La samba, el sudor y el desenfreno se apoderaron de las fiestas que se desparramaron este fin de semana por las calles de Río de Janeiro, ciudad que está ya sumergida en el frenético ritmo del carnaval.

Río se viste de comparsa

Integrantes del grupo Cordão de Boitatá, desfilando por las calles de Río de Janeiro. (Foto: MARCELO SAYÃO)
Las comparsas de carnaval no dan tregua a Río de Janeiro y, desde el amanecer, llenaron las calles de la ciudad de alegría, música, cerveza y miles de juerguistas vestidos con pintorescos disfraces. El domingo estaban programados 52 desfiles de 'blocos', como se conocen en Brasil las comparsas, algunas pequeñas y otras multitudinarias, que circularon por casi todos los barrios de la ciudad, desde las favelas más remotas hasta la playa de Ipanema.
Uno de los grupos más madrugadores fue el Cordão do Boitatá, comparsa que recorrió las calles del centro de la ciudad, entre edificios de oficinas y caserones coloniales, a las ocho de la mañana, seguida por miles de personas disfrazadas, que dieron rienda suelta al buen humor. Esta comparsa llevaba en su desfile una gran serpiente de tela y gomaespuma, que alude a la leyenda amazónica del 'boitatá', un ofidio de fuego que devora a quienes destruyen la selva.

También rindió homenaje con carteles coloristas a cantantes de samba como Martinho da Vila y al legendario Bob Marley, padre del 'reggae'. La orquesta del Cordão do Boitatá estaba compuesta por tambores, bombos, tubas, saxofones, trompetas y clarinetes y entonó tradicionales canciones de samba y 'marchinhas', como se conocen las músicas típicas que se tocan en el carnaval de Río desde hace más de medio siglo. Los propios músicos estaban a tono, con disfraces irreverentes, en especial uno de los percusionistas, que se colgó al cuello una tapa de retrete, con heces de plástico incluidas.

Entre el público no faltaron Blancanieves y su madrastra, piratas y princesas árabes, trogloditas, arlequines, una 'hippie' con un cigarro de marihuana de un metro, varios Súper Mario Bros y, por supuesto, incontables hombres con ropas de mujer. En este desfile, al que asistieron miles de personas, también se podían encontrar octogenarios y padres que llevaban a sus bebés en brazos o empujados en un carrito. La comparsa recorrió varias calles del distrito financiero de Río, pasó junto al caserón donde vivieron los reyes de Portugal que se mudaron a Brasil en 1808 y llegó a cortar el tráfico de varias importantes avenidas del centro.

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