De que se fala

Lo mejor de lo mejor

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Desde el instante en que eres consciente de que vas a tener un hijo, alguien completamente dependiente de ti que será tu reflejo, en lo único en que piensas es en darle lo mejor, protegerlo y que sea feliz. Pero a veces en esa construcción de su felicidad aparecen viejos fantasmas propios, de nuestras vivencias pasadas que se entremezclan y sacan lo peor de nosotros. 

Mi hijo será futbolista y lo llevaré a todos los partidos, no como hicieron conmigo mis padres. Mi hija tocará el clarinete que tanto me gustaba a mí de niño. Y así un largo etcétera. Pero de lo que no somos conscientes es que en ese camino nos convertimos, sacamos nuestras uñas y dientes y aparece ese monstruo que conseguirá lo que sea por encima de todo incluso de la verdadera felicidad de nuestros hijos e hijas. 

Competición entre padres

En mi opinión, creo que hay pocas cosas peores que el “amor de padre/madre” porque en ese amor incondicional también se une la ceguera y no hay nada peor que eso.  Hace años, ejercí de profesora de, podrían llamarse “clases de matemáticas” aunque no eran exactamente eso, pero no es lo que importa. A estas clases acudían sobre todo niños y niñas con altas capacidades, capaces de hacer cosas increíbles con los números y su mente. 

Aun a pesar de que estos niños y niñas ya destacaban de por sí en este campo, de que eran más que brillantes que, digamos, la media, la competición entre sus familias también existía. Porque, ¿quién no querría que su hijo/a fuese el mejor de los mejores? Al final de las clases, las madres y padres se acercaban a mí protestando porque un compañero estaba en un nivel más alto que su hija o porque su hijo debería estar varios niveles más arriba. 

Además de esto, ellos no se centraban en qué tal se lo habían pasado sus hijos/as o que habían aprendido ese día, interrogaban a los pequeños fomentando esa competición insana, ese ego que necesita ser alimentado queriendo saber si su hijo/a había sido el mejor de ese día, el resto daba igual. Y me pregunto, ¿el/la mejor de qué? ¿De un grupo de niños que van a divertirse y a sentirse que forman parte de algo? ¿Que se sienten como en casa al estar con un grupo de iguales que los entienden y los apoyan? ¿Y no sería más sano centrarse en ese bienestar emocional de tu hijo/hija que ese día durante esas horas se sintió arropado y no rechazado por ser “más listo” o por destacar un poco? 

Trabajos manuales

Esta clase de comportamientos que tienen algunos padres y madres se puede ver ya desde los primeros años de vida del pequeño/a. Poniendo por ejemplo, los trabajos de clase, cuando la maestra le pide su colaboración para buscar información sobre algo o realizar una manualidad o incluso elaborar una receta. Lo que esa maestra pretende, en el fondo, es implicar a esa familia en la educación de su hijo/a, que hablen con ellos, que los escuchen, que los apoyen y en definitiva, que pasen un tiempo de calidad con sus pequeños. Pero en lugar de eso, estas “tareas para casa” se convierten en problemas y dolores de cabeza para los padres que piensan que solo se piden para fastidiarlos y molestarlos con cosas aparentemente absurdas. 

Así que en ese preciso momento la actividad deja de ser algo compartido entre padres e hijos y pasa a ser una absurda y personal competición entre familias. De ahí que en Samaín, por ejemplo, el 90% de las calabazas sean obras de arte que ni tan siquiera los niños/as las reconocen como propias, o que cuando le preguntas al pequeño/a por cómo elaboró esas galletas admita que ni pisó la cocina.... 

No entiendo muy bien a quién pretenden engañar. ¿De verdad piensan que una persona que pasa tantas horas con sus hijos/as realizando tantas y tan diferentes tareas no va a ser capaz de saber si eso que le presentan lo hizo o no ese niño/a? ¿Qué quieren demostrar con eso?, o mejor dicho, ¿qué quieren ocultar con eso? Barrer el polvo por debajo de la alfombra no hace que este desaparezca. 

Autoconocimiento

Deberíamos enseñarles a los niños/as a ser capaces de autoconocerse, de ser consientes de sus virtudes y sus defectos, de que las virtudes son un regalo el cual pueden compartir con los que carecen de ellas, y de que los defectos, en ocasiones, no tienen que ser tratados como tal y que se puede trabajar para mejorarlos. Hay que darles alternativas, opciones, enseñarles a ser mejores personas, a que nadie nace sabiéndolo todo e incluso que pasarán los años y no sabrán de todo por eso será importante apoyarse en los demás, pedir ayuda y reconocer que no siempre se puede ganar, que no siempre se puede ser el mejor en absolutamente todo. 

También deberán saber que aunque llegue el día en que sí sean el/la mejor del mundo en algo, eso no será para siempre porque podrá venir detrás alguien mejor y que deberán seguir trabajando para mantenerlo y prepararse mentalmente para cuando dejen de serlo. Realmente, lo que todo padre y madre pretende es que su hijo o hija sean buenas personas capaces de ser felices y de disfrutar de lo que tienen. Lo que marca la diferencia son los medios por los cuales conseguir eso, pero, ¿lo puede justificar todo hacerlo por amor? 

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