El establecimiento comercial está ubicado a escasos 350 metros del cuartel de la Guardia Civil

Un hombre encapuchado y armado con una pistola atraca un supermercado de O Barco

Un supermercado de O Barco de la cadena Claudio fue asaltado ayer por un encapuchado que portaba una pistola, llevándose un botín cuya cuantía apenas supera los 100 euros. El atracador aprovechó un momento en que su propietaria estaba sola, encañonándola y obligándola a entregar el dinero que guardaba en la caja. El asalto fue cometido en la calle Curros Enríquez, a menos de 350 metros del cuartel de la Guardia Civil y a cinco del bar que frecuentan algunos agentes del puesto en sus horas libres.
“A miña muller estaba na parte de atrás, desescamando o pescado, o atracador foi ata onde estaba e a fixo ir á caixa rexistradora. Encañonouna dúas veces e lle dixo que non berrase”. Con estas palabras resume José N.P. el atraco que sufrió pasadas las 13.30 horas de ayer. En ese momento, él se encontraba en el cuarto de año, que abandonó a la carrera al oír los gritos que profería su mujer.

El atracador, que tenía un acento “raro”, aunque no era similar ni al sudamericano ni al portugués, según la versión de su víctima. Accedió al supermercado cubierto con un pasamontañas y esgrimiendo una pistola. Vestía un chándal y portaba una bolsa de deporte, en la que introdujo el botín, cuya cuantía apenas supera los 100 euros.

El atraco se produjo cuando ya no quedaban estudiantes del colegio Divina Pastora en la zona. Muchos de ellos utilizan la calle Curros Enríquez para ir y venir de las clases. Tampoco había clientes en el bar de al lado, donde suelen tomar el café algunos agentes del vecino puesto de la Guardia Civil en sus horas libres.

Nada más cometerse el atraco, el propietario del supermercado acudió al bar próximo para avisar a la Guardia Civil. Dada su proximidad, apenas 350 metros, a los pocos instantes acudieron cuatro coches del cuerpo, pero el atracador ya había desaparecido. En ese mismo momento, los agentes comenzaron a recorrer las calles de la villa para intentar localizar a una persona, vestida con chándal y de aproximadamente 1,75 metros de altura, tal y como lo describió la propietaria.

La hora en la que se produjo el atraco y la rapidez con la que fue cometido permitió que muchos de los vecinos no se enterasen de los hechos. Sí tuvo conocimiento de ellos la propietaria del bar desde donde llamó el comerciante, quien ofreció una tila a su esposa buscando calmar el ataque de nervios que sufrió. Pocos minutos después, a las 16.30 horas, José N.P. subía la persiana del supermercado, ajustándose al horario de todos los días.

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