Más de 400.000 personas asistieron a una novena edición de la exhibición aérea en el cielo de Vigo, en la que se echó de menos a la Patrulla Águila. Fue mucho más corta y menos espectacular que la de años anteriores, lo que defraudó al públ

Un Festival Aéreo deslucido y austero

El piloto Diana Gomes, durante un vuelo invertido que sorprendió al público (Foto: NURIA CURRÁS)
La novena edición del Festival Aéreo volvió a reunir a cientos de miles de personas en la playa de Samil y sus alrededores, 'igual o más que el año pasado, por encima de las 400.000 personas' según indicó el alcalde citando los datos de la Policía Local.
A pesar de que estaba considerada una edición de trámite, que estuvo incluso a punto de no celebrarse y que sufrió un importante recorte en su presupuesto, la convocatoria volvió a colapsar la zona de Samil y decenas de barcos tomaron posición en la Ría para disfrutar de un espectáculo que se acortó a la mitad ?duró menos de tres horas? y en el que los grandes ausentes fueron los siete biplazas de la Patrulla Águila que, no obstante, regresarán el próximo año para celebrar el décimo aniversario del Festival, según anunciaron ayer fuentes de la organización.

La consecución de dicha efeméride, que se conmemorará el próximo 2012, fue la razón de ser del festival de este año, que abrieron las tres avionetas de los vigueses Javier Taibo, Basilio Iglesias y Miguel Iruegas para conmemorar el centenario del primer vuelo que se realizó sobre Vigo, a cargo del francés Jules Vedrín. Ya entonces cientos de miles de personas habían tomado posición en la playa y el paseo de Samil, aprovechando el primer domingo sin nubes y con temperaturas estivales de todo el mes de julio.


APLAUSOS AL CANADAIR

Tras ellos llegó el turno del Canadair, conocido entre los pilotos como 'Botijo', que arrancó los primeros aplausos con sus amenizajes sobre la Ría, en los que aprovechó para cargar de agua su bodega, con más de 6.000 litros de capacidad, para luego soltarlos sobre la Ría.

El 'speaker' del Festival explica las características de este habitual de la lucha contra los incendios y llama la atención del público hacia la 'proa' del avión, transformado por unos instantes en barco, desde la que saludan sus tripulantes.

Con precisión prácticamente milimétrica, algo habitual en este certamen, apareció sobre la playa el Super Puma del servicio SAR del Ejército del Aire, que culminó en apenas un minuto una demostración de salvamento de un náufrago que muchos espectadores quisieron inmortalizar con sus cámaras y teléfonos móviles, incluida la concejala de Urbanismo Carmela Silva, que junto a otros ediles disfrutó del espectáculo junto al alcalde en la zona reservada a autoridades donde la austeridad obligó a prescindir del habitual servicio de catering y tan sólo había una nevera de la que los invitados podían coger bebidas.

También dedicado al salvamento fue el siguiente protagonista de la mañana, un avión polivalente que llegó procedente de A Coruña y tras el cual entró en escena el aparato del italiano Luca Salvadori, campeón europeo de freestyle, que abrió la tanda de ejercicios acrobáticos con avionetas.

Después, la portuguesa Diana Gomes contagió a todos su entusiasmo por el pilotaje, que demostró con los vertiginosos giros de su biplano. La guinda la puso acto seguido Ramón Alonso, un piloto de líneas regulares que está considerado uno de los mejores pilotos acrobáticos del mundo y que ya es un habitual de los cielos de Vigo por lo que fue despedido con calurosos aplausos.

Tampoco defraudaron a los fieles del festival los cinco helicópteros de la patrulla Aspa, que alcanzan velocidades de hasta 250 kilómetros por hora y que hicieron contener la respiración a más de uno con sus cruces, giros, formaciones y 'roturas'. 'Queremos agradecer que esta exhibición se lleve a cabo de manera tan espectacular. Una vez más es un honor estar aquí', aseguraba desde el aire el jefe de la patrulla.


CAZA HOLANDÉS CON BENGALAS

Acto seguido, llegó el turno del F16 de las Fuerzas Aéreas Holandesas, un pequeño y ruidoso caza color naranja que soltaba en sus ascensiones bengalas a modo de fuegos artificiales que entusiasmaron al público, de nuevo con sus cámaras y móviles.

La guinda final, poco antes de la una y media de la tarde, la pusieron los paracaidistas de la patrulla Papea, que tuvieron que hacer frente a un fuerte viento que impidió que todos alcanzasen la playa ya que uno de los siete que saltaron, el que cargaba con una pesada bandera de España de 54 metros cuadrados y 24 kilos, aterrizó sobre el paseo para sorpresa de los espectadores que, tras superar los momentos de tensión, recibieron al paracaidista entre fuertes aplausos. 'Nos estamos preparando para el año que viene, que será muy grande', acabó el speaker, poniendo el punto y final al festival e invitando a los asistentes a la décima edición.

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