ESCOLA DE PAIS

Familia, educación en valores y salud: El respeto

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La familia ha sido, a través de la historia, el principal agente de socialización

No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo, Albert Camus.
La familia ha sido, a través de la historia, el principal agente de socialización, asumiendo de facto la responsabilidad de iniciar el proceso de socialización, para posteriormente ser secundada por la escuela y otros agentes socializadores. Sin embargo, la institución familiar ha venido experimentando, de modo especial a partir de los años 70, una serie de cambios, lo que ha inducido variaciones en los modelos de familias, así como en el tipo de relaciones establecidas entre sus miembros.

Estos cambios no han sido únicamente en la estructura o miembros que la integran (familia extensa versus familia monoparental), sino también en la cantidad de tiempo que los padres pasan con sus hijos; en el papel que adquieren en la tarea educativa otros agentes socializadores (como la escuela,  la televisión o las nuevas tecnología de la información, quién antaño ocupaban un papel menos importante); e, incluso, en la percepción que los propios padres tienen de quien ha de soportar el principal peso (familia versus escuela) en la labor de educar a sus hijos/as, tanto en comportamientos prosociales como saludables. En el caso de la salud, esto debe entenderse como deberes para con uno mismo y para con los demás.

Pese a ello, la familia sigue siendo el primer espacio educativo para las personas. Ésta supone cuidado y protección para los hijos/as, asegurando su subsistencia en condiciones dignas, al tiempo que contribuye a la socialización, intentando educar a sus miembros en valores social y culturalmente adecuados, entre los que podemos y debemos encuadrar los comportamientos saludables. Sin embargo, existen diferentes modelos educativos familiares, de forma sucinta, podemos diferenciar tres modelos: Autoritario, Permisivo o laissez-faire y el modelo Facilitador, asertivo o democrático, este estilo educativo, es el más adecuado para la educación en valores éticos, tales como el respeto. Al tiempo que favorece la relaciones interpersonales y las habilidades sociales.

El respeto

Desde un punto de vista conceptual es ciertamente redundante hablar de educación en valores. Pues los valores son algo intrínseco e inherente a la labor educativa. El término respeto proviene del vocablo latino respectus, que significa atención, consideración. El término respeto alude a la consideración, atención, deferencia o miramiento que se debe al otro, pero también a uno mismo. El respeto es un tipo de sentimiento que nos lleva a reconocer los derechos y la dignidad del otro, así como nuestros derechos, deberes y dignidad. El respeto hacia los demás se nos impone como la condición necesaria para hacer posibles las relaciones de convivencia y así poder convivir en paz y armonía. Mediante el respeto reconocemos el valor inherente y los derechos de las personas y de la sociedad. Por su parte, el respeto hacia uno mismo o autorespeto: alude a la necesidad de atender y satisfacer las propias necesidades y valores, a expresar y manejar en forma conveniente sentimientos y emociones sin hacerse daño ni culparse, y en buscar y valorar todo aquello que nos haga sentirnos orgullosos de nosotros mismos. El autorespeto y la valoración positiva de uno mismo, son también una condición básica, para respetar a los demás y para tener una buena salud. Podemos decir que el respeto hacia los demás y la salud empiezan en uno mismo. 
Por otra parte, el respeto como valor moral o ético también debe hacerse extensible a la naturaleza y a todo lo que ella engloba (animales, plantas, agua, árboles, recursos naturales...).

¿Cómo educar en respeto?

La forma de educar en respeto, comparte los mismos principios que la educación en otro tipo de valores morales o éticos. Estos se nos imponen como una obligación moral. Si bien, aunque es necesario que la faceta educativa retenga como valor o meta el bien moral,  paralelamente debemos instaurar en el repertorio comportamental del educando conductas que reflejen dichos valores, en este caso, relacionadas con el comportamiento prosocial y saludable. Así, tal como señalan diversos autores, la educación en el valor ético de respeto requiere seguir una serie de pasos:
 

1º Dependiendo de la edad de nuestros hijos/as, deberíamos asegurarnos de que éstos conocen el verdadero significado del valor a trabajar. Aunque es posible abordarlo de forma explícita, más adecuado, podría resultar analizar este concepto partiendo de la lectura de un texto, analizando un cuento, una fábula, o incluso, analizando un acto humano de nuestra experiencia cotidiana.

 2º Intentar identificar el valor/es (respeto en nuestro caso) en el entorno próximo (amigos, familiares). Intentando analizar como esos valores mediatizan su comportamiento.

3º El siguiente paso, muy importante se denomina “clarificación en valores”, que consiste en intentar identificar dichos valores en uno mismo, tomando conciencia de ellos y observando hasta que punto están orientando la vida propia y dando cuenta de los comportamientos cotidianos.

4º Un paso final, consiste en experimentar el valor en los otros,  aquellos que no pertenecen a nuestro entorno afectivo (políticos, artistas, deportistas), observando cómo su conducta se está orientando en relación a estos valores. 

En definitiva, para que tenga lugar el comportamiento respetuoso, es muy importante la empatía (o capacidad de ponernos en el lugar del otro) y la aceptación positiva e incondicional del otro, en tanto que es un ser humano. Asumiendo, por tanto, que la vida en convivencia exige asumir que nuestros derechos y deberes, empiezan y finalizan donde comienzan los del otro. Asimismo, para que tenga lugar el autorrespeto es fundamental gozar de una buena autoestima. En definitiva, la autoestima y el respeto son fundamentales para la convivencia y la salud, como rezaba aquel lema sanitario de los años noventa ¡Vive y deja vivir!, que se proponía prevenir el VIH/SIDA y fomentar valores de tolerancia y solidaridad para con los/as afectados/as.

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