El COB se derrumba en Oviedo

Del Águila pelea por la bola con el ovetense Lecesne. (EL COMERCIO)
photo_camera Del Águila pelea por la bola con el ovetense Lecesne. (EL COMERCIO)
El COB cayó con estrépito ante un rival directo como el Oviedo en un duelo que llegó a controlar y vuelve a dejar patente su poca fortaleza mental

El COB se ha ido tantas veces al rincón de pensar esta temporada que ya no sirve como solución. Lo demostrado ayer en Oviedo es para subir dos grados la preocupación. Ni ante un rival de su liga, en un encuentro que tenía controlado antes del descanso, los ourensanos fueron capaces de ganar. Siguen inéditos lejos del Pazo. Cortocircuito general. Lo bueno que se había apuntado en la primera mitad saltó hecho trizas en la reanudación. El COB se olvidó de jugar. Y los asturianos se los comieron con patatas para superarlos en la tabla y meter un buen “mordisco” al basketaverage particular.

Fueron los locales los que empezaron mandando, sí, pero les duró poco. Sin ir sobrado de nada, el equipo de Guillermo Arenas aguantaba en el luminoso, con un Cera sumando y un Willett generando como de costumbre dentro de la zona.

Tanto, que hubo un estirón en el segundo periodo. El escolta estadounidense reclamaba los focos, apoyado por Peciukevicius (antes de la lesión) y era inevitable pensar eso de “hoy sí”. Pero no. El COB se llegó a poner nueve arriba (27-36, m.17), pero no supo oler la sangre. Los aciertos dejaron paso a unas impreciones inexcusables que sostuvieron con vida a un Oviedo que estaba tambaleándose en la zona. Faltó cabeza fría y medio segundo más de pausa en unas acciones factibles que se fueron al limbo por las nunca buenas consejeras prisas.

Y cuando perdonas, lo pagas. Pero hacerlo de esta forma, hasta asusta. La salida de los vestuarios fue un drama. Los minutos posteriores, un calvario. Algún aficionado seguía esperando por su refresco en el bar y los asturianos ya había dado la vuelta al encuentro. Y se iban sin mirar atrás. Enfrente, un COB al que se le fue el alma. No fue capaz de anotar ni con recomendación y, para más INRI, Fahrudin Manjgafic se fue al vestuario tras dos técnicas (47-39, m.26), molesto por un criterio arbitral que también da para llenar unas cuantas libretas.

El atasco que tenía el equipo de Guillermo Arenas en ataque era digno de Gran Vía en una Operación Retorno. Y atrás, tanto de lo mismo. 

El caballo ya nunca volvió. El último cuarto solo sirvió para ponerle el cuño al triunfo ovetense y comprobar que no se iba a salvar ni el basketaverage. Aparición testimonial de Williams y Chapero, y revolcón de los gordos en el vetusto Pumarín, con una sensación de frustración de las que tardan tiempo en olvidarse. El fondo, el 75-58 final, dice muchas cosas. La forma tampoco se queda corta.

Un bofetón a mano abierta que deja en saco roto los brotes verdes que intuían o se querían intuir. Dos pasos para atrás. Y el martes llega el Burgos al Pazo para seguir con un diciembre que no paga a traidores. De no mejorar radicalmente, se puede hacer muy largo.

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