ese contexto, Dios pasa a ser secundario, queda reducido a un medio y definitiva pasar a ser irreal, no cuenta más y desaparece', manifestó.

El papa animó además a los fieles a no tener miedo para afrontar las tentaciones y combatir 'contra el espíritu del mal' y que lo importante es que el hombre lo haga 'junto a Cristo'.

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