Una consecuencia muy negativa en el ámbito familiar, que también influye en el ámbito escolar, es la tensión entre padres/madres y sus hijos/as por el exceso de deberes.
Desde que comienza el curso escolar, un día tras otro, muchas familias esperan impacientes saber la cantidad de deberes que tienen sus hijos/as, si los anotaron en la agenda, si tienen los correspondientes libros...., que suponen una odisea después de la jornada laboral para unos y jornada escolar para otros.
La supervisión de la familia es necesaria pero la responsabilidad es de los estudiantes. Deberes sin apuntar, agendas por whatsapp donde los padres/madres se responsabilizan ( a menudo se los hacen, se los escriben o se los dictan). De que vale? De nada.
Todos los implicados debemos reflexionar sobre la cantidad de tareas escolares que llevan para casa los estudiantes y como organizarlos.
TENSIONES FAMILIARES
En muchas ocasiones escuchar y conversar con los hijos/as se convierte en un lujo porque todo son deberes. Una consecuencia muy negativa en el ámbito familiar, que también influye en el ámbito escolar, es la tensión entre padres/madres y sus hijos/as por el exceso de deberes. Muchas familias tienen el tiempo libre condicionado a lo que han decidido los docentes; estudiantes que acaban por aborrecer el estudio por el exceso y el rechazo a tanta tarea escolar.
En muchas ocasiones los deberes invaden el derecho a la vida familiar. Los deberes están tan arraigados en la cultura escolar que muchos los consideran una condena ineludible.
CANTIDAD NO ES CALIDAD
Un error habitual es creer que cantidad es igual a calidad y deberíamos pensar que los estudiantes no son máquinas sino personas que necesitan jugar y relacionarse y es tan importante como el desarrollo académico.
Si en algo estamos de acuerdo todos: familia, docentes y estudiantes, es que estar toda una tarde haciendo deberes no es adecuado.
Me atrevo a asegurar que ningún estudiante (de ninguna edad) debe pasar toda la tarde haciendo deberes, no es positivo ni para el colegio, ni para la familia ni, por supuesto, para el estudiante.
El aprendizaje consta de muchas cosas que no se aprenden ni en un libro ni en una libreta, los niños/as necesitan jugar, disfrutar e interaccionar con sus familias y amigos/as.
La jornada académica de nuestros estudiantes, en muchas ocasiones, son carreras con demasiadas obligaciones sin apenas tiempo libre, y el tiempo libre es muy necesario. Y los deberes también son necesarios pero deberían ser: breves, personalizados a las necesidades de cada estudiante y evitar los ejercicios mecánicos. Despertar el interés es fundamental, para ello familias y docentes deben caminar en la misma dirección adaptándose a las necesidades de cada uno, colaborando cordialmente para conseguir lo mejor para el estudiante.
Es positivo realizar tareas escolares en casa pero se ha de establecer un tiempo razonable adecuado a la edad y a cada estudiante. Sin lugar a duda debemos evitar los deberes excesivos y las tareas repetitivas, mecánicas e iguales para todos, sin tener en cuenta sus propias necesidades educativas.
Defiendo y creo en los deberes en su justa medida, para reforzar lo aprendido y sobre todo para afianzar la confianza en uno mismo, sentirse capaz y por supuesto el apoyo, revisión e interés de la familia.
COORDINAR Y COLABORAR
Tenemos que crear nexos de unión para hacer de los deberes un aprendizaje real y no una tortura para familias, docentes y estudiantes. La discusión respecto a los aspectos positivos y negativos de los deberes, así como su repercusión en el rendimiento escolar atraviesa fronteras y está vigente en todos los hogares y en todas las reuniones escolares, por lo que debemos encontrar un consenso entre todos los implicados y la solución es la coordinación de todos teniendo en cuenta las necesidades de cada estudiante. Podemos concluir que lo adecuado sería la coordinación del equipo docente, la colaboración de las familias y la personalización de los deberes.
