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Vivencias de una cuidadora

Hace ocho cursos que soy cuidadora de una niña con distintas capacidades. La siento como parte de mi vida y la considero como de mi familia.

Hace ocho cursos que soy cuidadora de una niña con distintas capacidades en un colegio ordinario. Comencé cuando la niña tenía tres añitos, por eso, con el permiso de su madre, la siento como parte de mi vida y la considero como de mi familia.

Según van pasando los cursos, se afianza más nuestro cariño mutuo; a veces me llama abuela mirándome a los ojos sonriendo y esperando mi reacción y yo me siento halagada de que ella de alguna manera me perciba así.

Quiero agradecerle a su madre por confiar plenamente en mí desde el primer momento; sé que cuando su hija está conmigo, ella está tranquila.

A nivel colegio siempre conté y puedo contar con la ayuda y el apoyo incondicional de la orientadora, director y P.T.; todos ellos me ayudaron mucho y reconozco que son grandes profesionales y estupendas personas. Hay profesionales de la educación que no estaban ni están de acuerdo en que niños/as de estas características estén matriculados en colegios ordinarios, en el día a día, en algunos momentos no es fácil convivir, porque ven a los que no somos docentes como intrusos y distan mucho de considerarnos compañeros de trabajo. Podría enumerar situaciones que no considero positivas ni justas, pero prefiero no ahondar en ciertos temas. Después de todos estos años en el centro llegué a la conclusión de que no todo el profesorado está preparado para educar en valores a nuestros niños ni para trabajar a favor de la inclusión educativa.

Mi intención es destacar la grandeza de poder compartir con mis compañeros de trabajo y con mis niños la integración real, verlos relacionarse, jugar, compartir, cuidar, enseñar, formar... es lo más bonito de mi trabajo. De los niños, de todos los niños, podemos aprender muchas cosas y verlos crecer en valores es muy significativo para mi. Defiendo y animo a todos las personas que trabajan, o tienen niños, que los guíen en el respeto mutuo, en una buena educación en valores donde la igualdad de condiciones es primordial porque todos somos iguales, el respeto es la base de la educación. En la enseñanza todos aportamos y nuestro trabajo de cuidadores es fundamental en los centros para responder a las necesidades de los estudiantes con distintas capacidades. Mi experiencia en el colegio es muy buena, siempre puede más lo positivo que lo negativo y debo decir que encontré personas maravillosas.

Siempre merece la pena estar al lado y cuidar a un ser tan entrañable y especial como es “mi niña”. Me sigue tocando el corazón todos los días con su ternura, inocencia y dulce mirada.

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